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Las tres cosas que una neurocientífica ha dejado de hacer para mantener su cerebro sano

En nuestro día a día llevamos a cabo actividades que acaban repercutiendo para mal en nuestra salud mental

Las tres cosas que una neurocientífica ha dejado de hacer para mantener su cerebro sano

Un hombre siendo feliz

Mantener un cerebro sano o una correcta salud mental es vital para los humanos, especialmente en los tiempos que vivimos, en los que el estrés, la ansiedad y la insatisfacción general parecen no dejarnos disfrutar de la vida.

Y sí, es cierto que hay muchas variables que no podemos controlar en nuestro día a día —como pillar un atasco, que nos despidan del trabajo, que los niños se porten bien, que nuestra pareja no se enfade por algo…— , sí que podemos decidir cómo nos afectan o, al menos, sí que podemos hacer que nos afecten menos con una correcta gestión de las emociones.

Y lo mismo ocurre con el resto de actividades que llevamos a cabo diariamente, pues hay algunas que van en contra de nuestra salud mental, como las detalladas por la neurocientífica americana Emily McDonald.

Lo que esta neurocientífica nunca hace para mantener una correcta salud mental

La experta ha revelado que ha dejado de ver televisión negativa, que no escucha canciones tristes y que ha dejado de juzgarse a sí misma y a las demás personas:

  • Ver televisión negativa o películas o series de terror: «Es horrible y tóxico ver televisión con información negativa, especialmente por la noche, ya que puede elevar el nivel de cortisol en el cuerpo (la hormona del estrés) y provocar insomnio», asegura McDonald en sus redes sociales. «La calidad del sueño es uno de los aspectos más importantes para la salud del cerebro, y la televisión tóxica simplemente normaliza el comportamiento tóxico, que se conecta a tu cerebro y se convierte en tu forma de pensar», añade, matizando que ella nunca ve los informativos, sino que se nutre de lo que ocurre en el mundo en otros medios.
  • Escuchar o cantar letras de canciones tristes: «Escuchar música activa la neuroplasticidad y la capacidad del cerebro para reconectarse. Las letras que cantas cuando escuchas música en realidad están más integradas en tu cerebro que si simplemente las dijeras, especialmente porque la música a menudo también vincula la emoción con ellas», afirma la neurocientífica, que sí recomienda escuchar canciones melancólicas o tristes cuando necesitamos procesar emociones.
  • Juzgarse a sí misma y a otros: «Una de las cosas más importantes que he aprendido sobre la salud mental es que cualquier cosa por la que juzgues a otras personas está relacionada con algo por lo que te juzgas a ti mismo internamente», matiza. 
sexo felicidad mujer madura
Una mujer siendo feliz. Gtres

Otras técnicas para mantener una correcta salud mental

Los consejos de la neurocientífica mencionada son útiles, pero hay muchos más que podemos aplicar en nuestro día a día para vivir mejor y, en definitiva, ser mejores, como estos publicados por Mejor con Salud.

  • Meditar: la práctica de la meditación nos ayuda a ser más conscientes de nuestras sensaciones y emociones. De esta manera, logramos liberarnos de pensamientos negativos que obstaculizan nuestro progreso, permitiéndonos alcanzar una mayor tranquilidad.
  • Practicar la respiración profunda, ya que mejora oxigenación del cuerpo, calma el sistema nervioso, aumenta la claridad mental y promueve la relajación general.
  • Aprender a poner límites en nuestra vida: puede mejorar tu bienestar emocional, fortalecer relaciones al comunicar tus necesidades, y proporcionar un sentido claro de autodisciplina y autoestima.
  • Practicar la atención plena: puede reducir el estrés, mejorar la concentración, fortalecer la resiliencia emocional, promover la autoconciencia, y permitir una mayor apreciación de la vida cotidiana.
  • Evitar autoculpalnos o juzgarnos excesivamente: mejora la salud mental, reduce la ansiedad, fomenta la autoaceptación, permite el aprendizaje y el crecimiento, y contribuye a relaciones más saludables al evitar una carga emocional innecesaria.
  • Aprender a perdonar: puede liberar el peso emocional, reducir el resentimiento, mejorar la salud mental, fortalecer relaciones, promover la empatía y contribuir a un mayor bienestar general.

Más consejos, esta vez del estoicismo

Y, para acabar, recordamos los consejos para una correcta salud mental y gestión de las emociones que propone Pigliucci en su libro Cómo ser un estoico, extraídos de las enseñanzas del estoicisimo:

  • Examinar nuestras impresiones. Los eventos, las acciones, las buenas o malas palabras siempre van a estar ahí, pero sí podemos cambiar es nuestra percepción sobre ellas. A cada reacción sobre un evento externo, debemos repetirnos: «Solo eres una impresión, no la fuente de la impresión».
  • Recordar la fugacidad de las cosas, tanto de lo material que nos rodea como de los humanos y seres vivos que lo hacen. «Cuando le des un beso a tu esposa o hijo, repite: ‘Estoy besando a un mortal’. Así no te sentirás tan desconcertado cuando te los arrebaten». «Si te gusta la porcelana, por ejemplo, di: ‘Me gusta una pieza de porcelana’. Cuando se rompa, no te sentirás desconcertado».
  • Anticiparnos a las cosas (malas) que nos puedan pasar. Hemos de anticiparnos a los hechos y ser conscientes de que nos pueden salir mal. «Siempre que planifiques una acción, practica mentalmente lo que el plan implica».
  • Autocontrol. Para cada desafío, recuerda los recursos que tienes dentro de ti para enfrentarte a él. (…) Enfrentando al dolor, descubrirás el poder de aguante. Si te insultan, descubrirás la impaciencia. A su debido tiempo, crecerás hasta confiar en que no hay una sola impresión para la que no tengas los medios morales para tolerarla».
  • Hacer una pausa y respirar hondo. Si alguien te provoca y tú caes ante esa provocación, sé consciente de que en ese momento pasas a ser cómplice del provocador. «Esa es la razón por la que resulta esencial que no respondamos impulsivamente a las impresiones; tómate un momento antes de reaccionar y descubrirás que es más fácil mantener el control».
  • Sentir solidaridad por el resto de humanos: «Sentir por el infortunio de todo el mundo el mismo nivel de dolor y empatía que sentimos por el propio».
  • Hablar poco y bien: hemos de evitar tener conversaciones vacías y evitar hacer juicios de valor, así como caer en comentar cotilleos o chismes, ya que nada de ello nos lleva a ningún sitio.
  • Elegir bien la compañía. Prestar atención con quién pasas tu tiempo y por qué.
  • Responder a los insultos con humor. «Si te enteras de que alguien está hablando mal de ti, no intentes defenderte de los rumores; en su lugar, responde: ‘Sí, y él no sabe ni la mitad, porque podría haber dicho más’».
  • No hablar demasiado de nosotros mismos. «Cuando hables, no te detengas demasiado en tus logros o aventuras. Solo porque te guste contar tus gestas no significa que los demás obtengan el mismo placer de escucharlas».
  • Hablar sin juzgar. Como no conocemos la realidad ni las razones de nadie, hemos de evitar emitir juicios de valor en base a nuestra mera impresión u observación: «Algunos se bañan con prisa; no digas que se bañan mal, sino con prisa. Alguien bebe mucho vino; no digas que bebe mal, sino mucho. Mientras no conozcas sus razones, ¿cómo puedes saber que sus acciones son malas? Esto evitará que percibas una cosa con claridad, pero después expreses algo diferente».
  • Reflexionar sobre nuestro día. «No admitas el sueño en tus tiernos párpados hasta que hayas evaluado cada uno de los hechos del día: ¿cómo he errado, qué he hecho o dejado de hacer? Empieza así y revisa tus actos y entonces por los actos infames amonéstate, por los buenos alégrate».
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