Más allá del famosísimo Machu Picchu, Perú esconde grandes tesoros en su naturaleza. Es el caso de Vinicunca, también apodada cerro colorado, montaña de siete colores o montaña arcoíris. De un solo vistazo se aprecia la razón de su nombre: la gama cromática que pinta sus laderas y cumbres es única en el mundo. Situada en el camino al Nevado Ausangate, en los Andes peruanos, la Vinicunca debe su paisaje colorido a su diversa y rara composición mineralógica. Por otro lado, su ”compleja historia geológica de sedimentos marinos, lacustres y fluviales» la hacen aún más atractiva, según un informe de la Oficina de Paisaje Cultural de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco.