¿Cómo hacer que mi perro no se estrese durante la mudanza?
Las mudanzas son estresantes para todos, especialmente para los perros. Pero siguiendo unas simples pautas podemos hacer que sea menos traumático.
Al igual que ocurre en los humanos, el estrés afecta directamente la salud del perro. Está incluso relacionado con el insomnio. Son muchos los factores que influyen y no siempre podemos controlarlos. Además, no todos los perros reaccionan de la misma forma ante determinadas circunstancias. Sin embargo, hay situaciones concretas en las que nuestro comportamiento puede marcar la diferencia, ayudando al animal a mantener la calma. Por ejemplo, cuando nos cambiamos de casa.
Las mudanzas son emocionantes porque marcan el inicio de una nueva etapa. Una oportunidad de oro para comenzar de cero. Pero esa carga emocional, sumada a las numerosas tareas que hay que coordinar y al poco tiempo que por lo general tenemos para gestionarlo todo, hacen que las mudanzas sean también realmente estresantes… y los perros tampoco se libran. No entienden lo que está pasando. De la noche a la mañana las cosas huelen, suenan y se ven de forma diferente. Son cambios difíciles de asimilar. Algunos pueden incluso llegar a manifestar comportamientos destructivos y problemas de salud importantes si no reciben a tiempo la ayuda necesaria para reducir sus niveles de estrés.
Señales de estrés en perros
Cada animal es diferente. Algunos se estresan en lo que ven la primera caja de cartón en la casa, otros pueden no mostrar ningún signo de estrés incluso semanas después de la mudanza. Pero esto no significa en ningún caso que sea un proceso fácil para ellos. Que las señales sean tan variadas tampoco ayuda y muchas veces pasan desapercibidas. Sobre todo al principio, cuando, además, los humanos estamos gestionando los distintos aspectos de la mudanza.
Que un perro deje de comer es siempre una señal de alarma. Y en el caso del estrés suele ser una de las primeras en aparecer. Luego, dependiendo de la personalidad, podemos notarlo más inquieto y nervioso que de costumbre o, por el contrario, ver cómo se aísla y actúa cada vez más distante. En ambos casos, la conclusión es la misma: necesita ayuda. Si no la tiene, el nivel de estrés irá aumentando poco a poco, pero con rapidez y escalará hasta generar una auténtica crisis de ansiedad. Durante este proceso, los síntomas más frecuentes son: la cola entre las patas, los temblores, el jadeo y el babeo constante, los bostezos que nada tienen que ver con el sueño, los estornudos, el vómito, la diarrea y una necesidad constante o bien de esconderse o bien de escaparse.
Actualmente, podemos encontrar en el mercado una amplia oferta de productos para tratar el estrés y la ansiedad en perros. Unos son más naturales, otros menos. Algunos incluso se publicitan como “ideales para épocas de cambios”. Sea cual sea el caso, antes de iniciar cualquier tratamiento, es indispensable acudir al veterinario. Que un producto sea natural no significa que sea inocuo. Y a veces, ya lo sabéis, el remedio puede ser peor que la enfermedad. El veterinario es el único capacitado para evaluar al animal y decidir si es necesario o no recurrir a algún producto o medicamento para facilitar el proceso de recuperación.
Pero, ¿qué podemos hacer para evitar que un perro se estrese durante una mudanza? Afortunadamente, mucho.
Consejos para facilitar la transición entre una casa y otra
Mantener la rutina. Nada desestabiliza más a un perro que un cambio en la hora de la comida o del paseo. Para ellos las rutinas son importantes. Saber qué esperar les da seguridad. Si a los cambios que observa a su alrededor le sumamos un cambio en su rutina diaria, las probabilidades de que se estrese y lo pase realmente mal son muy altas. Por supuesto, asegúrate de seguir prestándole la misma atención de siempre. Es probable que la mudanza te deje poco tiempo libre, pero tu perro te necesita.
Conservar sus cosas. Puede que no quepan o no combinen en la nueva casa y que te haga mucha ilusión aprovechar el impulso del cambio para renovar también las cosas de tu perro, pero la realidad es que tener sus antiguas pertenencias en el nuevo espacio facilita mucho el proceso de adaptación. La familiaridad de los objetos y de los olores tiene un efecto calmante en el animal. No las laves justo antes de la mudanza. Y en la medida de lo posible, intenta que sus cosas sean las últimas en empacarse y las primeras en instalarse en la nueva casa.
Realizar varias visitas antes del gran día. No siempre es posible, pero cuando sí se pueda, es recomendable ir varias veces con el perro a visitar la casa nueva. Pasear por el nuevo barrio y disfrutar, sin prisas, de esos momentos de conexión. Además de asociar la nueva casa a sensaciones positivas, el perro se acostumbrará al entorno y a sus nuevos olores y a su vez dejará el suyo. Llegado el día de la mudanza todo le resultará mucho más familiar y se sentirá más seguro.
Controlar nuestro propio estrés. Los perros pueden leer las expresiones faciales. Por mucho que intentemos disimular, saben exactamente cómo nos sentimos. Y lo que es más grave, pueden incluso llegar a contagiarse y adoptar nuestro estado de ánimo. Si nosotros estamos estresados, lo más probable es que, tarde o temprano, nuestro perro también lo esté. Por complicada que sea la mudanza, intenta mantener la calma. Respira. Piensa que en breve estaréis disfrutando del nuevo hogar y no dejes que el estrés os gane la batalla. Hazlo por ti y por tu perro.