Ahora que es la hora de entender que vivimos una guerra mundial y nadie se da cuenta, o quizá ya entendieron. Ahora que una niña llamada Ébola reapareció en el mundo, o la hicieron reaparecer. Ahora que nos olvidamos de las barbaries en Sudán del Sur para irnos a los asesinatos de estudiantes en el sur de México.
Cualquiera de las victimas de los conflictos que asolan nuestro mundo representan una inmensa tragedia en vidas humanas cercenadas o mutiladas que merecen nuestra compasión. La dignidad del ser humano no distingue de razas, territorios, religiones o etiquetas políticas.
Lo primero perdón. Te pido perdón por la indiferencia con la que el mal llamado primer mundo te trata. La superioridad de los que creemos vivir en un mundo mejor nos hace pensar que tu hambruna, tus luchas continuas con la muerte a la que vences día a día, a nosotros no nos afectan.
En las ideologías que siempre inventa el totalitarismo para imponer sus odios, los derechos más sagrados de las personas, la vida y luego la libertad, son sólo una excusa para lograr el poder. Por eso no interesa la libertad de algunos.
Míralo, ahí lo tienes. Una vez más, con esa mirada perdida y cansada de la vida. Bueno, de su vida. La mirada del miedo, la que muchos de sus compañeros esconden bajo sus telas, un miedo que queda al descubierto por su posición sumisa.
Alguien dijo que uno ha llegado a viejo cuando la tarta de cumpleaños parece un desfile de antorchas. Otro, que eres viejo cuando las velas de la tarta cuestan más que el pastel.
Conrado Balducci, en algún tiempo alto capitoste del Vaticano, conocido exorcista y demonólogo, se ha despachado esta semana en un periódico italiano diciendo que el Vaticano tiene relaciones con extraterrestres.
Veo una fila de mujeres africanas con ropas muy vivas y elaborados peinados.