Fui a ver Capitana Marvel sin prejuicios ni grandes expectativas. Tenía palomitas, regaliz y una niña de casi cinco años a mi lado que estaba deseando descubrir por qué tenía rayos en las manos la chica rubia del cartel que veíamos cada tarde al volver del cole.
La muerte de Phillip Seymour Hoffman es una de esas noticias tan tristes, repentinas y sorpresivas que uno no las termina de creer. Dentro de ese cuerpo blando y ese rostro bonachón anidaba un alma compleja y cargada de matices.