Mannheimer pasó su vida recordando el horror que vivió en su juventud en un periplo en el que pasó por Dachau, Theresienstadt, Auschwitz y Varsovia y donde perdió a casi toda su familia. En el libro Tercera vida recogió sus memorias, donde cuenta cómo, famélico y enfermo de tifus, fue liberado al llegar las tropas estadounidenses a la localidad alemana de Tutzing, donde se encontraba en aquel momento junto a su hermano pequeño. La familia Mannheimer abandonó la zona ocupada por los nazis en enero de 1939, pero no consiguió huir de la persecución nazi y en enero de 1943, tras pasar por el campo de concentración de Theresienstadt, fue deportada a Auschwitz. Allí fueron asesinados la mujer de Max, sus padres y tres de sus hermanos. Junto con su hermano Edgar sobrevivió hasta la llegada de las tropas norteamericanas, donde comenzó su “tercera vida”, que dedicó a relatar su experiencia para que no cayera en el olvido.
Dedicó la mayor parte de su vida a dar voz a los seis millones de judíos que se estima que murieron a manos de los nazis, en charlas dirigidas a escolares o adultos en todo el país, y a combatir a la extrema derecha. «No sois responsables de lo que pasó, pero sí de que no vuelva a suceder», era una de las frases casi siempre presentes en sus encuentros con los estudiantes.