Salud dental y comidas de Navidad: los cuatro enemigos de tus dientes durante las fiestas
Una sobremesa que se alarga, un par de ‘gin tonics’ más, el café que permanece en tu mano y el décimo asalto al turrón pueden pasar mucha factura a tu boca
La salud dental puede llegar a pasar a un segundo plano cuando la Navidad hace acto de presencia. Casi temblando, nuestros dientes y muelas (pero también la lengua y las encías) comprueban cómo caemos en ciertos vicios en los días más señalados y que pueden pasarnos factura.
Cayendo en el tópico de ‘por un día no pasa nada’, abandonar cierto cuidado mínimo como un cepillado o el uso de seda dental pueden hacer mella en nuestra dentadura. Si a ello se le suman los riesgos añadidos que solemos encontrar en ciertos alimentos habituales de la Navidad como los dulces, los embutidos o el alcohol, el puzle empieza a encajar.
También podemos recurrir a excusas que justifiquen que no nos llevemos el cepillo de dientes a la casa de los suegros o de los cuñados o, mejor aún, que bajo esta excusa nos vayamos corriendo de allí para poder cumplir con nuestras higiénicas obligaciones. Una cosa es segura: la Navidad está llena de trampas para la salud bucodental.
Además, abrimos también la veda a esas personas que lleven ortodoncia, tanto en la versión tradicional como ortodoncia invisible, ahora tan de moda, y que pueden comprobar cómo el tiempo que exigen las comidas de Navidad no se ajusta a las obligaciones que estas férulas demandan a sus portadores, como ya te explicamos en THE OBJECTIVE.
Por estos motivos, hoy os invitamos a que pongáis cara a protagonistas de la Navidad que pueden amargar a nuestros dientes y que, si no se atajan a tiempo, pueden pasarnos cierta factura, sobre todo cuando se alinean algunos factores como para complicar la salud de nuestros piezas dentales.
Los cuatro enemigos de tu salud dental y dientes en Navidad
La Navidad huele, se palpa y se siente llena de azúcar, pero también es un momento del año perfecto para no levantarnos de la mesa durante largas horas y empalmar la comida con la cena o, peor aún, con las copas de después. A ello hay que sumar también el riesgo de ciertos alimentos que tienen la ingrata virtud de enclaustrarse entre los espacios interdentales, por lo que la halitosis está a la orden del día.
Un mal aliento que, por cierto, también se puede vincular a un consumo elevado de alcohol o a bebidas tan habituales como el café, motivos que hacen que ciertos productos ácidos —irónicamente en las antípodas de los dulces— puedan ser también terribles enemigos de nuestra boca, dientes, lengua o encías, parte esta fundamental y cuyas gingivitis y periodontitis durante la Navidad, también condicionada por el estrés y el frío, pueden acabar apareciendo.
El azúcar
Si hay una época especialmente comprometida para no saltarnos el postre o para meter dulces hasta en la sopa, esa es la Navidad. Es el momento de sacar panettones, turrones, roscones de Reyes, pasteles y cualquier otra mención que queráis hacer a dulces navideños como mazapanes, peladillas o polvorones.
Todos tienen en común, con sus más y sus menos, una cantidad elevada de azúcar que en términos normales supone ingerir hasta un 25% más de lo que habitualmente hacemos. A ello no solo se suma que tomemos más azúcar —que ya es una mala noticia de por sí—, sino a esa desidia de la higiene oral que permite que el azúcar se convierta en el festín que las bacterias que están presentes en nuestra boca aprovechan para multiplicarse.
Las sobremesas y picar a deshora
Villancico va, villancico viene y, entre medias, asalto a la bandeja de los turrones, otro gin tonic o un café que se estira desde la comida hasta la noche… Estas pequeñas costumbres que pueden ser más o menos inveteradas en nuestras casas hacen un flaco favor a nuestros dientes, pues es habitual que al alargar la comida hayamos renunciado a lavarlos.
Además, se suma que el tipo de productos que ingerimos en estas sobremesas son, por regla general, pésimos aliados de la salud bucodental porque es habitual que sean dulces (turrones, postres, polvorones, peladillas…) o que sean alcoholes, que también son enemigos habituales de nuestros dientes como veremos a continuación. En cualquier caso, hablamos de dulces, de productos los tiñen (el café o incluso los destilados oscuros entran en esta calificación) o de copas de champán o cava que, además de su acidez, también tienen una burbuja que puede afectar al esmalte y aumentar la sensibilidad dental.
El alcohol
Cualquier alcohol que ingiramos va a ser un elemento deshidratador de nuestras mucosas bucales y va a suponer producir menos saliva y secar la boca, razón que hace que tengamos esa sensación rasposa tras consumirlos y que, en cierta medida, podemos paliar bebiendo agua para intentar producir saliva.
Sin embargo, el alcohol también favorece la proliferación de la flora bacteriana y, si además caemos en ciertas trampas como los combinados con bebidas carbonatadas —sean o no azucaradas— estamos dejando paso a elevar la acidez del pH de la boca y a permitir que estas bacterias puedan reproducirse a voluntad.
En este sentido, igual de pernicioso puede ser enfrentarnos a vinos blancos de elevada acidez, a vinos tintos con muchos taninos que ejercer esa tinción sobre los dientes o los citados espumosos, que entre el tipo de burbuja y la acidez también tienen potencial para dañar nuestros dientes.
Determinados alimentos
Es evidente pensar que hay enemigos de nuestra salud bucodental que apenas se esconden. Las texturas y la cantidad de azúcar que suelen tener los dulces navideños son una buena muestra de qué debemos evitar o, cuanto menos, a qué debemos combatir con el cepillo de dientes y procurando que no se queden restos en los espacios interdentales. Aún así, no son los únicos ejemplos de lo que debemos mantener a raya durante estas comilonas.
Algo que también suele ocurrir a menudo con las carnes, especialmente las más fibrosas, como sucede con el jamón ibérico o incluso la carne de cordero, que suelen encontrar acomodo entre dientes y muelas. En el lado contrario, salsas, sopas, cremas, sopas y, sobre todo, mariscos y pescados entorpecen menos este tipo de complicaciones.