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No es la canción, es tu cerebro: esto ocurre cuando escuchas música que no te gusta

Un reciente estudio ha comprobado que la música aversiva puede llegar, incluso, a ponernos violentos

No es la canción, es tu cerebro: esto ocurre cuando escuchas música que no te gusta

Un hombre enfadado oyendo música. | ©Freepik

El gusto musical es algo tremendamente individual, aunque existan melodías o canciones que gusten a más o menos gente. Lo que es evidente, como ha comprobado un reciente estudio, es que la aversión a determinadas canciones o tipos de música va mucho más allá del simple criterio. Tanto como para comprobar que puede existir una música aversiva.

En este caso, el trabajo de la Universidad de Oslo, en Noruega, ha ido más allá de los clásicos estudios cualitativos. Es innegable que la música tiene un componente emocional altísimo, capaz de provocar cambios de ánimo e incluso sensaciones físicas si nos gusta o nos disgusta. Sin embargo, lo que han logrado es desarrollar un sistema más estandarizado, capaz de medir la intensidad de las experiencias aversivas.

Bautizado como AMES –las siglas en inglés de Escala de Experiencias Musicales Aversivas–, los investigadores noruegos han constatado que existen diferencias de intensidad entre los individuos en función de la música. La herramienta en cuestión es capaz, entre otras cosas, de medir sentimientos, sensaciones corporales o experiencias sociales.

Todo a través de las características musicales asociadas a estas experiencias musicales aversivas, pero… ¿cuál es la música que nuestro cerebro aborrece? ¿Por qué suceden estas reacciones con la música que no nos gusta?

¿Quién tiene la culpa: la música o el cerebro?

Resulta inevitable pensar en el salto generacional que la música genera. Encontrar canciones que traspasen esa barrera y gusten por igual a varios miembros de una familia no es sencillo. De hecho, lo habitual es que sea una traslación vertical de más mayores a menos. Otro cantar, nunca mejor dicho, es que luego eso genere una música aversiva.

Esto tiene justificaciones que diversos estudios han comprobado. Entre ellos, constatar que el gusto musical se desarrolla principalmente en la adolescencia y que será esta música la que más nos impacte a lo largo de nuestra vida. Algo a lo que dedicó un artículo The New York Times.

También en que esa transmisión musical, debido al carácter educacional que tiene, se produce de padres a hijos, ya que los momentos de consumo estaban generalmente elegidos por los progenitores. No obstante, es evidente que esta relación puede cambiar abruptamente con la generación Youtube y Spotify, debido a la abundancia de opciones de las que se pueden disponer.

Lo que sí parece, como menciona el trabajo de la Universidad de Oslo, es que hay música que directamente no nos gusta. Y cuando no nos gusta, como es lógico, se genera esa respuesta aversiva que no tiene que ver con los sonidos. Lo que explican es que cuando alguna canción o música nos desagrada es por la aversión que nos evoca el sonido.

Un hombre escuchando música aversiva
El estudio ha comprobado que se trata más de una evocación al sonido. ©Freepik.

Es decir, se trata de algo muy concreto del propio sonido y de esa capacidad evocadora de malas vibraciones. Por contra, defiende que ese malestar no tiene que ver con una respuesta general a los sonidos. Conclusiones a las que llegaron con un sistema de encuesta al que sometieron a más de 250 sujetos de investigación para comprobar la realidad de la música aversiva.

En ella, entre otras cosas, se tenían en cuenta patrones de medición como la edad o el género. También los ligados directamente a la música como la misofonía, la agradabilidad del sonido, la relajación o la amplitud de miras.

¿Puede la música aversiva volvernos violentos?

Si bien se dice que la música amansa a las fieras, también es posible que las encolerice. Algo que una universidad de Finlandia comprobó con uno de sus trabajos, enfocado también a testar si la música puede irritar tanto como para llegar a enfadarnos

Y así fue, según la investigación de la University of Jyväskylä. Entre sus conclusiones, tras analizar las respuestas de más de 100 investigados entre los 18 y los 65 años, esta institución finesa comprobó que sí sucede. De hecho, mencionaban en sus conclusiones que escuchar música aversiva puede desencadenar comportamientos agresivos. Por música aversiva entendemos aquella que no nos gusta, ya sea por su letras, su melodía o por el volumen.

Un hombre se enfada al escuchar música
La música aversiva puede incluso llegar a generar incomodidad al que la escucha. ©Freepik.

De este trabajo además se extraen ciertas informaciones que pueden resultar más que curiosas. Entre ellas, que las personas que se irritaron y volvieron violentas al escuchar las canciones sentían después una sensación de vergüenza porque algo tan trivial como la música desencadenase esa reacción. También, como es evidente, la música puede estimular.

En THE OBJECTIVE ya te contamos las virtudes que, por ejemplo, podía tener escuchar música de Beyoncé para hacer deporte. Del mismo modo, son muchas las investigaciones que han constatado que determinadas composiciones ejercen efectos relajantes. De hecho, hay estudios que avalan que se puede estimular el nervio vago y hacernos sentir mejor escuchando música de Mozart, por ejemplo.

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