Nogueras y el botón del no
«El cuchillo de enero comienza porque pasen por el Congreso todos los decretos de Sánchez concernientes a justicia»
Las Navidades son dedos: dedos que cotizan mazapanes y copitas con burbujas en las mesas, dedos que cotizan lacitos y botones tras los postres, dedos que piensan y van al pan y a la fruta, dedos traviesos que acumulan migas y cotizan trocitos de turrón («dedos como dátiles», dice Valle-Inclán en alguna parte). Miriam Nogueras avisa por redes que quiere apretar el botón caliente del no, el botón rojo del incendio, una mujer que es el dedo índice de Puigdemont, un dedo al que las uñas no molestan para ese fin.
El cuchillo frío de enero comienza porque pasen por el Congreso todos los decretos de Sánchez concernientes a justicia, función pública, conciliación y subsidios con vistas al acceso al cuarto de pago de los fondos europeos. Todo ello puede saltar por los aires con un dedo, el de Nogueras, ansioso por el botón pequeño, grande el botón con el dedo encima. Lo lleva diciendo, a ráfagas, por sus redes sociales durante todas las fiestas navideñas: sus siete diputados pueden apretar el botón del no, una amenaza pública que puede quebrar la mayoría sanchista, los siete dedos juntos entre socialistas y posconvergentes.
El dedo índice puntualiza: el no es al decreto 6/2023 (mecanismos de plan de recuperación y resiliencia) y 7/2023 (subsidios de empleo y medidas de recuperación). Ambos decretos fueron aprobados el 19 de diciembre y, al parecer, según la lectura de Nogueras en el sofá con los otros dedos estirados (los de los pies), ponen en grave riesgo la Ley de Amnistía. El «meollo del bollo del cogollo de la cotorra» (que diría Umbral) está en el 43 bis, donde se recoge que un tribunal puede dejar en suspense la aplicación de una ley en un asunto concreto si plantea una cuestión prejudicial al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), recurso a su vez del que puede echar mano el Tribunal Supremo tanto a la hora de aplicar la amnistía a los condenados del procés como al expresidente de la Generalitat Puigdemont y otras causas vinculadas si cree que el texto es incompatible con el derecho de la Unión. El Tribunal de Justicia de la Unión resolvería la cuestión en un par de añitos. Los dedos traviesos de Nogueras hacen una peineta firme, dura, loca.
No caben bromas con las cosas de comer. Los dedos poderosos tienen botones a su disposición y las manos pobres solo piden doblones extendidas en la plaza pública. Nogueras tiene en mente otro asunto cercano: el planteamiento de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional también suspende el procedimiento sobre el que un tribunal consulta acerca de una normativa comunitaria. La Sala Segunda, entonces, puede dirigirse al órgano de garantías si duda de la constitucionalidad del paquete bomba: la Ley de Amnistía. ERC le dice no a Nogueras, de palabra y por lo fino, sin pulsar ningún botón: «Todo eso que cuentas, amor, ya existe ahora mismo, debemos creer en la palabra del presidente». Hoy y ahora, sí, puede paralizarse una ley mientras se encuentra a la espera de respuesta por parte de los amigos del TJUE. «Está todo controlado, Nogue», le dicen los republicanos, mientras estudian el decreto bajo la mesa por la cogorza, el matasuegras todavía en la boca y los papeles recién salidos de la bolsa mojada del cotillón, donde la letra baila al son de la bachata.
ERC confía pero Nogueras quiere darle marcha al dedito travieso, que hace mucha compañía, y a ese sueño del botón del no, muy de peli americana. Nogueras sabe que tanto la ley orgánica del poder judicial como la ley de enjuiciamiento criminal ya prevén que la consulta realizada por un juez suspenda el procedimiento sobre el que se pregunta al TJUE, por lo que las cuestiones prejudiciales en el real decreto, en teoría, no supone cambio alguno, salvo los diez días para dar traslado a las partes y consultar su parecer. Nogueras ve un laberinto, el de la posible inconstitucionalidad del Tribunal Constitucional, valga la redundancia, que no le gusta un pelo (ni un dedo). La trampa puede estar ahí, en todo ese mundo prejudicial que evita y aborta la Ley de Amnistía por parte de los tribunales, al ser cortada antes de que llegue, con toda la excusa grande del derecho duro de la Unión. Nogueras tiembla mientras toca con los pies al piano otra posible sinfonía de autodestrucción: ¿Y el perdón para las acusaciones de terrorismo y malversación de caudales no es acaso lo más problemático puesto que la Unión Europea siempre fue muy estricta con la persecución de ambos delitos? ¿Van a olvidar los tíos gordos de Bruselas, los del maletín y las gafas de sol a las órdenes de Lagarde, la movida Tsunami Democràtic y los CDR? ¿Y puede Sánchez estar detrás de ellos, excusándose, y llevando a cabo este golpe maestro en la sombra?
Nogueras quiere apretar el botón del no al mismo tiempo que estalla una bomba de chicle de frambuesa o clorofila. El peor dedo es el que duda. Miriam Nogueras lleva en ese carrusel, dando vueltas y vueltas, todas las vacaciones navideñas, donde daba cuenta pormenorizada de los berrinches en redes sociales. El peor dedo es el que pregunta. El dedo todopoderoso es el que decide. El dedo de Nogueras, limpio y seco, sobre el botón del no, despierta la carcajada de Puigdemont mientras descorcha otra botella de Moët & Chandon mientras dice para sí que el cava catalán lo beba su puta madre y añade que esto de Waterloo no está tan mal si bien se mira, coño.