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Nutrición

La letra pequeña del salmón ahumado: a qué prestar atención y cómo acompañarlo

Convertido en un tótem de los aperitivos navideños, este producto está lleno de virtudes con matices

La letra pequeña del salmón ahumado: a qué prestar atención y cómo acompañarlo

Lonchas de salmón ahumado. | ©Freepik.

El salmón es uno de los pescados más consumidos de España y, si hablamos de acuicultura, el primero de ellos. Largamente importado de países con una gran tradición salmonera, especialmente Noruega, este pescado anádromo se ha hecho un hueco en nuestras vidas, cocinas y cestas de la compra. Incluso, como es lógico, a costa del salmón ahumado.

Aunque lo vemos en los supermercados todo el año, hay fechas en las que es especialmente protagonista. Hablamos, como es de esperar, de la Navidad. Un período en el que este pescado ha conseguido posicionarse como un clásico de los entremeses y aperitivos. Atributos para gustar no le faltan. Como tampoco le faltan, a nivel nutricional, encantos con los que ser más que aconsejable su consumo.

Sin embargo, hay que ser precavido con el salmón ahumado, pues en su justa medida es un producto recomendable. Otra cuestión, sobre todo dentro de las mesas de Navidad, es tener en cuenta con quién lo emparentamos. Un matiz importante que puede hacer que el salmón ahumado –y su conjunto– flaqueen.

Los beneficios nutricionales del salmón ahumado

Como puede ser evidente, el salmón ahumado es, evidentemente, un pescado azul. O un derivado de él. Hablamos generalmente de Salmo salar, lo que se llama comúnmente como salmón europeo o salmón del Atlántico. Como es lógico, también, sus propiedades nutricionales cambian si se comparan con el salmón fresco, del que ya te hablamos en THE OBJECTIVE.

Durante el proceso de ahumado del salmón, aparte de someter al pescado al humo de distintas maderas –generalmente, en frío–, también se sazona el pescado. No obstante, conviene empezar por el principio. Fiel a su carácter de pescado azul, el salmón ahumado es un pescado rico en proteínas, como todos los pescados y, además, rico en grasas. Especialmente en ácido graso omega-3, que es considerada una grasa insaturada dentro de estos macronutrientes.

Este tipo de grasas, tradicionalmente llamadas ‘grasas buenas’, son parecidas a las que vamos a encontrar en el aceite de oliva, en el aguacate o en los frutos secos. En detrimento de las grasas saturadas, habitualmente más presentes en los productos de origen animal como los lácteos, la mantequilla o las mantecas de cerdo o ternera.

Hablamos, aunque va a variar entre los elaboradores, de un producto que suele tener entre 18 y 23 gramos de proteínas por cada 100 gramos de salmón ahumado, y por entre ocho y 13 gramos de grasas, casi todas insaturadas. Aparte de eso, como es habitual en los alimentos de origen animal, los hidratos de carbono son residuales.

Lo que no es residual y es la letra pequeña del salmón ahumado es su contenido en sal. Debido a la curación y a una pequeña deshidratación, además de a la sazón del pescado, el salmón ahumado tiene una media de tres gramos de sal por cada 100 gramos. De hecho, hay estudios que han intentado comprobar cómo reducir la cantidad de sal de este producto para que sea aún más saludable.

Cómo utilizar el salmón ahumado en Navidad para cuidarse

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Es conveniente prestar atención a con qué acompañamos al salmón ahumado. ©Freepik.

Parte de la complejidad del salmón ahumado no está en sí mismo, sino en cómo lo acompañamos. Aperitivo habitual o en canapés, es muy frecuente que haya otros elementos que aumenten, por ejemplo, la cantidad de grasa del bocado. O que hagan lo propio con la sal. En este sentido, tener cuidado con las calorías de un canapé con mantequilla y salmón sería conveniente. También, por ejemplo, de ser cautos con la cantidad de sal que ingerimos con, por ejemplo, las clásicas huevas de pescado. O con otra conserva muy navideña como las anchoas.

Además, no hay que perder de vista el carácter graso del salmón, además de su carga proteica. Razón por la que su digestión en menús nocturnos, si son muy pesados, puede ser engorrosa. Más aún si lo hacemos partícipe de salsas y elaboraciones con bases lácticas como natas o cremas de queso, que también suelen ser muy frecuentes. En este sentido, las mejores maneras de pertrechar al salmón ahumado para que sea más ligero estarían en emparentarlo con productos vegetales como los espárragos blancos en conserva.

También, por sí mismos, o servido dentro de una ensalada en la que no añadamos más proteínas o grasas saturadas, sino que nos limitemos a guarnecer con aceite. Otra buena forma de consumir salmón ahumado es al mismo tiempo que el aguacate. Y, si caemos en la tentación de los quesos, dar prioridad a los quesos frescos antes que a quesos curados o a quesos especialmente grasos.

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