«Espero que no solo se estudie el Holocausto, sino todas las persecuciones que ha alimentado en la historia la mezcla letal de política, mentira y búsqueda a cualquier precio del poder»
Porque así funciona el periodismo, y porque así funcionamos nosotros, noticias como la del atentado contra la sinagoga de Pittsburgh podrían hacernos creer que el antisemitismo es algo extraordinario, excepcional, rémora de un pasado que se niega a morir. Han tenido que venir los de siempre a protestar como Torrente porque han tirado a unas judías a nuestras piscinas municipales para sacarnos de nuestro error y recordarnos que el terrorismo y los asesinatos serán carne de titular pero el antisemitismo es en realidad el pan nuestro de cada día.
Hay varios elementos en «Llámame por tu nombre», la bella película de Luca Guadagnino, que funcionan como símbolos de su tema principal, que es el deseo. Está el «judaísmo discreto» del que presume la familia del protagonista, alusión a una homosexualidad latente.