Sin saber por qué, el tal Melendi me cayó bien desde el principio y me asomé a sus canciones. Me acompañan en el coche y siempre son bienvenidas cuando suenan en la radio.
Lo hemos conseguido, una mano robótica que percibe las caricias. Los ingenieros y los médicos cada vez me sorprenden más, pero creo que no se esfuerzan lo suficiente.