Inmigración

Deja pasar

Deja pasar

Cuando centenares de cuerpos yacen en el fondo del Mediterráneo, cuando decenas se asfixian hacinados en camiones en Austria, cuando tantos caen rendidos en el paso por los Balcanes, los valores democráticos sobre los que se asienta Europa deberían resplandecer, ahora más que nunca, como una luminaria, como un faro que guíe con su luz a aquellos que esquivaron la muerte de dictaduras crueles y del espanto del ISIS, abriendo así sus puertas a una emigración que busca refugio, anhelante de vida y libertad.

Tocados y hundidos

Tocados y hundidos

Me pregunto a menudo dónde quedó la solidaridad, la generosidad, la ayuda al prójimo… Da igual por qué religión reces, da igual si eres ateo, se trata de ser persona, de ser humano, de empatizar, de entender que quizá podías ser tú, tu hijo, tu nieto o tu primo el que viviera esa situación.

Inmigrante

Ni el frío, ni el mar. Ni las montañas, ni las cuchillas de la valla. Nada. Nada puede interponerse en el camino de una persona que lucha por su vida. No tiene nada que perder, nada.

¿Hasta cuando?

Una vez más los medios de comunicación, todos, prensa, radio y televisión vuelven a hablarnos de los nuevos intentos de saltar la valla de Melilla. La misma imagen de siempre.

El peor camino

España necesita inmigrantes, porque sin ellos esta sociedad egoísta, solipsista y hedonista, incapaz de regenerarse físicamente, está condenada a la decadencia, precariedad, pobreza y agonía.

Supervivencia denigrante

Si la adherencia al cargo de ciertos políticos en España se ha convertido en una lacra de tarjetas negras y uso indiscriminado de dinero público, en otros países esa ambición por el poder y el dinero se paga con palabras mayores.

Bergoglio

Bergoglio

Bergoglio, el Papa Francisco, me inspira confianza. Soy creyente. Llevo años muy distanciado de la jerarquía de la Iglesia, a quien percibo en otro mundo, mortal, humano, mundano, e inmensamente lejano de lo que mis padres.

Hacia los salvajes

A punta de pistola. Así terminó su viaje. Cualquiera sabe los días que habrá pasado caminando hacia lo desconocido. Si habrá visto las huellas de quienes lo intentaron antes que él. O sus restos.

Un viaje de dos años.

Un viaje de dos años.

Son las mismas aguas cristalinas en las que algunos afortunados se bañan en vacaciones. Las mismas aguas con las que todos soñamos para nuestro verano perfecto. Las aguas de un Mediterráneo que sólo se transparentan en unas pocas playas de ensueño.

Una casa que no existe

Una casa que no existe

Los nadie de Galeano cada día son más. Más nadie y más en número. Más seres humanos que conforman una mayoría de la humanidad. Que no tienen casi nada, y están en vísperas de nada. Y nosotros a lo nuestro, a nuestras cosas. Y no puede ser.

Miedo al distinto, miedo al igual

Miedo al distinto, miedo al igual

Los pobres, en la calle, protestan por la llegada de otros más pobres con quienes tendrán que compartir el mercado laboral no cualificado. Lo hacen con carteles contra la ilegalidad. Lo hacen enarbolando la ley porque saben que a ellos los pobres solo la ley los protege.

La terca esperanza de la libertad

La terca esperanza de la libertad

Muchas veces son los padres los que los animan o conminan al largo viaje. Otras veces se escapan ellos solos, algunos con seis y siete años, muchísimos con ocho, diez o doce, dispuestos a jugarse la vida por un poco de esperanza. Con frecuencia no llegan a ninguna parte.

El peligroso viaje de un niño

El peligroso viaje de un niño

Imagine que vuelve a ser niño otra vez, como esta chica de la fotografía. Imagine que para usted el mundo se acaba en los arrabales de su pueblo, y que su casa son los brazos de su abuela. La vida no es fácil, pero usted es un niño, así que tampoco sabe pensar en el futuro.

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