THE OBJECTIVE
EL BLOG DE LUCÍA ETXEBARRIA

Cine y psicología: 'Chinas' y la construcción de la identidad

En una sociedad la diferencia entre la persona que ha nacido en el país y el migrante nunca desaparece»

Cine y psicología: ‘Chinas’ y la construcción de la identidad

Fotograma de la película 'Chinas'. | Movistar+

No me habían hablado muy bien de esta película y confieso que cuando me dispuse a verla lo hice un poco por obligación. Y me sucedió lo que nos sucedió tantas veces cuando vamos a ver una película sin grandes expectativas, que nos sorprende positivamente mucho más que si nos hubieran hablado maravillas de ella. Me encontré con una película que no esperaba. Para bien. Primero porque no contaba con que fuera tan buena y segundo porque habla de un tema del que nunca creo se ha hablado en el cine español: la migración china.

Podría ser tremendamente paternalista que una directora hablase de cómo viven en España unas niñas chinas cuando ella ni es china ni tiene familiares chinos si no fuera porque la película en realidad está tocando un tema que va más allá de la particularidad china. Un tema universal. El de la construcción de la identidad.

¿Qué significa ser migrante? 

¿Qué significa ser  diferente?  ¿Qué significa eso para un niño? La identidad nacional y el deseo de pertenecer están siempre ahí. En una sociedad la diferencia entre la persona que ha nacido en el país y el migrante nunca desaparece. Esa diferencia es silenciosa pero permeable, estructura, da forma, construye, destruye, socava, empodera. Es una creación humana, es un sentido de identidad, es sistémica, Es colectivo, es individual.

El migrante que intenta adaptarse se siente un agente encubierto, un maestro del espionaje que ha pasado desapercibido, infiltrándose en las líneas enemigas, descubriendo sus secretos y pasando desapercibido. En última instancia, ser alguien que vive en un país pero obviamente nacido en otro y perteneciente a otra cultura, se convierte en una experiencia singularmente aislante, especialmente en una época de una obsesión renovada con las políticas de identidad: es todo, pero también nada. 
Esto les pasa a las tres niñas de esta película que hablan perfectamente español pero que tienen unos rasgos que inmediatamente las catalogan como chinas. A una de ellas ni siquiera la llaman por su nombre, Claudia. En su grupo de amigos es la chinita o la china.

La política de identidad es permanente y ubicua. No es nueva ni exclusiva en su impacto. Hay libertad, solidaridad, comodidad y orgullo en una identidad, pero con eso hay aislamiento, restricción, miedo, opresión. Nuestro deseo de ser comprendidos, de ser vistos, impregna todos los ámbitos de la vida y todos los aspectos de la sociedad, y las identidades son una parte fundamental de ese deseo de ser comprendidos.

La película nos cuenta las historias de tres niñas

Xiang es una niña china adoptada. Como bien explica su padre de China ya solo le quedan los rasgos porque en realidad es totalmente española. No habla chino ni lo quiere hablar, por mucho que su madre le apunte a clases de chino, ni tampoco está particularmente interesada en hacerse otra amiga china.

En su colegio hay otras dos niñas: Claudia, de 16 años, y Lucía, de 10, que en realidad tienen dos nombres que se adaptan a sus dos identidades. Los nombres chinos que usan en casa y los nombres españoles que usan en el colegio. Claudia y Lucía son hijas de dos inmigrantes chinos que no hablan español. Dos inmigrantes que trabajan 10 horas al día en un bazar. A Lucia le avergüenza que su madre no hable español pero ¿cómo va a hablar su madre español si trabaja diez horas al día? ¿ Cuándo lo va a estudiar? Es la misma pregunta que en este mismo espacio me hacía con respecto al mozo de almacén al que se le exige un C1 para que trabaje? ¿pero cómo le vas a exigir un examen dificilísimo que implica saber hacer comentarios de texto y análisis de personajes a una persona que se pasa el día deslomándose trabajando? Existe una diferencia entre pedir la integración y pedir lo imposible.

En esta película las tres niñas negocian sus identidades y su sentido de pertenencia en una variedad de contextos sociales e institucionales (el colegio, la calle la relación con sus amigos y con sus padres). Yendo más allá de la dicotomía entre asimilación o resistencia, la historia ilustra cómo los descendientes de inmigrantes y los niños adoptados forjan identidades híbridas a través de barreras y/o puentes hacia la pertenencia. 

Para Lucía el deseo de pertenencia se simboliza en el sueño de poder celebrar su cumpleaños en un Burger King, como lo hacen todas sus amigas. A la adolescente Claudia su deseo de pertenecer le lleva a aceptar una relación sexual que en el fondo no desea, solo para que no le vean como la rara. Tanto Lucía como Claudia acarrean la pesada mochila de una dolorosa extranjería, una sensación de no pertenecer al país en el que viven. Xiang ni siquiera parece desear nada, solo deambula por el patio del colegio ensimismada en sí misma y retraída. Lo que ella quiere es que la dejen en paz.

Algunas de las preguntas más importantes de las investigaciones recientes sobre la segunda generación de inmigrantes exploran los conflictos entre padres e hijos que estallan cuando dos conjuntos de valores se enfrentan; las implicaciones de los distintos estatus legales de los padres y sus hijos dentro de la familia inmigrante; y el papel de las escuelas, los mercados laborales, los regímenes de ciudadanía y las jerarquías raciales y de clases en la configuración de las oportunidades para la segunda generación. En la  película  estos conflictos se expresa muy bien en las broncas que tienen Lucía y Claudia con sus padres. Lucía y Claudia se han adaptado al sistema español y ya no entiende en el sistema de valores de sus padres. La tercera niña, Xiang, arrastra también un serio conflicto de identidad. 

Las adopciones, otro tipo de desgarramiento en la identidad

Xiang tiene rasgos orientales, por lo tanto, nada más verla, sabemos que sus padres no son sus padres biológicos. Su historia es la historia de una falta, de una ausencia. ¿Cómo era su madre biológica y por qué la abandonó? Xiang lucha por conocer su identidad, por lo que falta, lo que se perdió. Y cuando encuentra esa respuesta, es mucho más dolorosa de lo que ella había imaginado. Y el espectador se queda con la duda de si hubiera sido preferible que siguiera viviendo en la ignorancia o si siempre es mejor saber aunque lo que sepas que hace más daño de lo que habías esperado.

La formación de la identidad es algo que sucede a lo largo de la niñez y la adolescencia y continúa evolucionando y cambiando a lo largo de la vida de una persona. La identidad de un niño se define en parte por dónde siente que «encaja» dentro de su familia y sus compañeros. Para los adoptados, formar una identidad propia saludable puede ser un desafío si no sienten que encajan  con su familia adoptiva. Que es exactamente lo que le sucede a Xiang, porque ella sabe que su madre no es su madre. O no lo es del todo. Así se lo dice alguna vez a su madre adoptiva: «Es que tú no eres mi madre» . Y así se lo dice a su amiga: «Por lo menos tu madre es tu verdadera madre». 

Esta sensación de alienación que experimentan algunos adoptados puede crear una crisis de identidad, que a veces deriva en  sentimientos de ansiedad, depresión o baja autoestima. Exactamente lo que le sucede a Xiang, una niña retraída y arisca que visita a una psicóloga y que tiene serias problemas de habilidades sociales.

Como tantos niños adoptados, Xiang se siente diferente de sus compañeros que fueron criados por sus familias biológicas. Y envidia a Lucía, cuya madre sí es «su verdadera madre». A su vez, Lucía envidia a Xiang que puede vivir una vida que ella nunca soñará. Xiang tiene una casa enorme, una habitación para ella sola e incluso un piano.  No tiene que trabajar en una tienda no tiene que ayudar en casa y sus padres la han llevado a visitar Disneylandia.

Desde principios de la década de 1980, los expertos en adopción han reconocido siete problemas a lo largo de la vida que experimentan los niños adoptados . Estos incluyen pérdida, rechazo, culpa y vergüenza, dolor, identidad, intimidad y dominio/control. Todos estos impactan de alguna manera en la formación de la identidad. El niño debe responder a la pregunta «¿quién soy yo?» en relación con diversos aspectos diferentes de la vida y diferentes entornos contextuales. La comprensión potencial de su vida, que depende del conocimiento de sí mismos, de la familia y de la sociedad, puede ser incompleta. Es como un puzzle en el que faltan piezas. En última instancia, cuando los individuos forman su identidad, a menudo necesitan tener historias coherentes para crear y comprender el significado de su vida y vincular su identidad con su pasado, presente y futuro (McAdams, 2001).  Y está historia  implica una reflexión y  una investigación, sobre los propios orígenes, lo que complica aún más la realización de la tarea de identidad.

En el caso de xiang la respuesta es particularmente dura porque su madre sigue viva. Xiang puede estar enfadada con una madre que la abandonó y también puede estar enfadada con unos padres que siente que, de alguna manera, la robaron, la arrancaron de donde pertenecía, la importaron como si fuera mercancía. Este es un conflicto generalizado en muchos niños adoptados, porque en Europa una adopción supone mucho dinero y a veces pareciera que es una transacción a cambio de un niño más que algo que se hace por el bien del menor. Esto se ve muy claro en esta película en la que vemos que los padres les sobra el dinero. Y en el que la madre le llega a preguntar al padre si alguna vez se ha arrepentido de haber adoptado a la niña, implicando de alguna manera  que ella sí lo ha hecho.

La herida primaria

Xiang , la niña adoptada, y Claudia,la adolescente inmigrante, tienen, aunque no lo saben, una historia en común. Xiang le fue arrancada a los brazos de su madre y pasó un tiempo en un orfanato. A Claudia la enviaron de bebé a casa de su abuela y se crió con los abuelos en China,  para luego volver a España a los seis años.

Un bebé depende completamente de sus cuidadores. Durante esta etapa, los niños aprenden si pueden confiar o no en las personas que los rodean. Cuando un bebé llora, ¿el cuidador atiende sus necesidades? Cuando estén asustados, ¿habrá alguien que los consuele? Cuando tiene hambre, ¿recibe alimento de sus cuidadores? Si un niño desarrolla con éxito la confianza, se sentirá seguro y protegido en el mundo. Los niños adoptados o los niños como Claudia (niños que han quedado al cuidado de sus abuelos y luego han sido reenviados, cuando erán más mayores, con sus padres) sienten que no pueden confiar en sus cuidadores primarios, sienten que fueron abandonados y que cualquiera les puede abandonar.

Xiang y Lucia  crecen con una herida primaria.A una su madre se la entregó al orfanato y a la otra su madre la envió con la abuela. Ambas viven con un dolor y una rabia muy subterráneos muy soterrados que se insinúan más que se manifiestan.Porque  si no se desarrolla la confianza, se generará miedo y la creencia de que el mundo es inconsistente e impredecible. 

Erikson creía que estos patrones tempranos de confianza o desconfianza ayudan a controlar, o al menos a ejercer una poderosa influencia, sobre las interacciones de ese individuo con los demás durante el resto de su vida. Aquellos que aprenden a confiar en sus cuidadores en la infancia tendrán más probabilidades de establecer relaciones de confianza con los demás a lo largo de sus vidas. Perp Xiamg y Claudia son niñas dañadas que no confían ni en sus padres ni en su entorno. Las dos intentan cómo pueden adoptarse a entornos que perciben como hostiles: el nuevo colegio y el grupo de amigos adolescentes. Lucía, que tiene diez años , ha crecido toda su vida con sus padres. Y si bien también sufre porque sabe que es distinta , al menos no fue abandonada de niña y por eso es una niña muchísimo más luminosa,  feliz y resiliente.

Muy  inteligentemente la directora no nos ofrece un final feliz ni cerrado para los conflictos de estas tres niñas. Nos quedamos sin saber como los resolverán o por donde avanzarán. Porque en la vida las cosas no se resuelven en colores pastel y con música almíbarada. Y porque suponemos que estas niñas todavía tienen que construir a la mujer futura en la que habitarán.

De construcción de identidad, entre otros muchos temas, hablo en mi próximo libro. La ESCRITURA QUE CURA, que saldrá en marzo. Si te interesa, en febrero, mes del amor, formar parte de un TALLER sobre escrituras expresiva y patrones relacionales, escríbeme a [email protected] 

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