Manuel Arias Maldonado

Ventanas rotas

Ventanas rotas

En el curso de una entrevista con el periódico Bild en noviembre de 2004, se preguntó a Angela Merkel por las emociones que le despertaba Alemania. Su respuesta es conocida: «Estoy pensando en ventanas herméticas. Ningún país hace ventanas tan herméticas y hermosas». En un instante, Merkel pasa de la abstracción nacional a la concreción artesanal: preguntó la poesía y le respondió la prosa. Es verdad que no todos los países tienen la historia de Alemania; tampoco abundan las naciones capaces de aislar tan ejemplarmente sus casas del frío invernal. El caso es que con esta declaración Merkel rendía un homenaje indirecto a Helmut Schmidt, el gran canciller socialdemócrata de los años 70. A Schmidt su época le demandaba una visión ideológica de gran calado, pero él no estaba de acuerdo y de ahí su célebre prescripción: «Quien tenga visiones, que vaya al médico».

En París se baila

En París se baila

Desde 1842, según leemos, no llegaba hasta Portugal un huracán de la magnitud de Leslie. Se trata del quinto huracán tropical en alcanzar la península, conforme a los registros existentes. Y aunque sus efectos no parecen haber sido demasiado severos, el episodio trae a la memoria uno de los más conocidos desastres naturales: el terremoto de Lisboa.

Mutatis mutandis

Mutatis mutandis

Aunque son muchos los aspectos de este tortuoso proceso de salida que merecerían comentario, la humillación que según la prensa británica habría sufrido Theresa May sufrido en la reciente cumbre de Salzburgo sugiere un interesante paralelismo con esa variante española del Brexit que es el procés.

Post-verdad: un equívoco

Post-verdad: un equívoco

No cabe duda: la de post-verdad es una de las etiquetas más exitosas de nuestra época. Palabra del año a juicio de los Oxford Dictionaries en 2016, forma junto al populismo y el nacionalismo una santa trinidad causal para explicar las turbulencias políticas de nuestra época.

Demonios familiares

Demonios familiares

Pocos demonios son tan familiares como los demonios de la otredad: porque con los otros tenemos que convivir. Salta a la vista, sin embargo, que las sociedades europeas viven estos meses la reaparición de un tipo particular de otredad, representada no por quienes viven entre nosotros, sino por quienes aspiran a hacerlo en busca de una vida mejor. Es una otredad imaginaria, desmentida sin ambages por antropólogos y genetistas, que sin embargo produce efectos políticos reales. Porque no son ficticios los mecanismos psicobiológicos que saturan afectivamente nuestra percepción del otro: la historia de la xenofobia se ha escrito sobre los renglones torcidos de un rasgo evolutivo que nos empuja a colaborar con los miembros de nuestro grupo y competir con sus presuntos enemigos. De esa disposición atávica se aprovechan los actores políticos que agitan el fantasma de la islamofobia o alertan contra la contaminación cultural de las viejas tradiciones nacionales: en Italia, Estados Unidos, Hungría, Cataluña. De modo que si queremos evitar que la crisis migratoria se lleve por delante el proyecto europeo, el realismo es el primer mandamiento: ninguna apelación lírica a la coexistencia fraterna logrará persuadir a quienes aplauden la idea de elaborar un censo para gitanos.

Cénit del sesgo

Cénit del sesgo

Durante los últimos años, los comentaristas más sofisticados de la esfera pública española se han familiarizado con la literatura científica sobre los déficits de la racionalidad individual: han aprendido que los sesgos ideológicos o afectivos se interponen en el camino de la deliberación racional.

Vendrá el sistema y tendrá tus ojos

Vendrá el sistema y tendrá tus ojos

No sabemos en qué estaba pensando David Byrne cuando escribió «Once in a Lifetime», la memorable canción incluida en Remain in Light, álbum de Talking Heads publicado en 1980. Pero sí sabemos que hoy podría aplicarse con facilidad no tanto a Pablo Iglesias -quien debería saber por qué se encuentra hipotecado y a las puertas de la paternidad- como al partido que lidera y sus votantes. Su perplejidad es más que comprensible. Ya que nos hemos acostumbrado a pensarlo todo en términos de «relato», el famoso chalé en la sierra hace algo más que suministrar un inesperado giro narrativo: nos sugiere, como en algunas novelas de Nabokov, que el narrador nos había estado engañando. Quizá sigamos leyendo, pero ya no confiaremos en él.

La prosa de ETA

La prosa de ETA

Tiene escrito en algún sitio Sánchez Ferlosio que decir que el tiempo todo lo cura es aceptar que el tiempo todo lo traiciona. Uno de los narradores de Graham Greene lo expresa así: por más que usemos superlativos o nos demos golpes en el pecho, nadie muere por amor y eso nos convierte en comediantes. O sea, en usufructuarios de ideas y sentimientos que cambiamos por otros cuando toca. Sin embargo, de ETA no puede decirse semejante cosa: siguen siendo lo que fueron. La diferencia es que hace tiempo que ya no pueden hacer lo que solían.

Schleswig-Holstein

Schleswig-Holstein

la herencia semántica que identifica decimonónicamente los golpes de Estado con la toma del poder estatal a manos de militares y, por tanto, la reticencia de tantos comentaristas y ciudadanos a identificar como tal el intento de voladura del orden constitucional perpetrado por el separatismo catalán; el correspondiente éxito internacional del relato victimista confeccionado sin descanso por el soberanismo, que ha permeado las más excelsas redacciones de la romantizante prensa europea

Mal del siglo

Mal del siglo

¿Cómo interpretar los signos que salen a nuestro paso? Sobre ese interrogante construyó Thomas Pynchon una novelita prodigiosa, La subasta del lote 49, publicada hace más de medio siglo. Su protagonista, la inefable Oedipa Mass, ama de casa californiana a la que su difunto marido deja un peculiar legado, cree descubrir en la California del Sur de los años 60 los restos activos de un sistema postal alternativo al oficial cuya existencia clandestina se remonta al siglo XVIII.

El gran comodín

El gran comodín

Ya se trate de una mesa redonda, una conversación de sobremesa o un trayecto en taxi, la fórmula es infalible: para no pelearse y terminar con una dosis reconfortante de indignación, basta con apelar a la educación y su reforma, solución a todos los problemas conocidos y por conocerse.

La paradoja del activismo

La paradoja del activismo

Durante los últimos meses, el feminismo occidental se ha convertido en protagonista indiscutible de la vida pública: no hay día que pase sin que sus reivindicaciones sean apasionadamente discutidas en medios y redes. Su impacto es, o parece estar siendo, sobresaliente. Pero si dejamos ahora a un lado el debate sobre el contenido de esas reivindicaciones y nos fijamos en la estrategia mediante la cual se presentan al público, toparemos con una de las paradojas que aquejan a cualquier activismo mínimamente exitoso.

Obscena Navidad

Obscena Navidad

En Navidad, de un tiempo a esta parte, uno siente nostalgia de la Navidad. O sea, de la Navidad tal como era antes o como uno la recuerda: breve, concentrada, sintética. Su modesta estructura se componía de una semana preparatoria y una quincena de ejecución: desde las vísperas de la lotería hasta la comida de Reyes.

Ferlosio 90

Ferlosio 90

Para evitar el oportunismo inherente a los obituarios, nada mejor que celebrar a los vivos mientras viven. Por eso está bien que el Ministerio de Educación y Cultura rinda homenaje hoy, cuando cumple noventa años, a Rafael Sánchez Ferlosio. Y ojalá que, a diferencia de lo que sucedió en Alcalá cuando recibió el Premio Cervantes, el augusto plumífero no tenga que pedir educadamente a la tuna que no le cante nada.

Tocar de oído

Tocar de oído

Hablamos mucho del obstáculo que, para el gobierno democrático de las sociedades contemporáneas, representa su complejidad. ¡Y con razón! Pero la crisis catalana nos demuestra que incluso los aspectos más sencillos de la organización política democrática constituyen una fuente inagotable de confusión ciudadana. Lo que de paso nos recuerda qué difícil es construir sociedades bien ordenadas y capaces de perseguir de manera justa la realización de principios básicos como la igualdad o la libertad.

España 155

Tenemos tiempo -hasta la noche del lunes- para reflexionar sobre el paso sin precedentes que ha dado el gobierno con la activación del artículo 155 de la Constitución: en la vida, en fin de cuentas, siempre hay una primera vez. Pero salga lo que salga a estas alturas del Parlament, difícilmente se detendrá su aplicación, a pesar del carácter disuasorio implícito en la elucidación de las medidas que con él se proponen. Siguen unas notas al respecto.

Pudieron

Pudieron

La celebración de la asamblea de cargos públicos convocada por Podemos, que tuvo lugar ayer en Zaragoza, dejó dos noticias. Una es el lamentable incidente protagonizado por la «masa de acoso» (la categoría es de Elías Canetti) de extrema derecha que se congregó en Zaragoza para proferir insultos a los asistentes, tirar una botella a la Presidenta de las Cortes de Aragón y romper las lunas de un coche de TV3. Sucedía esto al final de la semana en que fue ordenado el ingreso en prisión del líder de Falange española por el asalto a la librería Blanquerna durante la Diada de 2013. La segunda noticia es el fracaso de la asamblea misma. Era previsible, dada la extravagancia de la idea: reunir a representantes políticos de todo el país con objeto de crear una legitimidad paralela a la de las Cortes Generales. O sea, una suerte de poder dual capaz de debilitar la autoridad de Ejecutivo y Legislativo, haciendo frente común contra la «represión del PP» y defender el «derecho de autodeterminación de Cataluña». Pero la noticia no está en la pobre asistencia, sino en el hecho mismo de la convocatoria. Es, como otras iniciativas de Podemos durante las últimas semanas, síntoma de una degradación.

¡A leer en la Rentrée 2017!

¡A leer en la Rentrée 2017!

Volver a la realidad es duro, lo sabemos, es por eso que la rentrée es la época ideal para refugiarse en la lectura y permanecer -aunque sea por instantes- en mundos, tiempos e historias que no son los nuestros. Aquí las recomendaciones de cuatro de nuestros Subjetivos para dejar que el cuerpo regrese a los hábitos y los zapatos con calcetines, mientras el alma divaga un poco más.

Afterparty

Las fiestas populares que salpimentan el verano español han alcanzado ya su primera cima en los sanfermines pamplonicas, a la espera de que tengan lugar la así llamada tomatina de Buñol y la multitudinaria Feria de Málaga, sin desmerecer otras aglomeraciones de similar alcurnia y éxito turístico. Eso sí, ninguna puede competir en cobertura mediática con los encierros taurinos de la capital norteña: si se hace necesario interrumpir la llegada de la humanidad a Marte para que los españoles pueden ver a los Miura correr despavoridos entre miles de personas ataviadas con una camisa blanca y un pañuelo rojo, Televisión Española no tiene problema en hacerlo. ¡Solo faltaría! De creer a los más avezados intérpretes de la fiesta, el servicio público consiste aquí en mostrar a los ciudadanos un rito milenario que, enfrentando al ser humano y a la bestia arquetípica, nos recuerda la condición mortal de nuestra especie y su secular oposición simbólica al resto de la naturaleza. Todo ello, se entiende, mientras recogemos el palillo de dientes que se ha caído encima de nuestras chanclas en pleno mediodía canicular y nos disponemos a dormir una siesta de dos o tres horas.

¿Macron, populista?

¿Macron, populista?

Tras asegurarse una formidable mayoría parlamentaria -afeada por la fatiga participativa de los franceses- que parecía impensable hace apenas seis meses, la pregunta sobre el populismo de Macron presenta un interés que va más allá de la teoría y apunta hacia las lecciones que puedan extraerse de su vertiginosa conquista del poder.

Londres

Londres

Samuel Johnson dejó sentada la jurisprudencia: «Quien está cansado de Londres, está cansado de la vida». Y es la vida, esa vida desbordante en el verano de los pubs y los puentes y los parques, lo que no soporta el nihilismo de todas las confesiones. Tampoco el ejercido con grotesca eficacia por el yihadismo global, capaz de poner medios industriales (automóvil) y atávicos (cuchillo) al servicio de una misma voluntad homicida. Así este sábado en Londres, capital de la vida convertida en capital de la muerte por obra de un puñado de fanáticos que parecen salidos de otro siglo. Pero son habitantes del nuestro, porque es en el nuestro donde cristaliza el encontronazo violento entre la modernidad y sus enemigos: una desigual gigantomaquia de la que somos víctimas y testigos.

Tótem y tabú

Acaso la clara victoria del sanchismo pueda explicarse recurriendo a los términos antropológicos utilizados por Freud: el tótem y el tabú. Lo que ha hecho Sánchez es invocar un tótem capaz de unificar a la tribu y denunciar la violación del tabú por parte de sus rivales internos. El tótem es la integridad ideológica del partido, definido por su oposición a la derecha; el tabú, el entendimiento con esa misma derecha.

La posibilidad de una isla

Esta vez, los resultados se han parecido a los pronósticos. Y si lo mismo vuelve a suceder dentro de dos semanas, Emmanuel Macron se convertirá en el nuevo monarca republicano: un liberal progresista que ahuyentará el fantasma del populismo, confirmando tras lo sucedido en Holanda que la historia de su imparable ascenso no es la única que los medios de comunicación tienen a mano. De momento, el populismo parece situar su techo en torno al 20% de los votos, salvo allí donde las elecciones son presidenciales (USA, la venidera segunda ronda francesa) o se vota en referéndum (Brexit). No hay mejor prueba de las ventajas que presentan los sistemas parlamentarios, ni de la importancia decisiva de los diseños institucionales: la voluntad popular, mejor cuanto más mediada.

¡Oh, mujeres, no hay mujer!

¡Oh, mujeres, no hay mujer!

«¿A quién, pobre de mí, he sido adjudicada como esclava?», se pregunta el corifeo en Las troyanas de Eurípides, cuando las mujeres del bando derrotado esperan el resultado del sorteo -institución democrática multiusos- que les asignará destino entre los griegos tras la caída de Troya. Han pasado 25 siglos desde entonces y aquel lamento resignado se ha convertido en un movimiento social y político de gran sofisticación teórica.

Placeres mundanos

Placeres mundanos

Me contaba un amigo que estas Navidades le han regalado un set profesional para afeitarse en casa a la antigua usanza: con navaja y emulsiones. Según parece, alrededor de este noble hábito ha emergido una formidable subcultura que incluye tutoriales en Youtube, trueque de lociones entre particulares y apasionados debates sobre el afilado de las cuchillas. Es sabido que Internet ha facilitado la creación de comunidades virtuales allí donde antes era necesaria la vecindad física o la venta por correspondencia. Ya que quien dice afeitado tradicional, dice muchas otras pasiones inútiles: desde el coleccionismo de monedas a la ingesta de cervezas artesanas, pasando por los vinilos de música garaje y los soldaditos de plomo de las guerras napoleónicas. Sus practicantes no son tanto los justos que están salvando el mundo, según decía Borges, como los individuos obsesivos que hacen difícil hablar de un capitalismo homogeneizador y monolítico. Hace mucho que no estamos en el fordismo, sino en una economía de consumo hiperdiversificada donde se crean necesidades a la misma velocidad que se amplía la oferta que satisface las preexistentes. Otra cosa es que las multitudes que se agolpan en los grandes almacenes el primer día de las rebajas nos impidan apreciar esa delirante diversidad. O que pensemos sinceramente que seríamos más felices, como decía Ferlosio contra Hegel, a la sombra del cocotero. No podemos descartarlo.

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