Cinco alimentos del desayuno que no deberías tomar en ayunas
Pueden parecer muy amables, pero algunos de estos protagonistas no debieran ser los primeros en entrar en tu tubo digestivo
Puede parecer un contrasentido decir desayuno, alimentos y estómago vacío, pero la realidad es que no todo lo que comemos nos sienta de maravilla a primera hora del día. Ciertos productos muy frecuentes, ya sean en la dieta de adultos o menores, pueden suponer que empecemos el día con peor pie del que esperásemos.
Irónico, no lo negamos, pero la realidad es que la primera comida del día —que no la más importante, pues todas importan— no debería ser igual para todas las personas. No hablamos ya de las necesidades nutricionales o de la ingesta de calorías, grasas, carbohidratos o proteínas que debiéramos asumir, sino también de ciertas patologías previas.
Es muy habitual que a partir de una edad suframos los efectos del reflujo gastroesofágico (también llamado acidez estomacal, ardor de estómago o pirosis), motivo por el que ciertos ingredientes y alimentos no deberían ser los primeros en entrar en nuestro tracto intestinal al poco de levantarnos.
Además de ello, aunque lo damos por hecho, otros hábitos cotidianos como consumir picante hasta en el desayuno —esto no es habitual en España, pero sí en ciertas cocinas y culturas como la mexicana o la tailandesa— o pésimas costumbres como fumarnos ese primer cigarro de la mañana tampoco le van a venir bien a nuestra digestión. Vicio que, por cierto, también interviene de forma muy negativa después de las comidas, así que ese otro momento cigarrillo debería estar más que descartado si además importarnos nuestra salud pulmonar, también nos importa nuestra salud digestiva.
Lo que sí es cierto es que son muchos y muy diversos los desayunos que pueden disfrutarse en nuestro país, aunque la realidad es que pocos pasamos del café con leche con una tostada, ya sea con aceite o mantequilla y mermelada. Hay margen para la fruta, para ciertos salados como los embutidos y para la bollería, además de zumos o smoothies, pero por cuestiones de comodidad o tiempo lo más probable es que nuestro desayuno sea más bien magro.
Cinco alimentos que no deberías tomar con el estómago vacío
Algunos de los culpables de esta lista pueden estar presentes por disparar nuestra acidez matutina; otros por llenarnos de calorías y grasas que además ralentizan las digestiones y otros, los menos, porque sus bondades nutricionales pasan relativamente desapercibidas si las consumimos en soledad.
Partiendo de la base de que no existe el desayuno perfecto, sí es cierto que hay unos mínimos que deberíamos cumplir con un equilibrio nutricional donde hubiera frutas, cereales integrales y las proteínas que aportaría un yogur natural. Fuera de allí encontramos un mundo de cereales refinados, como en el pan blanco o la repostería industrial, que además va aparejado a una cantidad insana de azúcares añadidos.
Un problema que incluso en alimentos a priori saludables también encontraremos en forma de un exceso de sal, como pasaría con una tostada con jamón ibérico —los embutidos son una fuente de sodio de primer orden— o incluso en un producto tan aparentemente amable como el tomate rallado, que también podría elevar nuestra gastritis. Por no hablar ya del mito del ajo en ayunas, el que por cierto también contribuiría a desarrollar nuestro mal aliento o halitosis.
Yogur
No es que el yogur sea malo por sí mismo, más bien todo lo contrario. O no cuando comemos yogures que son bajos en grasa y no tienen azúcares añadidos, pues son al mismo tiempo una fuente de proteínas y un elemento muy saciante con poquito esfuerzo. El problema, al contrario, viene con perder parte de sus ventajas cuando hablamos de comerlo en ayunas.
En este caso se trata de los famosos lactobacilos, esos microorganismos bacterianos presentes en la fermentación de los yogures que tienen funciones probióticas como el ácido láctico y que le vendrían de fábula como alimento a nuestra microbiota. El problema está en que son ácidos delicados y el contacto con el ácido clorhídrico que nuestra digestión secreta acaba con ellos con facilidad.
Cítricos
Aunque no todos los cítricos son igual de duros para nuestro sistema digestivo, la realidad es que no suelen ser buenos amigos de la primera ingesta de la mañana y partir nuestro ayunar nocturno. Podemos ver en la lista de la compra a naranjas y limones, pero también a mandarinas, clementinas, limas y pomelos, aunque no todos los comemos de la misma manera.
Lo que sí es cierto es que cualquier cítrico es un festival de ácido cítrico —valga la redundancia— y que esto implica aumentar el riesgo de sufrir acidez estomacal o ardor de estómago. Vamos, como hacer pasar una cuchilla bien afilada por nuestro esófago y dejar que caiga en el estómago para que esos jugos gástricos hagan el camino inverso y amarguen la digestión.
Peras
¿En serio, las peras? Sí, las peras tampoco son el mejor alimento para echarnos a la boca con el estómago vacío, pues es una fruta con una cantidad muy elevada de fibra que, además, corre el riesgo de no ser tan fácilmente digerible —especialmente si se consumen con piel, que es donde está la mayor parte de la fibra— y provocar hinchazón abdominal y flatulencias.
Es lo mismo que ocurriría si consumiéramos crudas o semicrudas ciertas hortalizas como las crucíferas como el brócoli o la coliflor, motivo por el que no se recomienda el consumo de éstas a última hora del día o la misma razón por la que las peras no deberían ser nuestro postre nocturno favorito. Si queremos tomar fruta en el desayuno, mejor las que tengan más agua y una cantidad no tan elevada de fibra como la papaya, la sandía, la piña o incluso el plátano.
Café
Del café se han dicho y hemos dicho muchas cosas. Algunas buenas, como que estamos hablando de un alimento que favorece la motilidad intestinal y que incluso podría estar detrás de la prevención de ciertas enfermedades neurodegenerativas, y también cosas no tan buenas, como que secuestra el hierro de nuestros alimentos o que favorece ciertas patologías dentales.
Ambos mundos coexisten, pero hoy venimos a decir por qué no deberíamos tomar café en ayunas y es por algo tan simple como la capacidad que tiene para elevar la acidez estomacal, aumentando la sensación molesta de la gastritis, más aún cuando es un elemento que muchas veces se convierte en protagonista único de nuestro desayuno.
Churros y porras
Tienen una cantidad importante de sal, tienen una importante cantidad de grasa (producto de la fritura) y además suelen utilizarse levaduras en su amasado, que tienden a llenar el estómago más de la cuenta y a dificultar las digestiones, así que estas banderas de los desayunos de fin de semana no son precisamente las mejores amigas de nuestra dieta.
Ya no solo por lo calórico —que también, evidentemente—, sino por cómo ralentizan las digestiones, producen gastritis y por el malestar que, por ejemplo, una cantidad demasiado alta de harinas refinadas y levaduras supondría para llevar a cabo el proceso digestivo. Lo sentimos, churros y porras, pero no deberíais ser los reyes de este baile.