THE OBJECTIVE
EL BLOG DE LUCÍA ETXEBARRIA

Juan Carlos y Sofía, Kate Middleton y William, niños dorados y narcisistas

«Normalmente criado por padres narcisistas, controladores y autoritarios, la principal responsabilidad del niño dorado es tener éxito»

Juan Carlos y Sofía, Kate Middleton y William, niños dorados y narcisistas

Juan Carlos I y la reina Sofía. | Europa Press

El rey que fue y el rey que será

El otro día fui al teatro Santa Isabel de Madrid a ver una obra espectacular que se titula El Rey que fue. El argumento versa sobre el Rey Juan Carlos, que ha dejado de ser rey pero él todavía no se ha enterado y se sigue comportando como si lo fuera. Por circunstancias de la vida se encuentra atrapado en un barco con una de sus ex amantes, su hijo ilegítimo, el personal del barco – en particular una chica joven que a él le gusta-, y el capitán. La obra es muy recomendable, es divertida es ligera y, sobre el trabajo del actor principal, Ramón Fontseré, es brillante. Es clavado, pero clavado, a Juan Carlos.

No sé si los autores han consultado a algún psicólogo para hacer la obra, pero retratan a la perfección lo que es el síndrome narcisista del niño dorado: un niño encerrado en un cuerpo de adulto con sus rabietas sus cambios de humor, sus imprevisibilidades, sus neuras, sus manipulaciones, su manía de culpar a los demás por sus errores. 

Esta descripción coincide, aparentemente, con el retrato que me llevo de Guillermo de Inglaterra a partir del libro que escribió su hermano Harry y a partir de todo lo que se está escribiendo sobre él en los últimos días en la prensa británica. Un hombre, obstinado, difícil, testarudo, rencoroso infantil y con muy mal genio, según lo describen las personas que han trabajado con. Un adulto incapaz de resistir la frustración y, según cuenta su hermano, con tan poco control de los impulsos como para intentar pelearse a puñetazos con su propio hermano cuando ya había cumplido los treinta y cinco.

Sin haber conocido personalmente ni a uno ni al otro en persona, la impresión que da a partir de sus biografías y de su trayectoria es que tanto Juan Carlos como Guillermo sufren del síndrome del niño dorado, en su versión más narcisista.

¿Qué es el síndrome del niño dorado?

Absolutamente todos nosotros construimos gran parte de la identidad a partir de lo que los padres dicen de nosotros de pequeños y de cómo se comportan con nosotros. Es parte de nuestro proceso de adultos analizar ese tema, desentrañar el mecanismo y destruir las partes dañinas que pudiéramos saber intraoyectado. De esto trata precisamente el primer capítulo, «Identidad»de mi último libro.

El síndrome del niño dorado es un término que suele utilizar para referirse a un niño de la familia al que se considera excepcional de alguna manera. Se espera que el niño de oro que sea extraordinario en todo, que no cometa errores y que, en esencia, sea «perfecto», siempre según los estándares de perfección de sus padres. Los niños dorados suelen ser criados por padres narcisistas, controladores y autoritarios. Qué obligan a sus hijos a ser «perfectos» creando un ambiente tóxico donde los niños no se sienten seguros al expresar sus propias opiniones o ir en contra de cualquier regla. También establecen expectativas excesivamente altas sobre lo que su hijo debería y no debería hacer, lo que los presiona para que hagan lo que se espera so pena de perder el amor de sus padres. Esta idea de que el amor de sus padres está condicionado a que ellos hagan lo que se espera de ellos puede sentirse en la familia de manera subliminal o declararse abiertamente, pero, no obstante, el niño de oro la entiende. El síndrome del niño dorado es real y no solo afecta el sentido de sí mismo de dicho niño dorado y la forma en que percibe el amor y el afecto como algo que necesitan lograr, sino que también afecta a los otros hermanos de la familia y provoca animosidad y rivalidad entre hermanos innecesaria.

¿Qué causa el síndrome del niño dorado?

El síndrome del niño dorado aparece en un sistema familiar donde se espera que este niño (o niña) sea excepcional en todo: es exactamente lo que se espera de un rey, que sea excepcional dentro de lo excepcional. 

Normalmente criado por padres narcisistas, controladores y autoritarios, la principal responsabilidad del niño dorado es tener éxito. Debe crecer siendo perfecto a los ojos de sus padres y debe encarnar la fantasía que los padres tienen sobre lo que es ser un niño perfecto.

¿Es el síndrome del niño dorado una enfermedad mental?

Si bien el síndrome del niño dorado es real, no se trata una condición mental, ni de un trastorno de personalidad, ya que no existe una definición ni un diagnóstico clínico para ello. Es más bien una definición que se utiliza en psicología sistémica. Sin embargo, los niños dorados suelen crecer con una personalidad muy particular que conlleva serias dificultades a largo plazo en las relaciones románticas, las amistades, la crianza de los hijos, el trabajo, la autopercepción y la autoestima.

¿Cuáles son los síntomas del síndrome del niño dorado?

Algunas características comunes del síndrome del niño dorado incluyen:

– Miedo. El miedo al fracaso, el rechazo y el abandono, pobablemente sean problemas comunes para los niños dorados. Cada uno de estos se conecta con el miedo a no hacer felices a sus padres o decepcionarlos. Estos niños o niñas crecen con la idea de que el amor de sus padres está condicionado a su desempeño en los estudios o a que muestren unas cualidades o un comportamiento excepcionales. De mayor tendrán auténtico pánico al abandono lo que les puede convertir en controladores y en infieles (por si la titular me abandona, tengo varias suplentes en el banquillo).

Obsesión por la admiración ajena. Esta es una señal importante de ser un niño dorado. Debido a que hay mucho en juego al decepcionar a sus padres, estos niños harán cuaquier cosa para complacer a sus padres y otras figuras de autoridad. Es su principal ruta para sentirse amados y seguros.

Obsesión por el éxito y por la imagen externa. Dado que obtienen atención y amor de sus padres al ser grandes triunfadores, trabajarán duro para demostrar que pueden estar a la altura de su título de niño de oro (y para que sus padres puedan fanfarronear sobre lo maravilloso que su niño o niña). Esto también puede estar relacionado con el miedo al fracaso, al rechazo y al abandono que pesan sobre ellos sus padres.

¿Cómo es la personalidad de un niño dorado?

Por supuesto, cada persona con el síndrome del niño dorado sigue siendo su propia persona con una personalidad única. Sin embargo, debido a su condición de niño de oro, los niños de oro pueden compartir algunas características. Suelen ser muy competitivos. Les gusta (incluso necesitan) ser perfectos en lo que hacen y, como tales, son sensibles a las críticas. Y poseen fuertes tendencias de liderazgo: tienden a tener buenas habilidades de comunicación y a tomar la iniciativa, tal vez siendo los líderes de su grupo de amigos.

¿Los niños de oro se vuelven narcisistas? ¿Puede un niño de oro no ser narcisista?

Un niño dorado puede convertirse en narcisista. O no. Gracias a Dios, cada personalidad es un mundo y la vida no es absolutamente determinista. Pero desde luego una buena ruta para llegar al narcisismo en la edad adulta es la de haber sido de pequeño un niño dorado en el sistema familiar. Debido a que a los niños de oro se les dice que deben ser buenos en todo y se sienten presionados a estar a la altura de expectativas irrazonables, a veces son incapaces de desarrollar su propio sentido de sí mismos. Esto puede provocar una baja autoestima, lo que sienta las bases para convertirse en narcisista. (Pero, no lo entiendo, me dirá usted ¡yo creía que los narcisistas tenían una autoestima altísima! Pues siga usted leyendo y lo entenderá). Dicho esto, un niño de oro también es totalmente capaz de no convertirse en narcisista. Esto puede depender de cuán disfuncional fue la crianza que recibieron y de si recibieron algún apoyo emocional de otros familiares o amigos.

Recapitulemos: no siempre un niño adorado se convierte en narcisista, y no todos los narcisistas han sido niños dorados.

Los narcisistas y su falso yo

He dicho anteriormente que los narcisistas suelen tener una baja autoestima y usted se habrá quedado alucinado porque piensa y le han dicho que los narcisistas tienen complejo de superioridad. Que se creen especiales, superiores y grandiosos. Pero no se lo creen en realidad,sino se han creado un falso yo, una armadura para defenderse. Las personas narcisistas en general y los niños dorados en particular aprendieron desde muy pequeños que las emociones vulnerables eran malas y que sentirían humillación pública o serían castigados de alguna manera si las mostraban, así que rápidamente aprendieron a reprimir cualquier tipo de vulnerabilidad que tuvieran.

El falso yo es un constructo que se creó como adaptación defensiva cuando el narcisista era un niño. Ya sea por abuso, negligencia o abandono emocional, ya sea debido a la sobreexigencia de unos padres que esperaban muchísimo de él, el niño aprendió a una edad temprana que no obtendría lo que necesitaba actuando de forma auténtica. Por ejemplo, si de usted se espera desde el nacimiento que crezca para convertirse en un rey, no le van a permitir que muestre determinadas debilidades en público y usted va a aprender desde pequeño a reprimirlas. 

El yo falso yo es uno de los muchos conceptos mal entendidos respecto a los trastornos de la personalidad. El falso yo es un concepto que pretende describir un concepto muy humano en torno a la identidad. Una de las razones por las que los narcisistas son tan difíciles de detectar, y de hecho de comprender, es porque tienen una doble personalidad: una que mantiene una imagen pública (lo que llamamos la fachada compensatoria) y otra privada.

Por supuesto, en los casos de William y Kate y de Juan Carlos y Sofía esto es muy obvio. Ambas parejas estaban obligadas a dar una imagen de la familia perfecta, aunque ahora sabemos de sobra que el matrimonio de Juan Carlos y Sofía no era más que fachada y conveniencia y sospechamos que algo parecido pasa con el de William y Kate Middleton. Se daba una imagen de puertas para fuera, una imagen muy bien construida, y se vivía una vida muy diferente de puertas para adentro.

¿Qué es eso la personalidad dividida? 

Generalmente, las personas desarrollan el trastorno narcisista de la personalidad en la primera infancia. Ocurre a veces como resultado de un trauma grave experimentado cuando era niño pequeño (abuso físico o sexual, por ejemplo) a partir del cual el niño siente una profunda vergüenza hacia su «yo real». En otros casos el yo real se oculta porque el niño viene de un entorno hiperexigente y controlador que le pide que construya una personalidad que es muy diferente a la suya. Cuando el niño o niña crece y se convierte en adulto, su verdadero carácter está enterrado profundamente en su psique y sufre un desarrollo detenido; es decir, ciertas emociones no se desarrollan más a medida que crecen, sino que se congelan en el tiempo. Las emociones reguladoras clave afectadas incluyen la empatía, el remordimiento, el amor y la compasión. Lo compensan estableciendo un «falso yo», en esencia una farsa. Un personaje triunfador y carismático que es el que enseñan hacia afuera.

Yo real o auténtico

En el fondo, su verdadero yo está atormentado por el autodesprecio y la vergüenza. Se odian a sí mismos y están completamente celosos de las personas normales que son capaces de sentir alegría, amor y empatía. Están desesperados por no quedar expuestos tal como son en realidad. Saben que tienen otra faceta, saben que en realidad no son las personas maravillosas que proyectan ser, pero harán todo lo posible para evitar admitirlo, sobre todo ante ellos mismos. Su falso yo es el camuflaje perfecto para hacer de contrapeso de su incómoda y autodespreciada realidad. La mayoría de los tipos de narcisistas rebosan aparente confianza y, si solo los tratas de forma superficial, son encantadores y carismáticos. Sin embargo, para un ojo bien entrenado, no son tan buenos como parecen.

Existen una serie de rasgos sutiles, incongruentes con su fachada, que suelen presentar:

– A menudo albergan desprecio por aquellos que creen que están por debajo de ellos (por ejemplo, los camareros de los restaurantes). – Son extremadamente susceptibles a las críticas, que invariablemente provocarán una rabia narcisista: una repentima y temible explosión de ira, pero que puede apagarse y que se olvida (al menos por ellos) tan rápido como estalló el estallido.

Su círculo de conocidos es amplio pero superficial (simplemente les resulta demasiado agotador invertir continuamente tiempo y esfuerzo en desarrollar numerosas amistades profundas) y se convierten en expertos manipuladores para atraer atención positiva de una amplia corte, al tiempo que aíslan y destruyen a cualquier potencial rival o enemigo.

– Son unos mentirosos patológicos. Y tienden a creerse sus propias mentiras. Esto puede resultar difícil de creer al principio, muy en particular para las sorprendidas esposas que descubren años después que su devoto marido le es infiel o consume drogas, hasta que uno comprende plenamente que toda su vida es una mentira: la farsa que oscurece su verdadero yo.

La brecha narcisista

La brecha, la diferencia entre su yo real y el falso, se conoce como brecha narcisista. Mantener esta brecha es un trabajo duro y es un trabajo y un desafío de toda la vida para el narcisista, y requiere suministro narcisista en abundancia. El suministro narcisista es como la gasolina que les mantiene capaces de avanzar. Y ese suministro es la admiración de los demás. 

Un narcisista necesita ser admirado de la misma manera que usted necesita beber agua cada día. Es por esta razón que necesitan tanta admiración y control (lo que refuerza la sensación de un yo falso), y son tan hipersensibles a cualquier tipo de crítica y humillación, o simplemente a que alguien les lleve la contraria. Puesto que cualquiera de estas les recuerda qué desesperadamente están intentando ocultar bajo las capas y capas de barniz que constituyen la fachada compensatoria. En pocas palabras, la misión de su vida es cultivar y mejorar su falso yo y reaccionarán con extrema hostilidad ante cualquier cosa que amenace con desvelar su yo real.

Todos tenemos un falso yo

Uno de los mayores malentendidos es que la gente cree que el falso yo es específico del narcisismo. Por lo general, se sorprenden al descubrir que el falso yo realmente se aplica a todos los seres humanos, ya que cada uno de nosotros tenemos diversas variaciones del yo. La diferencia es que lo llamamos conciencia situacional de idoneidad con respecto al tiempo y el lugar.

Es decir, todo ser humano, cuando conoce a alguien, da lo mejor de sí para causar la mejor primera impresión posible. Todos intentamos actuar de forma apropiada en cualquier situación en la que nos encontramos. No vestimos de la misma manera cuando vamos al trabajo, cuando vamos a la iglesia, cuando vamos a visitar a nuestros padres, cuando vamos a ver en un estadio un partido de nuestro equipo de fútbol favorito, o cuando nos acurrucamos en el sofá a ver una serie debajo de la mantita. Ni tampoco usamos el mismo lenguaje ni hacemos los mismos gestos. Pero no estamos actuando todo el tiempo de alguna manera, hay un yo común que está siempre ahí. No es que estemos intentando ocultar nada. Mientras que el narcisista está intentando desesperadamente ocultar algo

Las mujeres del niño dorado narcisista.

El niño dorado narcisista suele ser infiel por dos razones. La primera, y ya la he señalado, es la infidelidad evasiva. Es decir: tiene tanto miedo al abandono que recurre a la infidelidad como forma de garantizarse que si su legítima le abandona él nunca se quedará solo. Como he dicho antes, tiene una titular y varias en el banquillo, por si acaso.

La segunda es que generalmente la primera mujer ha sido elegida para adaptarse a su imagen de niño dorado. Juan Carlos tuvo muchas novias antes de sufrir y de algunas estuvo verdaderamente enamorado, pero se casó con Sofía porque era la que convenía. Sofía tenía sangre real, era virgen y era la ideal para representar el papel de reina en un futuro. Y, sobre todo, le había caído en gracia a Francisco Franco, que era de quien dependía el futuro de Juan Carlos.

William y Kate estuvieron casi una decena de años como novios hasta que el compromiso se formalizó. La prensa británica la apodaba Waty Katie,(Katie la que espera) y hubo una separación de prueba que duró casi un año en el 2007, porque la reina no estaba segura de si Kate era la indicada para su hijo. Una de las razones por las que William volvió con ella fue porque durante este año Kate, que había sido perseguida de forma inmisericorde por los paparazzi británicos, se comportó exactamente como la reina quería que se comportara. Nadie la fotografió ni borracha ni llorando ni besándose con otro hombre. Solo cuando la reina estuvo convencida de que Kate podría dar una buena imagen de la monarquía se aprobó el compromiso.

Así que la primera mujer es una mujer bella (Sofia de joven era extraordinariamente, Kate es obviamente un bombón) educada, y con pinta de maleable, una mujer que le gusta a los padres del niño adorado. Pero fácilmente empiezan a aparecer otras mujeres, porque la primera forma parte de su fachada compensatoria y de las segundas se enamora su yo real. La larguísima lista de amantes de Juan Carlos la conocemos todos. De William se dice, se rumorea y se comenta que ha mantenido una larga relación paralela con Sarah Rose Hanbury.

No todos los niños dorados son iguales

Cada situación es única y los problemas que alguien podría enfrentar después de una infancia como niño o niña dorado serán diferentes a los de otra persona. Esta es la razón por la que el tratamiento individualizado de salud mental es beneficioso para procesar el estrés que surge del síndrome del niño dorado. Con ayuda y apoyo adecuado, un niño dorado puede aprender a establecer límites saludables, comprender su valor más allá de lo que hace por los demás y formar relaciones basadas en el amor y el afecto reales.

Esencialmente, los mayores problemas que enfrentan los niños dorados incluyen superar el trauma infantil y comprender que los límites pueden ayudarlos a desarrollar un sentido de sí mismos más allá de lo que sus padres quieran (o más allá de la imagen interna que guardan dentro de sí mismos y que representa la sobreexigencia de sus padres). Definitivamente es un proceso, un proceso arduo y laborioso, pero con tiempo, paciencia y trabajo, el niño o niña dorado puede sanar relaciones mucho mejores, con los demás. 

Y, lo más importante, consigo mismos.

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