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Carne para envejecer saludablemente: cómo vivir mejor con ternera, pollo y pescado

Una buena noticia para los amantes de la carne, aunque con reservas, para encontrar más beneficios en ella de los que cabría esperar

Carne para envejecer saludablemente: cómo vivir mejor con ternera, pollo y pescado

Una pieza de carne junto a un cuchillo | Freepik

Puede que parezca un contrasentido que, de repente, comer carne mejore nuestra forma de envejecer. Pero es así, o así sucede con ciertas proteínas de alto valor biológico, que una reciente investigación ha comprobado cómo pueden ayudarnos a envejecer mejor.

Según un hallazgo de la Universidad de Osaka (Japón), que ha sido publicado en la revista científica Antioxidants, se han encontrado ciertas virtudes antioxidantes en determinadas proteínas. Sucede con la ternera, con el pollo, con el cerdo y también con los pescados. La demostración apunta a que incorpora unos antioxidantes que rebajan el cansancio y que previenen la demencia.

La evidencia se basa en la aparición de los dipéptidos imidazoles, un tipo de antioxidantes (2-oxo-IDPs) que se encontrarían en diversas carnes y pescados. Entre los ejemplos citados la investigación habla de que son comunes en la ternera, el pollo y el cerdo, además de en pescados. Lo novedoso del descubrimiento está en que estos antioxidantes tienen más oxígeno por cada átomo, lo cual combatiría ciertos efectos del envejecimiento.

Hasta el momento, conocíamos las virtudes de otros antioxidantes. Ejemplos habituales encontramos en el aceite de oliva, los arándanos, las uvas, el tomate o el pimiento rojo, todos los cuales son antioxidantes por diversas razones. Sin embargo, el consumo de carne no estaba tan vinculado a esta retardo del envejecimiento.

Cómo la carne puede actuar contra el envejecimiento

Varias piezas de pechuga de pollo
El mensaje no supone una patente de corso para atiborrarse a todo tipo de carnes. | Freepik.

En cualquier caso, este hallazgo no supone abrir la veda para llenar nuestra dieta de carne. Dentro de un estilo de vida saludable, debemos recordar que la ingesta de carne no debería suponer más de 500 gramos semanales, lo cual significa unas cuatro raciones. De esta manera, se estima que sean dos o tres las raciones de carne blanca —pollo, por ejemplo— y solo una la de carne roja, como la ternera.

Relacionado con el hallazgo, lo que el estudio avala a través de sus informes es el que el descubrimiento puede aplicarse a diferentes ámbitos. Citan así que no se quede solo en la biología básica, «sino también a la medicina, la agricultura y la farmacia, donde ayudar a mejorar la salud de las personas y prevenir enfermedades».

En un perpetuo candelero por su hipotético potencial cancerígeno, según la OMS, este hallazgo supone un soplo de aire fresco para el consumo de carnes frescas. Un matiz fundamental en este caso, pues los vínculos de la carne con el cáncer se centran especialmente en la ingesta de procesados. Por este motivo es clave que la vista de lo saludable se dirija al consumo de carne fresca, no a derivados como hamburguesas o salchichas que sean ultraprocesados.

Unos filetes de carne de ternera
A la hora de preparar la carne y que sea saludable también importa la forma de cocinarla. | Freepik.

Entre los puntos en común de este hallazgo también se debe apuntar a un descubrimiento previo. En este caso hablamos de los estudios que ya se conocen sobre la carnosina, que también es un dipéptido imidazol. Muy vinculado a la curación de heridas, pero también a la relación entre ejercicio y fatiga e incluso en tratamientos contra el cáncer.

Cuál es el papel de los antioxidantes en esta investigación

El equipo del profesor Hideshi Ihara, responsable de la investigación dentro de la Universidad Metropolitana de Osaka, ha descubierto la particularidad del 2-oxo-imidazol. En este caso, como comentábamos, se trata de tener un átomo de oxígeno más que los dipéptidos de imidazol habituales.

Varios filetes de pescado crudo
El pescado también tiene este potencial antioxidante. | Freepik.

A su vez, comprobaron que tienen una actividad antioxidante notablemente más alta, comprobando con su estudio que las carnes tienen estos antioxidantes. La cuestión, como es evidente, está en que esto no sirva de excusa para atiborrarse a carne y, sobre todo, que se consuma de forma saludable. No hablamos solo de las cantidades, sino también de la elaboración.

Por ejemplo, se trataría de evitar carnes a la parrilla, pues fuego y humo producen compuestos con potencial cancerígeno. Entre ejemplos que te hemos citado ya en THE OBJECTIVE habría que hablar de las aminas heterocíclicas y de los hidrocarburos aromáticos policíclicos.

Estas razones son también en parte responsables del nexo entre carne roja y cáncer. Por estos motivos conviene que se apueste por métodos de cocción menos agresivos y que no generen esos compuestos. Entre los ejemplos a citar, lo más saludable apuntaría a hervidos, cocidos o en estofados, antes que fritos, a la plancha o a la brasa.

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