Duelo

Marta Orriols: vida después de la muerte

Marta Orriols: vida después de la muerte

Tenemos una conversación pendiente: la muerte. Nos tapamos los oídos y cerramos los ojos. Pero a todos nos llega. “Estamos tan inmersos en el hecho de vivir que pasamos de puntillas por estas cosas”. La muerte nos acompaña y la tememos porque algún día se llevará a nuestros familiares y a nuestros amigos y a nosotros mismos. Se nos contrae el pulso si hablamos de la muerte. Pruébenlo: saquen el tema en la hora del almuerzo. “Nadie nos prepara para la muerte”, dice Marta Orriols, “pero cómo vas a prepararte para perder a alguien al que quieres tanto”.

La desconocida de la foto

La desconocida de la foto

Los escritores recibimos con cierta regularidad esta pregunta: «¿Cuánto hay de realidad en lo que escribes?». Tanto lo he analizado, desde todos los puntos de vista, que se ha convertido en mi obsesión. Ya saben, los escritores, dicen, tienen una obsesión y en realidad, todas sus novelas van del mismo asunto. La mía es esa. ¿Qué hay de verdad aquí? Pero en contra de lo que la mayoría de la gente opina, no me refiero a qué hay de verdad en mis ficciones, sino a todo lo contrario. Lo que yo me pregunto es qué hay de verdad en mi realidad.

Duelo en la etiqueta

Duelo en la etiqueta

Los muertos nos han hablado. Cada año, la tierra pasa junto a su morada, en algún punto de la órbita terrestre que coincide con el 1 de noviembre. El tiempo de difuntos es como la primavera. Un lugar. Un lugar astronómico que varía en función de la velocidad de la tierra, de la posición exacta del sol. Un espacio-tiempo con portal hacia el interior, en el que vemos con más claridad las formas que habitan en nuestra conciencia. Es la zona en la que se nos permite, como quien cruza la frontera de la consciencia, hablar de los muertos, mencionarlos sin resultar pesados con el dolor, o el llanto, o el recuerdo de batallas sencillas.

El último animal mitológico

El último animal mitológico

e buscado el mail que les escribí a los amigos cuando murió mi padre, con la emoción de entonces: “Venimos de enterrar a mi padre. Murió ayer sábado, 9 de agosto. Ha estado diez días en el hospital, aunque en los tres últimos ya sabíamos que el final era inminente».

El tiempo recobrado

El tiempo recobrado

Las subastas permiten encapsular el tiempo por un módico precio de 148.000 dólares. Un precio desorbitado para el poemita de una niña holandesa, que esbozó unos pocos versos dedicados a «Cri-Cri», la hermana mayor de su mejor amiga. O al menos eso le hubiera parecido a ella, que escribió aquello como un juego. La tragedia que la engulló después convirtió este pedacito de papel en una reliquia que el mercado ha tasado hoy en un precio. Qué extraña paradoja tienen esos objetos que nos sobreviven. Depende de quién los roce pueden acabar en un desván, en el expositor de un coleccionista o como adorno de habitaciones donde convivirán con otros objetos con memoria. Así, en las tardes de los días festivos, su dueño paseará en silencio por la estancia y tratará de escuchar las historias que encierran. Pero a veces no se oye nada.

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