Sufrimiento, soledad, suciedad, soberanía, silencio, saqueo. Estas palabras me vienen a la mente cuando veo las imágenes y los videos sobre el país más joven del mundo: tres años en busca… ¿de qué?
Siempre lo digo y nunca lo llevo a la práctica. Y me arrepiento de no tener la suficiente valentía para hacerlo. Me refiero a guardar ayuno total de noticias, ya provengan de los medios de papel, cine, televisión o Internet como remedio in extremis para sanear mi conciencia.
Discrepo. Estos puntos álgidos de organizaciones como Naciones Unidas son una coña que ofende. En el confort del primer mundo, en el universo de los bienpensantes, siempre seleccionan para soldados a los niños más desdichados.
Estamos pagando las consecuencias de la alegre descolonización de África de hace medio siglo. Ahora sabemos que fue precipitada e ideológica (en su peor sentido), es decir, propagandística, retórica. Mejor sería que muchos países africanos volvieran al estatuto de protectorados.
‘Póngase usted en mi lugar’ tiene una expresión más gráfica y burguesa en inglés: ‘póngase usted en mis zapatos’. Como periodista hoy hago un esfuerzo por ponerme los del lector (incluso colegas) y ver la realidad de ese hormiguero después de la matanza. Todos descalzos.
La fotografía es como para llorar. Toda una contradicción en sí misma. O quizá no.
Oía esta mañana sin querer a un paisano en el quiosco de periódicos filosofar sobre la actualidad