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Ni España es el problema ni Europa la solución

Ni España es el problema ni Europa la solución

Los bilbaínos que acudieron a una conferencia de título, en principio, poco atractivo (“La pedagogía social como programa político”), pero impartida nada menos que por el filósofo José Ortega y Gasset, tuvieron allá por 1910 el privilegio de escuchar en primicia una frase que se acabaría convirtiendo en todo un lema para nuestro país. Se trata del célebre “España es el problema y Europa la solución”: una idea que al regeneracionismo de inicios de siglo apasionó, la II República ambicionó, los antifranquistas contemplaron con esperanza y nuestra democracia actual ha elevado casi al rango de dogma.

La diferencia

La diferencia

Usted puede preferir los colegios mixtos. Con quince años, mis amigos y yo los preferíamos. Ardientemente. ¡Qué bien nos lo pasábamos lamentando con un desconsuelo garcilasiano que nuestro colegio no lo fuera! Los argumentos a favor de la enseñanza mixta son muy respetables, incluyendo aquellos razonamientos adolescentes (si me perdonan el oxímoron).

El ala oeste de la Puerta del Sol

El ala oeste de la Puerta del Sol

Ayer empecé una nueva serie de abogados made in USA titulada For the people (Por el pueblo). El título ya da todas las pistas. La cosa va de unos jovencísimos y preparadísimos abogados y fiscales de Nueva York que se incorporan al mítico juzgado federal donde fueron condenados los Rosenberg, apodado “The mother court”. Allí llegan los casos más épicos del estado, con lo que imagínense el proceso de selección y la brillantez de estos chavales para alcanzar semejante sueño. La cosa empieza con todos ellos jurando la constitución americana y después, unos se incorporan al turno de oficio y otros a la fiscalía del estado. Aunque ya estoy muy mayor para este tipo de series tan, tan, tan idealistas, en las que los aguerridos y preparadísimos letrados sueltan épicos discursos sobre la libertad de expresión y el modo de vida americano, quise probar a ver. Ya me había leído todos los nuevos giros del mástergatecifuentino y necesitaba ficción fresca a la que hincarle el diente.

El atrevimiento de la ficción

El atrevimiento de la ficción

Me sorprende gratamente el desparpajo con que ciertas series se encaran a los hechos para convertirlos en ficción sólida. Pienso que a menudo se sobrevalora la imaginación en el relato fílmico y literario cuando las historias más interesantes están ahí para contarlas con estilo. No es que la realidad supere la ficción sino que la primera es el material con que se construye la segunda. Quedó demostrado, por ejemplo, en la primera entrega de American Crime Story, The People v. O.J. Simpson, un potente y adictivo relato sobre el juicio del ex deportista y actor de cine ocasional por doble asesinato.

Empatías

Empatías

Esperaban una cascada de reconocimientos internacionales y se han encontrado con algún reconocimiento, implícito y con la boca pequeña, del fracaso del proceso separatista por parte de algunos de sus protagonistas. Se ensimismaron en su lucha contra el Estado de derecho y olvidaron los sentimientos y los intereses de sus conciudadanos. El estropicio parece obvio, pero el atrincheramiento de una parte no pequeña del independentismo en un búnker cognitivo es notable. La frustración les hace aún más impermeables. Lo que nos indica que el problema entre catalanes no va a solucionarse en los próximos meses. Va para largo y los giros sentimentales no ayudan. Ahora se trata de exigir a todo el mundo empatía y solidaridad con los políticos fugados o encarcelados.

Todos los hombres del presidente

Todos los hombres del presidente

Tenía muchas ganas de ver The Post, la versión de Spielberg de Los papeles del Pentágono y aunque me entretuvo y me gustó, me resultó algo decepcionante. Comprendí que Spielberg, admirador de la película Todos los hombres del presidente, había querido hacer la precuela. Fue una película que marcó un antes y un después en el “cine de periodistas”. De hecho, la de Spielberg cierra con el mismo plano, exactamente, con el que abre la otra.

La Cataluña de Ortega en 2018: ¡qué país!

La Cataluña de Ortega en 2018: ¡qué país!

El periodista Fernando Valls comparte con nosotros su opinión acerca del momento que vive Cataluña y sus -nada optimistas- perspectivas de futuro. «Si José Ortega y Gasset volviese a nacer escribiría la segunda parte de su famoso ensayo: La España invertebrada».

Votar en caliente

Votar en caliente

El colaborador de elSubjetivo José Carlos Rodríguez reflexiona en torno a las reacciones de la opinión pública al crimen de Gabriel, el niño asesinado por Ana Julia Quezada, la que era pareja del padre del menor.

Votar en caliente

Votar en caliente

El colaborador de elSubjetivo José Carlos Rodríguez reflexiona en torno a las reacciones de la opinión pública al crimen de Gabriel, el niño asesinado por Ana Julia Quezada, la que era pareja del padre del menor.

Madrid real

Madrid real

Meses fantaseando con la idea de dejar Madrid y cuando el salón se llena de cajas le entra a uno frío. Madrid es mucho Madrid, ciudad entregada a quien quiera tomarla. Pocas cosas se escogen en la vida y esta ha sido una de ellas desde aquella nocturna e infantil entrada en coche por la Castellana, con el Bernabéu iluminado, los botones en la puerta de los hoteles, la Cibeles y el poderío de las aceras limpias, grises y capitalinas. Desde Barcelona —adonde ahora regreso—, Madrid me silbaba y me guardaba un sitio que ahora dejo caliente.

Y para eso sirve un profesor de griego

Y para eso sirve un profesor de griego

Esta mañana, mis hijos y yo, de camino al colegio, pasábamos por delante de las obras de un inmenso polideportivo en construcción que lleva en esqueleto varios años. La mastodóntica obra municipal quedó paralizada por la crisis, pero desde hace unos meses los trabajos se han reanudado. Una cuadrilla de esforzados obreros va cubriendo aguas de los pabellones abiertos a la intemperie. Los niños, en el coche, comentaron el asunto. Dijo el de 10 años:

El amor sórdido de Salinger

El amor sórdido de Salinger

J. D. Salinger tenía 30 años “pelados, acababa de salir de la veintena” cuando conoció a Jean Miller en la piscina de un hotel de Daytona Beach. Estaba leyendo ‘Cumbres borrascosas’ y un hombre vino a decirme: “¿Cómo está Heathcliff? ¿Cómo está Heathcliff?” —dice Miller en ‘Salinger’, la biografía que firman David Shields y Shane Salerno—. Me lo dijo no sé cuantas veces. […] Por fin me volví hacia él y le dije: “Heathcliff tiene problemas”.

Rosalía

Rosalía

Retrocedamos 150 años. Se consumía 1868 cuando una ya experimentada Rosalía de Castro vio cómo su castillo de naipes literario, construido con tanto mimo, se venía abajo. Ya había publicado sus célebres Cantares gallegos, obra cumbre del Rexurdimento, colocando el idioma galaico en el imaginario peninsular y adhiriéndose al éxito de otras románticas españolas (o casi españolas) como Gertrudis Gómez de Avellaneda o Cecilia Böhl de Faber. Sin embargo, en este año de 1868, Rosalía ve cómo su vida cambia drásticamente, y es inevitable relacionar este cambio a su condición de mujer. Casi sobra decir que la escritora decimonónica era vista como una rémora por sus compañeros de profesión, una intrusa en el mundo cipotudo, un estorbo para las poltronas académicas. A esto había que añadirle dos nuevos naipes al castillo. Primero, el nacimiento de su hija Aura; segundo, el estallido de La Gloriosa, revolución que hubo de colocar las posaderas de Manuel Murguía, célebre marido de Rosalía, en la butaca de dirección del Archivo General de Simancas.

Armonía del vivir pensando

Armonía del vivir pensando

Comiendo en San Ángel, mi amigo Eduardo me asegura que Ramón Mercader podía salir de la cárcel cuando quería. Tanto es así que de vez en cuando se presentaba a cenar en su casa. A partir de aquí la conversación deriva rápidamente hacia el surrealismo cotidiano de este país entrañable que es México.

Lágrimas

Lágrimas

El columnista Miguel Ángel Quintana Paz analiza la creciente tendencia de llorar en público por parte de los líderes políticos y su verdadera intencionalidad al hacerlo.

No sóc aquí

No sóc aquí

Comentaba días atrás un miembro de ERC que “lo que no supera nadie es el ridículo, y al ridículo es a lo que nos está llevando la huida de Puigdemont y su empeño en gobernar desde Bruselas”.

Boadella, un genio, que cuando estaba en su apogeo el pujolato en su saga de “Ubú President” se ensañó con Pujol y Ferrusola ridiculizándoles a base de bien, ejerce ahora como Jefe de Estado de Tabarnia, y ha comenzado su mandato con un mensaje institucional de obligada visión para quien busque la vertiente desdramatizada del problema independentista. Comienza con un “No sóc aquí” que rememora el histórico “Ja sóc aquí” de Tarradellas, pero aplicado a quien pretende ser presidente desde fuera de Cataluña. No falsea Boadella su propia situación, porque el mensaje lo grabó fuera de Cataluña, y desde fuera de Cataluña piensa ejercer ridículamente el ridículo cargo de jefe de Estado de un Estado que no existe.

Tabarnia es una broma, pero se puede convertir en algo serio si aglutina a quienes están no ya hartos de independentismo, que también, sino hartos de políticos que con sus disparatadas actuaciones han despojado a Cataluña de su imagen de región avanzada, culta, europeísta, señorial y de sólida economía. Los promotores de Tabarnia, con Boadella a la cabeza, se resisten a que un puñado de políticos que han hecho del engaño su bandera y que han destacado sobre todo su mediocridad, lleven a Cataluña al abismo. Cuentan con dos millones de votos, es cierto, pero en ese triunfo innegable tiene mucho que ver que la falacia suele encontrar terreno abonado para conseguir adeptos, y si han demostrado sobradamente su torpeza en los asuntos de gestión, sin embargo son espléndidos en los de comunicación, y sus lemas sencillos y reiterativos, aunque mendaces, han calado en parte de una sociedad dispuesta a pensar que España es el origen de todos sus males. No ha ayudado mucho la acción de los sucesivos gobiernos centrales, también hay que decirlo, por eso están las cosas ahora como están. Mal. Sin embargo, la idea de Tabarnia y el fichaje de Boadella suponen un elemento de esperanza: nada mejor que echar mano del ridículo para destrozar al adversario.

La última noche, los Santos Inocentes, Platón, don Marcelino y Tabarnia

La última noche, los Santos Inocentes, Platón, don Marcelino y Tabarnia

Hay en la historia del teatro numerosos dramas arruinados el día del estreno porque en el momento culminante de la acción, lo que debía ser grave fue percibido por el público como ridículo. Es el caso de La última noche, de Echegaray. Sólo tuvo un defensor decidido, don Marcelino Menéndez Pelayo, quizás en reconocimiento de la última noche que se corrió con Echegaray y Juanito Santa Cruz.

¿Qué pasa en Cataluña?

¿Qué pasa en Cataluña?

¿Qué pasa en Cataluña? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí, y por qué los que no somos independentistas hemos tardado tanto en hablar? La respuesta tiene que ver con el factor humano. Hemos tardado tanto en alzar la voz porque por mucho tiempo hemos sentido que formábamos parte de ellos: del mismo pueblo, no sé si un sol poble, pero sí un pueblo cívicamente unido. Hemos abandonado progresivamente el espacio público por temor al ostracismo o la muerte civil. A que nuestros más allegados pensaran que no éramos dignos de su confianza. Porque, digan lo que digan, la libertad más difícil no se ejerce ni contra el poder –en democracia, siempre algo abstracto y lejano– ni tampoco contra la publicidad. La libertad más difícil se ejerce contra los amigos. Contra los tuyos.

Más carne y hueso, más luz y píxeles

Más carne y hueso, más luz y píxeles

En otras noticias, estudios recientes demuestran que ya pasamos casi la misma cantidad de tiempo online que durmiendo: entre siete y ocho horas al día. Por lo que ya se reduce a un tercio de nuestra vida aquella actividad tan atávica y misteriosa que es mirar alrededor, gastar energía cinética, susurrarle a alguien al oído, ser el espacio que ocupa nuestro cuerpo y no estar conectado a un cable de electricidad y una señal de wifi.

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