«A pesar de todo, insisto: ¡dejad el móvil!, ¡dejad el móvil! ¿Por qué? Porque ya no se trata de aprovechar el tiempo, sino de salvaguardar nuestros derechos»
Podría ser el argumento de una novela de Milan Kundera ambientada en una democracia posmoderna: un cómico interpreta un sketch en un programa satírico de televisión.
Acude la izquierda al debate sobre la gestación subrogada. Un asunto en el que podría proponer juicios que contribuyeran a limitar, que es razonar, un dilema de la sociedad de hoy. Sin embargo, las únicas aportaciones que se oyen son de discrepancia, sin mayor propuesta o motivo.
La huelga fue unánime, sin duda. Fue la primera huelga feminista de la historia.
Pocas veces como este 8 de marzo ha aflorado a la superficie esta brecha que existe entre los medios de comunicación y los ciudadanos de a pie a la hora de contar la realidad. A las 7:15h de la mañana la línea 1 del metro, la que cruza Madrid desde los barrios humildes del sur, estaba llena de mujeres que iban a trabajar. Para ellas era un día normal. Horas más tarde, en la plaza del Callao de Madrid, muchas periodistas decidían hacer un parón para reivindicar el Día de la Mujer. Algunas optaban por hacer huelga de 24 horas.
Con el apoyo de todos los grupos del Congreso, el PP ha presentado una proposición para modificar el régimen jurídico de los animales.
¿Cuál es tu causa?, me preguntó el periodista. ¿Tienes causa? ¿Qué defiendes? ¿Qué rechazas? Me río y le explico que es complicado, porque cuando todo el mundo dice blanco, siento la necesidad de decir negro y cuando todo el mundo dice negro, yo debo defender al pobre blanco, abandonado a su suerte, destrozado por la moda de una causa que arrolla sin piedad al enemigo. Una causa es un monolito y los monolitos me aterran, porque son la injusticia, siempre, con alguien.
El episodio del autobús naranja -respuesta a una previa campaña en marquesinas en el País Vasco afirmando lo contrario- revela un gran desencuentro, que debemos reconducir a un desacuerdo civilizado. Para unos la conversación sobre el sexo empieza y termina con un dato biológico, en sí mismo innegable: “los niños tienen pene, las niñas tienen […]
No se asusten si no encuentran Birmania en los mapas. Para Naciones Unidas, la Unión Europea y su propio gobierno se llama República de Myanmar. El origen de este nombre viene del sangriento golpe de Estado que la junta militar asestó a su ciudadanía en 1988.