Las 12 reglas para vivir que todo hombre que se precie debería seguir, según Jordan Peterson
Convertido en uno de los pensadores más influyentes, el autor propone una serie de premisas para vivir con dignidad
La fama de Jordan Peterson se disparó en 2018, cuando publicó su libro 12 reglas para vivir, editado en nuestro país por Planeta, que rápidamente se convirtió en un best seller y que hasta ahora ha vendido más de seis millones de ejemplares en todo el mundo. Una obra que solo fue el comienzo de una larga carrera que, de momento, no tiene parangón.
Esta misma semana, de hecho, el psicólogo clínico, de 61 años, ha estado en nuestro país, dando una conferencia en el Wizink Center de Madrid. Como si de un cantante de rock se tratara, centenares de personas desembolsaron más de 70 euros por escuchar y ver en directo al gurú, gran defensor de los valores morales, de la familia, del orden y de la tradición, entre otras cosas. Pero ¿qué tiene o qué dice Jordan Peterson para levantar tantas pasiones?
Las 12 reglas para vivir que todos deberíamos seguir (para evitar el caos), según Jordan Peterson
Sin el apoyo de grandes medios, desde la lejana Canadá y con un discurso académico, las charlas y clases de Jordan Peterson empezaron a convertirse en un pequeño fenómeno en plataformas como Youtube y redes sociales, las cuales eran seguidas, principalmente, por estudiantes millennials disgustados con el clima de corrección política imperante en los campus de Canadá y Estados Unidos. Su fama se disparó, sin embargo, cuando quiso penalizar el uso de pronombres por parte de la cámara legislativa canadiense, lo que acabó por convertirle en uno de los intelectuales más influyentes del momento.
Un reconocimiento que se amplificó por todo el mundo con la publicación de 12 reglas para vivir, su ambicioso proyecto literario, que vino a confirmar lo que era un secreto a voces: que Jordan Peterson era ya el pensador de referencia en todo el mundo. Y para entender el porqué, hay que conocer qué cuenta en su libro, el cual está repleto de sugerencias, enseñanzas y reflexiones; se podría decir que es, de hecho, un elogio de la responsabilidad personal e individual, ya que el profesor aboga por que las personas tomen en sus propias manos las riendas de su destino y se enfrenten al peligro inherente a la vida y al caos que siempre nos acecha.
Las 12 reglas para vivir que todos deberíamos seguir (para evitar el caos), según Jordan Peterson
¿Y por qué deberíamos seguir estas reglas para evitar el caos? La idea central del libro es que en la vida coinciden el orden y el caos, y que hay que arreglárselas para vivir en equilibrio con ellos. «El orden es la rutina, la tradición, lo conocido, la estabilidad, la certidumbre; el caos es lo nuevo, lo desconocido, lo que nos desafía. Habitamos el orden rodeado por el caos, ocupamos territorio conocido rodeado por lo desconocido. De modo que caos y orden son fundamentales porque todas las situaciones que vivimos se forman a partir de ambos», detalla Peterson en su libro.
Y añade: «El orden no es suficiente, pues siempre hay cosas nuevas e importantes que quedan por aprender. Hay que tener un pie en lo que ya se domina y entiende, y otro en lo que se está descubriendo y aprendiendo a dominar. El caos nos ayuda a desarrollarnos, mientras que la sobreprotección nos hará fracasar cuando (inevitablemente) llegue algo peligroso, inesperado y –también- cargado de oportunidades». Unas oportunidades que solo podremos aprovechar si seguimos las 12 reglas que propone el autor:
1. Enderézate y mantén los hombros hacia atrás
La primera regla que propone Jordan Peterson constata la semejanza entre los cerebros de las langostas y los humanos; ya que «la neuroquímica subyacente a ambos es en gran medida la misma, lo que hace que, por raro que parezca, nos comportemos de modo semejante».
Así, como las langostas, los humanos, tras sufrir una derrota, experimentamos una transformación en el cerebro (aumenta la octopamina y disminuye la serotonina) que hace que perdamos confianza en nosotros mismos. Si las cosas no mejoran, caemos en depresión y somos incapaces de afrontar el combate de la vida.
Pero «si te arrastras con las mismas pintas que caracterizan a una langosta derrotada, la gente te asignará un estatus inferior, si te presentas como un derrotado, la gente te verá así», advierte Peterson.
Mientras, erguirse con los hombros hacia atrás no es solo algo físico, es también algo mental y significa vivir con los ojos bien abiertos, aceptar «la terrible responsabilidad que supone vivir». En otras palabras: «Dí lo que piensas. Deja claro lo que quieres, como si tuvieras derecho a conseguirlo (al menos el mismo que los demás)».
2. Trátate a ti mismo como si fueras alguien que depende de ti
Ya Eric Fromm nos advertía de la necesidad de amarnos a nosotros mismos, pues solo quien se ama a sí mismo es capaz de amar a los demás. Una premisa sobre la que insiste Peterson, y por otro motivo además: porque para cuidarnos debemos respetarnos y pensar que somos dignos de ese cuidado; lo que no haremos si nos vemos a nosotros mismos como criaturas caídas. «Hay personas que no se valoran a sí mismas y no se cuidan, no acaban de creer que merecen la mejor atención».
«Ante la presencia del mal en el mundo, un cierto odio a la humanidad es comprensible; todos tenemos a veces la oscura fantasía de que debería erradicarse toda presencia humana del mundo. Pero el odio hacia uno mismo y la humanidad debe equilibrarse con la gratitud por la tradición y por el Estado, así como con el asombro ante lo que personas normales y corrientes consiguen; eso, sin mencionar los logros de las personas excepcionales», apunta.
«Nos merecemos un cierto respeto, pues tenemos un papel que jugar en el destino del mundo; por eso, la obligación de cuidarnos. Todos tenemos defectos y estamos lejos de la gloria divina. Sin embargo, eludir por eso la responsabilidad de cuidarnos empeoraría aún más los problemas del mundo», añade.
3. Hazte amigo de personas que quieren lo mejor para ti
Jordan Peterson nos recuerda en su tercera regla que debemos rodearnos de gente buena, y que no hemos de insistir en tener amistad en aquellos individuos «que no recomendarías a tu padre o a tu hijo».
Asimismo, nos anima a no confundir la lealtad con la estupidez, ya que «no hay obligación moral de respaldar a alguien que está haciendo del mundo un lugar peor. Todo lo contrario. Tendrías que quedarte con personas que quieren que las cosas sean mejores, no peores. Es algo bueno, no egoísta, elegir a gente que es buena para ti. (…) Las buenas amistades generarán buenas actitudes en ti y no te hundirán».
A veces, «el intento de rescatar a otros está motivado —además de por la ingenuidad— por la vanidad y el narcisismo. Y se expande la delincuencia, no la estabilidad; es mucho más fácil ir hacia abajo que hacia arriba, las manzanas podridas contagian a las sanas con mucha más frecuencia que al revés».
No existe ninguna obligación moral de respaldar a alguien que está haciendo del mundo un lugar peor
«¿No es posible que tu desprecio sea en realidad más saludable que tu compasión?», se pregunta. «Si te tragas la historia de que ha ocurrido algo horrible sin que la víctima haya tenido la menor responsabilidad al respecto, le estás negando a esa persona todo papel activo en su pasado. Si tienes un amigo que no recomendarías a tu hermana, tu hija o tu padre ¿por qué lo tienes tú? ¿por lealtad? Lealtad no es lo mismo que estupidez. No existe ninguna obligación moral de respaldar a alguien que está haciendo del mundo un lugar peor. Protégete de una compasión y una lástima demasiado acríticas».
4. Compárate con quien eras ayer, no con la persona inútil que eres hoy
Hemos de evitar tener un crítico interno que utiliza mentiras como paraguas, ya que si «la voz interior cuestiona el valor de tus esfuerzos —o de tu vida o de la propia vida— quizás tendrías que dejar de escucharla».
Asimismo, Peterson aboga por que no perdamos tiempo mirando los logros de los que tenemos al lado, porque a lo mejor sí que les va mejor en ciertas áreas, pero a nosotros nos sonríe más la vida en otras. «Así que tienes que darle a la vida un sentido pleno y necesario, contemplar tu existencia como un todo y ponerte como meta que cada día sea un poquito mejor que el anterior, pero siempre poniéndote un objetivo modesto».
5. No permitas que tus hijos hagan cosas que detestes
La compasión mal entendida vale también para la relación con los hijos. Un problema actual radica en la excesiva tolerancia de muchos padres. «Pero esos padres, que con su tolerancia permiten que sus hijos molesten a otros, no deberían permitir que alguien a quien de verdad quieren se convierta en objeto de desprecio de toda una multitud».
Peterson se muestra decididamente en contra de la idea rousseauniana de la inocencia del ser humano al que la sociedad pervierte. En realidad, «unas estructuras sociales complejas sirven para reducir, no para exacerbar, las tendencias violentas de los seres humanos».
Por lo general, la gente mejora con la edad y no al contrario, volviéndose más amable, más atenta y más estable emocionalmente a medida que madura. «Es muy extraño que el tipo de acoso que se da en el patio del colegio se reproduzca entre adultos», añade. En términos estadísticos, los niños de 2 años son las personas más violentas que existen: dan patadas, pegan y muerden; lo hacen, entre otras cosas, para descubrir los verdaderos límites del comportamiento permisible. «Son como personas ciegas que van buscando una pared, tienen que empujar, probar y ver dónde quedan las fronteras reales».
Por eso, no se puede abandonar a los niños lejos de la civilización para que alcancen la perfección, «tienen muchas más probabilidades de ir por el mal camino si no se los entrena, se los disciplina y se los apoya como es debido. (…) Hay que moldear y educar a los niños o de lo contrario no saldrán adelante», sostiene. Se los daña cuando quienes tendrían que cuidar de ellos ya no se atreven a corregirlos y los dejan sin orientación.
Y frente a la tolerancia mal entendida, Peterson afirma que «disciplinar a un niño es un acto de responsabilidad, no es una manifestación de ira ni de venganza por su fechoría». Del mismo modo, combate el error de creer en una supuesta creatividad infantil ilimitada e intrínseca que las reglas inhibirán.
«Llorar por rabia es a menudo un acto de dominación y hay que tratarlo como tal». Entre otras cosas, porque «la naturaleza y la sociedad acabarán castigando de forma draconiana todos los defectos de comportamiento que no se hayan corregido siendo niños. (…) Los padres tienen el deber de actuar como representantes del mundo real… Esta obligación pasa por encima de cualquier responsabilidad de asegurar la felicidad, propiciar la creatividad o reforzar la autoestima», concluye Peterson esta parte de su libro.
6. Antes de criticar tu vida, asegúrate de tener tu vida en perfecto orden
Quien más quien menos, critica alguna vez a los demás, y es hábito que deberíamos dejar de hacer, ya que «primero vemos la paja en el ojo ajeno y no ves la viga en el tuyo». Además, cuando criticamos, sabemos que no está bien, así que ¿por qué seguir haciéndolo?
Al respecto, Peterson hace hincapié en dejar de hacer las cosas que sabemos que están mal: «Deja de comportarte de esa forma particular tan lamentable. Deja de decir esas cosas que te debilitan y te avergüenzan y di solo aquello que te haga más fuerte. Haz solo aquello de lo que puedas hablar con orgullo. (…) Tu cabeza se aclarará a medida que dejes de llenarla de mentiras. Tu experiencia mejorará a medida que dejes de distorsionarla con acciones impostadas. […] Te harás más fuerte, perderás tu amargura y avanzarás con confianza hacia el futuro».
7. Dedica tus esfuerzos a hacer cosas con significado, no aquello que más te convenga
Peterson aboga por sacrificar un momento de placer por una recompensa futura mejor. Así, aunque el autor parte de la premisa de que la vida es un sufrimiento, «hay que preguntarse qué hay que sacrificar en la vida, si vale la pena hacer esos sacrificios y cuál sería la ventaja más grande que podríamos sacar si ejecutásemos el sacrificio más eficiente posible».
«Si bien el sufrimiento es real y ante él no podemos hacer nada, la mejor manera que tenemos de enfrentarnos a él es buscar el sentido de todas las cosas que hacemos en nuestra vida. (…) Debemos optar por lo que tiene significado frente a lo que nos conviene o nos apetece. Lo conveniente dicta seguir el impulso ciego; es el beneficio a corto plazo, es estrecho y egoísta. Pero el significado triunfa sobre lo conveniente. La conveniencia es evitar la responsabilidad, lo que es conveniente funciona sólo en el presente. Pero el significado satisface todos los impulsos, ahora y siempre».
8. Di la verdad. O, al menos, no mientas
Pasamos media vida mintiéndonos a nosotros mismos y a los demás. Por ejemplo, muchos se dicen a sí mismos que les va bien, pero en el fondo saben que no es verdad, y esto les impide avanzar y mejorar. Y, obviamente, también engañamos a los demás, por un motivo u otro, pero todas estas mentiras no nos llevan a ninguna parte: «Seguir la verdad te llevará a conflictos, está claro, pero esos conflictos te harán más maduro y responsable y te ayudarán a acercarte cada vez más a nuevos objetivos».
9. Da por hecho que la persona a la que escuchas puede saber algo que tú no sabes
La mayoría habla más que escucha, y así no se puede aprender nada nuevo. «La gente organiza su cabeza conversando y debemos rechazar el tipo de conversación en que no se escucha al otro porque se está pensando en cómo rebatirle. Tenemos que escuchar, además, porque, en general, sabemos poco», apunta Peterson.
10. A la hora de hablar, exprésate con precisión
«¿Por qué negarse a ser específicos cuando especificar el problema nos permitirá solucionarlo?», se pregunta el pensador, que recomienda que usemos un lenguaje adecuado, ya que «ayuda simplificar las ideas y las cosas, a distinguirlas las unas de las otras, y así las hacemos más específicas y útiles».
Así, cuando comencemos una conversación, debemos «definir de forma consciente cuál es su tema, sobre todo si esta es difícil. De lo contrario acabará tratando de todo al mismo tiempo, y todo es demasiado».
11. Deja en paz a los chavales que montan en monopatín
El autor defiende que los niños se comporten como tal, y que desafíen sus propios límites, en lugar de seguir «costumbres ñoñas» como las que quieren imponer hoy en día. «Los hombres tienen que volverse más duros, porque es algo que ellos mismos exigen y que las mujeres desean. Puede que estas no aprueben las actitudes severas y despectivas, pero son una parte del proceso socialmente complicado que endurece a un hombre y luego lo refuerza», apunta Peterson, quien marca las diferencias entre hombres y mujeres debido a sus tendencias naturales.
12. Si te encuentras a un gato por la calle, acarícialo
Como todos vamos a a morir, tarde o temprano, quizá después de una larga enfermedad o de periodos duros, hemos de ser lo más amables que podamos con los demás y con nosotros mismos. Así que si nos encontramos a un animal por la calle, ¿por qué no acariciarlo? «Quizá nos haga sentir mejor, (…) ya que la clave es comprender tus limitaciones, maravillarte con la belleza de la existencia humana y siempre, siempre, vivir al máximo el momento presente».
«Quizá cuando salgas a pasear y te dé vueltas la cabeza, aparezca un gato; y si le prestas atención, podrás recordar aunque solo sea durante quince segundos que la maravilla del Ser puede compensar el sufrimiento imposible de erradicar que lo acompaña», añade el autor, que trata de ilustrar con este punto el hecho de prestar atención a los pequeños momentos que tiene la vida.
Otras conclusiones del libro más famoso de Jordan Peterson
A todo lo anterior —ser responsables, asumir el riesgo y el caos de la realidad, cuidarnos y respetarnos a nosotros mismos…—, Peterson añade otra serie de recomendaciones, basadas en la constatación de la presencia del peligro y el mal en el mundo, pero también de las capacidades del ser humano:
- Hay que tener la suficiente estabilidad para sentirse seguro y ser lo suficientemente flexible como para transformarse.
- Cuando alguien asegura que actúa en nombre de los principios más elevados, no hay motivo para no sospechar de sus motivaciones.
- No vemos entidades a las que, luego, atribuimos un significado, sino que percibimos directamente un significado; lo que vemos, lo vemos ya significando algo para nosotros. Percibimos la utilidad funcional de los objetos y así los entendemos. Por eso debemos ser precisos a la hora de seleccionar nuestros objetivos.
- Para resurgir hay que articular de forma meditada la realidad.
- Si prestas atención, incluso en un mal día encontrarás pequeñas oportunidades. Cuando salgas a pasear puedes encontrarte a un gatito que te recuerde que «la maravilla del Ser puede compensar el sufrimiento imposible de erradicar que lo acompaña».
- «El verdadero Ser es un proceso, no un estado; un viaje, no un destino. Es la transformación continua de lo que sabes, mediante el encuentro con lo que no sabes. Pon siempre tu evolución por encima de tu estado actual».
- La humildad es la verdadera precursora de la sabiduría.
- Todos tenemos que decir la verdad, arreglar lo deteriorado y recrear lo desfasado.
- «A medida que vamos creciendo, nos volvemos cada vez más individuales y únicos. Nuestras condiciones vitales son cada vez más personales y menos comparables con las de los demás».
- «Si la sociedad está corrupta pero no los individuos que la habitan, entonces ¿cuándo se originó el problema? (…) No reorganices todo el país hasta que hayas puesto en orden tu propia experiencia».
- «Las cosas van bien. Por ahora».
Jordan B. Peterson, definido por el The Spectator como «el pensador más polémico e influyente de nuestro tiempo», es psicólogo clínico, crítico cultural y profesor de Psicología, especializado en psicología anormal, social y de la personalidad, así como de las creencias religiosas e ideológicas.
Fue profesor en Harvard y actualmente enseña en la Universidad de Toronto.
Es autor de Mapas de significado: la arquitectura de la creencia, un libro escrito en los años noventa y que vino a revolucionar la psicología de las religiones. Su último libro, 12 reglas para vivir (Un antídoto al caos), publicado en enero de 2018, se ha convertido en un best seller en Canadá, Estados Unidos y Reino Unido y sus vídeos en Youtube y charlas públicas son seguidas por millones de personas en todo el mundo.
Criado en los bosques de Alberta, en Canadá, se enorgullece de haber volado en un avión de fibra de carbono, de haber navegado en un velero de caoba alrededor de la isla de Alcatraz, de haber explorado un cráter de meteorito en Arizona con un grupo de astronautas, de tener un tipi indio en el piso superior de su casa en Toronto y de haber sido incluido en la tribu Kwakwaka’wakw, de la costa del Pacífico.