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Nutrición

La letra pequeña de los zumos de frutas que damos a los niños: qué hay detrás de ellos

Convertidos en bebida reclamo, la información nutricional de este tipo de productos merece un vistazo con detenimiento

La letra pequeña de los zumos de frutas que damos a los niños: qué hay detrás de ellos

Zumos

Es habitual que pensemos que, necesariamente, todo lo que llega de la fruta acabe siendo algo beneficioso. Especialmente cuando casi nos cuesta sangre, sudor y lágrimas conseguir que los niños comulguen con la fruta. Por eso, la aparición de los zumos de frutas parecía ser una especie de maná caído del cielo para incluir este tipo de alimentos en la dieta de los menores.

Socorridos, accesibles y fáciles de consumir, los zumos de frutos se han ido haciendo un hueco bastante grande dentro de los lineales de los supermercados. Las opciones son eternas, evolucionando del clásico zumo de naranja hasta versiones mucho más elaboradas. Hemos pasado de los tiempos en los que solo había zumo de naranja, elaborado a base de concentrado, a zumos envasados que presumen de tener porcentajes altísimos de fruta o a ser totalmente naturales.

Sin embargo, tanto en unos como en otros, los zumos de frutos albergan una letra pequeña a la que deberíamos prestar más atención de la cuenta. Además, no están solos y, como es evidente, no es oro todo lo que reluce detrás de estos envases. Por eso, la realidad de comprobar que hay una letra pequeña en los zumos de frutos es necesaria.

Un vistazo a los grandes datos de consumo

Primos, pero no hermanos. Aunque a veces se confundan los términos y parezcan un mismo todo, los tres términos obedecen legalmente a diferentes categorías en función de su composición. Zumos exprimidos, néctares o zumos concentrados son los tres ejemplos más recurrentes que vemos de la conversión de las frutas en alternativas bebibles para el día a día.

No es una frase hecha. Según una encuesta de la Fundación Española de la Nutrición, un 31% de los españoles consume a diario alguno de los tres productos. No solo eso. También se marca una pauta de consumo elevada entre niños y jóvenes. Una realidad que choca frontalmente con lo que consideramos una merienda saludable, de la que ya te hablamos en THE OBJECTIVE.

Con la obesidad infantil y juvenil en máximos históricos, conviene comprender que los zumos de frutas envasados –y el resto de sus adláteres– no son el tesoro que podríamos pensar. Aun así, insistimos hay diferencias en los tres productos y unos son más recomendables que otros a nivel nutricional. Además, legalmente son totalmente distinto.

Las diferencias entre zumo de frutas, concentrado y néctar

Varios adultos bebiendo zumo de frutas
Varios adultos bebiendo zumo de frutas

Zumo de frutas: se trata de un producto susceptible de fermentación que se obtiene de las partes comestibles de la fruta, de una o varias especies, con el color, aroma y sabor de la fruta correspondiente. Su azúcar ha de ser el que se encuentra de forma natural en la fruta y suponer como máximo el 10% del total. A ellos no se les puede añadir piel o semillas de las frutas exprimidas ni otros azúcares o edulcorantes.

Zumo a partir de concentrado: cambia mucho el patrón, pues es un producto que se elabora tras reconstituir con agua el zumo previamente concentrado. Esto significa que al zumo inicial se le eliminó el agua previa en un 85%. Entre sus ventajas se presenta una mayor durabilidad, aunque organolépticamente quizá no sea tan sabroso. Como en el caso anterior, no se pueden usar azúcares añadidos.

Néctar de frutas: es la tercera categoría y aquí hablamos de un producto susceptible de fermentacion, obtenido tras la adición de agua que puede, o no, incorporar azúcares o mieles y que se elabora a partir de zumos de frutas, purés o concentrados. En este caso, puede tener según la normativa hasta un 20% de su peso en azúcares o edulcorantes.

La realidad de las tres versiones

Legalmente hay que comprender que, aunque físicamente se puedan parecer, no son lo mismo ni por forma ni por información nutricional. Además, veremos que tampoco se trata de la panacea en cualquiera de las tres vías. En este sentido, lo que nos interesa saber es que la diferencia se establece en la proporción de fruta. El zumo de frutas lleva un 100% de fruta. Los néctares, por su parte, también llevan agua –y deben incorporar un mínimo del 50% de fruto-, y el concentrado no se puede calificar como zumo ad hoc, pues su porcentaje de fruta es inferior al 50%.

Varios adultos bebiendo zumo de frutas
También deben ser productos consumidos con moderación en las personas adultas. ©Freepik.

Zumos de frutas: la letra pequeña nutricional

Esa diferenciación previa es la que también nos va a informar de qué productos podrían ser más o menos útiles. Es evidente pensar que los productos con orígenes frutales van a estar cargados de vitaminas. En cierto modo, así es, pero vamos a ver que este camino rápido no es el más indicado.

En este sentido, la Federación Española de Nutrición avala que pueden suponer «una alternativa» a la hora de hablar de complementar el consumo de frutas y verduras. El verbo no es casual: complementar. Es decir, no ser la base. Recordando que no se debe abusar de su ingesta y que, insistimos, nos referimos al concepto de zumos de frutas, no al de néctar, ya que incluye demasiados azúcares añadidos.

Aparte de eso, otras organizaciones como la asociación 5 al día, una entidad privada que aboga por los preceptos de la vida sana y del consumo de frutas y verduras regularmente, también se ha manifestado. En este sentido, su pauta es «solo una se hiciera en forma de zumo». Insisten, del mismo modo, en que se han de evitar declaraciones que «hagan pensar al consumidor que la ingesta de más de una ración de zumo supone sumar otra ración de fruta».

Una cuestión de azúcares

¿Por qué sucede todo esto en torno a los zumos de frutas? Pues porque aunque no se añadan azúcares en su elaboración, sí se encuentran azúcares libres. Este concepto no es sinónimo de azúcares añadidos, pero sí es cierto que en ellos aparecen los azúcares naturalmente presentes en las frutas. De esta manera, los zumos de frutas no dejan de ser una forma de elevar el índice glucémico. Algo sobre lo que también hay publicaciones de la Asociación Española de Pediatría, así como de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionista.

Un cuenco con frutas
Es siempre preferible el consumo de las frutas en fresco y entero que en forma de zumo. ©Freepik.

Esto también significa que, aunque no lo parezca, vamos a perder parte de las propiedades de la fruta. Aumentamos la concentración de azúcares y seguimos añadiendo vitaminas. No obstante, perdemos propiedades nutricionales relevantes como es la fibra, muy presente en las frutas y de cuyas bondades no hay duda.

Del mismo modo, los azúcares libres son uno de los caballos de batalla que distintas asociaciones y organizaciones como la OMS o la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria ponen en el foco para evitar su inclusión en dietas adecuadas nutricionalmente. El motivo es que este tipo de azúcares se vinculan a determinadas enfermedades. Entre las cuales no se deja de citar a la obesidad o a la diabetes. Una doble vía que evitar. Especialmente en la educación nutricional de los menores, que pueden interpretar que un producto derivado de la fruta es naturalmente recomendable.

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