Desde el caos, florecen voces que hablan de cenizas, nostalgias y punzantes sentires; gritos de mujer que moldeados en verso traducen a una dimensión humana el sinsentido de la Guerra de Siria. Provenientes de un hogar en ruinas, han establecido un nuevo canon literario y gracias al poder catártico y revulsivo de sus letras, ofrecen desde lo íntimo un poderoso antídoto contra la indiferencia.
Maram al-Masri y Maisoun Shukair son mujeres, sirias y poetas. La primera, musulmana suní, nació en Latakia, emigró a París en los 80 tras desafiar la ley que prohíbe matrimonios interreligiosos y demuestra su firme oposición al régimen de Assad cada vez que tiene ocasión. La segunda ayudó a los heridos y desplazados por el conflicto desde su farmacia en Damasco ganándose las amenazas por parte del régimen y vio a su marido encarcelado como sospechoso opositor. Llegó al Centro de Refugiados de Alcobendas (Madrid) tras verse obligada a dejar a su hijo menor y su pareja en el lugar más inseguro del planeta. Reunida de nuevo con su familia en un minúsculo piso en el extrarradio de la capital, sueña con el momento de volver a su país mientras compone versos.