Diez años sin Jackson
Jackson era como el pegamento entre tanta añoranza. Para el nacido en los ochenta, siempre estuvo ahí, engañando al reloj.
Jackson era como el pegamento entre tanta añoranza. Para el nacido en los ochenta, siempre estuvo ahí, engañando al reloj.
En algún momento volvió a ser trendy ser comunista, porque la gente cabreada se traga cualquier cosa. En el tiempo que yo he sido conservador, liberal, socioliberal y meramente perplejo, una o dos generaciones se han descubierto en una ardorosa militancia sobrevenida.
A propósito del estreno de ‘Toy Story 4’, reflexionamos sobre el negocio de la nostalgia y las causas del mismo
La vuelta de vinilo podría ser englobada en eso que genéricamente se ha llamado “retromanía”, un rasgo de la cultura contemporánea que nos hace valorar excesivamente nuestro pasado
El escritor inglés hilvana amor y memoria en su última novela, La única historia, que nos invita a preguntarnos: ¿Preferirías amar más y sufrir más o amar menos y sufrir menos? Él sí lo tiene claro…
Fui a ver Capitana Marvel sin prejuicios ni grandes expectativas. Tenía palomitas, regaliz y una niña de casi cinco años a mi lado que estaba deseando descubrir por qué tenía rayos en las manos la chica rubia del cartel que veíamos cada tarde al volver del cole.
Que podamos conocer la opinión de nuestros conciudadanos a través de las redes sociales constituye una novedad formidable sobre cuya importancia acaso no hemos terminado de reparar.
Ha vuelto a suceder. Un ultra indisimulado gana unas elecciones aupado por la ola reaccionaria que recorre gran parte de Occidente. Jair Bolsonaro será el próximo presidente de Brasil después de haber dicho, entre otras cosas, que el destino de los partidarios de su rival del Partido de los Trabajadores era irse del país, o que un policía que no mata no es un buen policía.
Este verano no veremos el mar. No iremos a la ría de Pontevedra, como los dos veranos pasados, gracias a mi empeño en pasar allí las vacaciones a pesar de lo lejos que está de Zaragoza. No nos bañaremos en la ría cuya temperatura oscila entre muy fría y fría según las corrientes y tanto le gusta a mi novio.
Cuando yo era niño, con el calor llegaban las medusas, los alemanes y el olor a Nivea. Es un mundo que sigue ahí, imperturbable, un verano tras otro, aunque se escurra entre mis manos como la arena de la playa.
La nueva película de Spielberg ha generado dos reacciones: indiferencia y rabia… no precisamente las que se desea en un estreno.
En 1990 yo tenía siete años y vi mi primera película de adultos: Pretty Woman. Luego lo hice en tantas ocasiones que llegué a aprenderme los diálogos. Pero recuerdo sobre todo esa primera vez porque me pareció una película verdaderamente emocionante. Sobre todo el final, con esa canción de Roxette que decía aquello de “It must have been love, but it’s over now” mientras una nostálgica Julia Roberts miraba a través de la ventana de una limusina y un jovencísimo Richard Gere se iba al aeropuerto, dándole vueltas a si volver o no a buscar a la princesa Vivian. Y no solo la va a buscar sino que además le compra un ramo de rosas rojas. Aún estoy viendo a Richard Gere subiendo por la escalera de incendios –Richard, seguro que si hubieras llamado al telefonillo, como una persona normal, hubiera habido ascensor– hasta que después de la proeza, con el vértigo a cuestas, llega donde su querida Vivian y todo termina fundido en uno de esos besos románticos, limpios y apasionados. Entonces, una voz en off dice “Bienvenidos a Hollywood, tierra de sueños, unos se hacen realidad y otros no. Pero sigan soñando”. Gracias por el dato, que sino aún estaría esperando a Richard Gere en mi casa sin escaleras de incendios.
La TV vive su era dorada, pero eso no implica que ha escapado de la nostalgia.
Cuando en 2001 las Spice Girls se separaron nada podía hacernos pensar que su recorrido no había acabado. Dejaban detrás a una legión de fans, y con los años han logrado pasar de ser la girlband por excelencia a un icono de los años 90. Tal es su trascendencia, que en el 20 aniversario de su primer disco son diversas las iniciativas que se están llevando a cabo para conmemorarlo.
Al permitir que Facebook elija los eventos supuestamente más significativos en nuestras vidas, los recuerdos que el algoritmo ignora se sacrifican hacia el olvido.
GLOW explora tanto el lado brillante y tonto de los ochenta, como el que no lo es. Feminismo y lucha libre, todo en uno.
Zweig fue como un gitano curioso que viaja sin fronteras, como él mismo se describió, y sintió como propio el espíritu de Europa, que comprendió como una manera de explicarse el mundo.
“¿Qué tenéis contra la nostalgia?”, se preguntaba en un monólogo sobreactuado uno de los personajes de la película La gran belleza. Y aducía ante su audiencia con gesto contrito: “es lo único que nos queda a los que no tenemos esperanza en el futuro”. Hay un breve silencio en el que el personaje espera angustiado sin abrir la boca la reacción del público. Estallan los aplausos y vítores, y el personaje queda liberado del esfuerzo y la frustración tras ser al fin un dramaturgo de éxito, objetivo que lo había llevado hasta Roma siendo un estudiante. Cumplido su anhelo, vuelve al pueblo. Se ha deshecho de angustias existenciales y de algún amor no correspondido. Ahora es libre y se dispone a comenzar otra etapa. De madurez, sino fuera porque la madurez le ha pillado más cerca de los 60 que de los 30.
No es una película de culto, probablemente no va a cambiarle la vida a nadie, pero T2 Trainspotting te dejará hacer un poco de turismo en tu propia juventud
“Tarde o temprano todo lo viejo es nuevo otra vez”, una frase convertida en premisa para entender fenómenos y dispositivos analógicos en el mundo digital.
Empezando por el mausoleo de la Plaza Roja de Moscú donde reposa el cuerpo embalsamado del ideólgo de la revolución de 1917, Vladimir Ilich Lenin, situado frente al Kremlin, a unos metros de la tumba del otro gran adalid de la revolución, el dictador Josef Stalin. Se espera que, como otros años, la Plaza Roja de Moscú se llene de nostálgicos que asistan al desfile militar, y veremos a miembros del Partido Comunista portando banderas e imágenes de Lenin y Stalin mientras recorren las calles de la capital. No faltará tampoco el homenaje ante la estatua de Lenin.
Para unos, esta conmemoración, al igual que las que se repiten cada año, es una forma de preservar la gloriosa etapa de la URSS y del Partido Comunista Ruso, el PCUS; para otros, es sólo parte la historia del país para atraer a los turistas y asisten a estas conmemoraciones con indiferencia. Entre los primeros, de algún modo, está el actual presidente ruso, Vladimir Putin, ex miembro de la temida KGB – los servicios secretos soviéticos – que llegó a decir públicamente que «la caída de la URSS fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo». Entre los segundos, buena parte de los jóvenes rusos.
A pesar del paso de los años, a pesar de que la revolución rusa fue una época de penalidades, de purgas y crímenes de estado, llaman la atención los resultados de una encuesta hecha en noviembre de 2016 por el instituto independiente Levada. A la pregunta «¿Lamenta la caída de la URSS?», el 56% de las personas respondió que sí, el 28% que no y el 16% no se pronunció. Lo que refleja una clara idealización sobre lo que fue realmente la revolución. Por eso, porque no hay una idea generalizada entre la población rusa sobre lo que realmente fue la URSS, su dictadura, su sistema de partido único, su falta de libertades políticas y religiosas, con una represión que causó millones de muertos, fusilados, enviados a los gulags o exterminados de hambre, se sigue conmemorando en octubre la Revolución de 1917 que dio origen el primer estado comunista hasta entonces.
Las grandes civilizaciones han eclosionado siempre en lugares con mucho sol. Desde los egipcios, la antigua Grecia –cuna de la democracia– o el Imperio Romano, el buen clima ha propiciado el fomento de las relaciones sociales, convirtiendo estas sociedades en referencia durante mucho tiempo de la religión, la filosofía, el derecho o la política. Del humanismo, en fin.
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