Todo sexo femenino
En la piscina del Club Natación Barceloneta, donde apuro la tarde leyendo una novelita, dos mujeres de mi edad se tumban en sendas hamacas justo al lado de la que yo ocupo. La más habladora, lo sé bien, se llama Teresa; fuimos juntos al Balmes. Ella, repetidora, tenía un novio dos años mayor. Era una muchacha hermosa, muy hermosa, y la evocación de esa hermosura aterriza con naturalidad en su rostro de ahora, en el que el tiempo ha dejado una sombra de amargura.