'Radical' y Óscar Puente: por qué es necesaria la buena educación
«Una película como Radical es especialmente importante en el clima que estamos viviendo, porque defiende una educación basada en el respeto y en la escucha del otro»
Por qué es necesaria una buena educación
Permítame iniciar este artículo con la famosa frase de Fray Luis de León «decíamos ayer».
Decíamos en el artículo de ayer que uno de los grandes problemas de España es el acoso escolar. Y que el acoso escolar se debe a que los niños interiorizan los valores de sus mayores. En la sociedad en la que vivimos, que cada vez es más violenta, los niños trasladan esta violencia a las aulas. Y así tenemos los índices de acoso escolar más altos de Europa: según el último informe de la ONG Bullying sin fronteras, nuestro país es el primero en la lista de naciones europeas en cuanto a casos, y se halla entre los diez con más incidencia de bullying en Europa.
Este mismo domingo, el ministro Óscar Puente insultaba a este medio en Twitter. Y medio Twitter le reía la gracia, como si insultar a alguien fuera súper divertido. Obviamente los hijos de los jaleadores del ministro llegarán al patio del colegio e insultarán al niño al que perciban más débil o al niño al que secretamente envidien. Por eso una película como Radical es especialmente importante en el clima que estamos viviendo, porque defiende una educación basada en el respeto y en la escucha del otro.
Radical
Unos niños de 11 años llegan a clase y se encuentran con todos los pupitres colocados boca abajo en el suelo. El maestro les explica que los pupitres no son pupitres. Son botes salvavidas. En última instancia, su lección del primer día trata sobre la flotabilidad. Pero la metáfora no es difícil de entender. En el aula, como en la vida, la educación es un bote salvavidas.
Es una escena de Radical de Christopher Zalla, un inspirador drama basado en una historia real sobre un maestro poco convencional llamado Sergio Juárez Correa (interpretado por Eugenio Derbez).
Radical, es una película convencional, un poco predecible (a los 15 minutos de metraje yo sabía a cuál de los protagonistas del elenco iban a matar los narcos). Una historia conmovedora más, dentro del ya abarrotado canon de cuentos edificantes sobre educadores, creado sobre películas como Stand and Deliver, Lean on Me, The Class o Los chicos del coro.
Radical, sin embargo, no está ambientada en una escuela del centro de la ciudad de Los Ángeles, Nueva Jersey o París, como lo hacen esas películas. La acción sucede en Matamoros, a lo largo del Río Grande, una ciudad situada al otro lado de la frontera con Estados Unidos, a poco más de cuatro kilómetros de Brownsville, Texas. Una ciudad considerada un lugar sin ley, conocida por su violencia extrema y por sus campamentos de inmigrantes. Una ciudad tomada por los narcos que pasan droga desde México a Estados Unidos.
Radical también está ambientada en 2011, uno de los años más sangrientos de la guerra contra las drogas en México. Esto crea un contexto especialmente improbable para que un profesor consiga que sus alumnos den los mejores resultados en una prueba nacional de mérito académico.
Y se trata de una película mexicana, que está rodada con chicos y chicas que nunca habían trabajado como actores, y que se escogieron entre los menores que vivían en el pueblo de Matamoros. Y esos chicos y chicas, que han vivido la violencia en propias carnes, saben transmitir tan bien lo que han vivido que incluso si la película es predecible – o a veces un poco ñoña – una se queda enganchada a la historia, muy particularmente cuando aparece la joven que interpreta a Paloma. Esta niña, Jennifer Trejo, realmente se come la pantalla.
La historia real
La escuela de la que habla Radical existe en la vida real. La Primaria José Urbina López era conocida como ‘La Escuela de Castigo’. Por seguridad, sus puertas estaban cerradas con llave durante el horario escolar. (Exactamente lo mismo que viví yo en los años 80 en Madrid cuando estudiaba en el colegio Montserrat, al que por cierto años más tarde también acudiría Pablo Iglesias). Se trataba de un centro sin medios, abandonado de la mano de Dios y de la mano de los poderes fácticos, en la que los alumnos, por no tener, no tenían ni acceso a ordenadores.
En Radical, el método de autoempoderamiento de Sergio, el profesor que pone los pupitres boca abajo, consiste en permitir que los niños sigan su curiosidad y encuentren respuestas por sí mismos. Al principio se muestran escépticos, pero pronto se sienten comprometidos y entusiasmados con su libertad para liderar su propio aprendizaje. Más de una vez, Sergio dice que los estudiantes ni siquiera lo necesitan. Las maneras de Sergio provocan la ira de otros profesores. Los padres desconfían y se preguntan si les está dando falsas esperanzas a los niños que enfrentan un futuro difícil.
Sergio se enfoca principalmente en tres estudiantes: Paloma (Jennifer Trejo), un genio de las matemáticas con sueños de llegar a ser astronauta, que vive junto al vertedero en el que trabaja su padre; Lupe (Mía Fernanda Solís), una filósofa en ciernes cuya madre embarazada espera que la ayude con el cuidado de los niños; y Nico (Danilo Guardiola), un niño valiente que está siendo entrenado como menudero por un traficante local.
El carismático Sergio, el personaje que interpreta Derbez, está basado, como ya he dicho, en hechos reales vividos por el educador mexicano Sergio Juárez Correa. Según Wired, una de las revistas de tecnología más importantes de Estados Unidos, el Correa de la vida real estaba desilusionado con el sistema educativo tradicional, ese sistema que enfatiza que enfatiza la memorización y la aceptación incuestionable de la autoridad y en el que el profesor nunca se implica de manera personal, de manera radical, con sus alumnos.
En Matamoros, México, Correa se unió a la Primaria José Urbina López. La escuela está ubicada cerca de un vertedero de basura, en una comunidad donde los cárteles de la droga son un escenario común, y en la que la violencia estaba en 2011 extendida hasta el punto de que no era raro que los alumnos de la escuela pasaran, por la mañana en su camino a clase, por delante de cadáveres o cintas de delimitación de la escena del crimen. La Primaria José Urbina López era conocida por el pésimo desempeño de sus estudiantes y las condiciones en la escuela eran ruinosas. El laboratorio de informática no había sido remodelado desde hacía mucho tiempo, y no tenía siquiera ordenadores. Los ladrones irrumpían a menudo en la escuela para robar cualquier cosa de valor, y se habían llevado hasta los cables. El formador tecnológico que los visitaba de vez en cuando no tenía los dispositivos necesarios para realizar demostraciones prácticas y debía dar clases estrictamente teóricas. Qué sentido puede tener enseñarte a usar un ordenador cuando no tienes ordenadores. Los profesores se habían resignado a su suerte, incluida la dirección de la escuela, que intentó disuadir a Correa de que se trasladará a vivir a Matamoros.
Imperturbable e imbuido por la fe, la fe en las ideas de académicos e investigadores que habían experimentado con éxito con métodos de enseñanza no convencionales, Correa se decidió a poner en práctica en Matamoros las teorías de la nueva pedagogía alternativa. Conocía el trabajo de Sugata Mitra, un profesor de educación del Reino Unido, cuyos métodos habían dado grandes resultados en los diferentes lugares donde los había puesto en práctica. Correa pasó horas y horas estudiando a otros filósofos de la educación y adaptó sus enfoques a su clase de sexto grado en la Primaria José Urbina López. Dejó que los estudiantes fueran lo más libres posible en su clase. En un primer momento el director de la escuela intervino y lo amonestó, pero luego, al ver lo que intentaba hacer, lo apoyó.
El efecto Pigmalion
El efecto Pigmalión se refiere a situaciones en las que las altas expectativas conducen a un mejor desempeño y las bajas expectativas conducen a uno peor. Aunque el efecto Pigmalión se observó originalmente en el aula, también se ha aplicado en los campos de la psicología empresarial, empresarial y deportiva.
Supongamos que una profesora cree que su clase puede obtener altas calificaciones en el examen de fin de semestre. La maestra transmite esta expectativa a sus alumnos diciéndoles a los estudiantes que está segura de que les irá bien si trabajan duro para prepararse. En las siguientes semanas, mientras practica simulacros de exámenes en clase, la profesora mantiene una actitud positiva: anima a todos los alumnos a responder y participar. Siempre que los estudiantes se equivocan, ella les explica la respuesta correcta con emotividad y entusiasmo. Y les dice que de todas formas lo han hecho muy bien porque lo importante es idear una respuesta. Debido a que la maestra valora las habilidades de los estudiantes y trata de crear un clima de éxito, es más probable que los estudiantes interioricen esta creencia y trabajen duro para prepararse para el examen. A medida que los estudiantes armonizan su comportamiento con las expectativas de su maestra, se confirma la confianza de ella en sus alumnos y alumnas. Esto la motiva a ella aún más a ayudarles a tener un buen desempeño en el examen. Y se va creando una escalada de sentimientos positivos.
Los estudios de Robert Rosenthal y Lenore Jacobson examinaron la influencia de las expectativas de los profesores en el desempeño de los estudiantes. El artículo que escribieron a raíz de sus investigaciones es uno de los estudios psicológicos más citados y discutidos jamás realizados. Rosenthal y Jacobson comenzaron evaluando el cociente intelectual de estudiantes de una escuela primaria. A los profesores se les dijo que la prueba mostraba que alrededor de una quinta parte de sus alumnos eran inusualmente inteligentes. Aquellos alumnos a los que se les había etiquetado como superdotados fueron los que tuvieron las mejores notas.
Pero los estudiantes «superdotados» hablan sido elegidos al azar. Y en realidad no se había medido el coeficiente intelectual a nadie.
Los estudiantes seleccionados no deberían haber tenido una ventaja estadística significativa sobre sus pares. Pero, como los profesores habían creído que trataban con alumnos inusualmente inteligentes, habían confiado en ellos. Y así se había dado el Efecto Pigmalión (en honor al mito de Pigmalión, que le infundió vida a una estatua que él mismo había esculpido). Se le llama también a veces efecto Rosenthal.
Los profesores prestaron más atención a los estudiantes «superdotados», ofreciéndoles más apoyo y aliento que a los demás. Escogidos al azar, esos niños terminaron sobresaliendo. Cuando terminó el período de estudio, se volvió a evaluar el coeficiente intelectual de todos los estudiantes. Ambos grupos mostraron una mejora. Sin embargo, aquellos que fueron descritos como inteligentes experimentaron ganancias mucho mayores en sus puntos de coeficiente intelectual. Rosenthal y Jacobson atribuyeron este resultado al efecto Pigmalión.
Lamentablemente, nunca se realizaron estudios de seguimiento, por lo que no conocemos el impacto a largo plazo en los niños involucrados.
El método socrático
El nuevo método de enseñanza radical puede no ser tan nuevo. En realidad puede remontarse hasta la antigua Grecia y es posible que sea aún más antiguo.
La revista Wired creyó que había descubierto en Paloma Noyola al “próximo Steve Jobs”, un prodigio con el potencial de revolucionar la forma en que vivimos nuestras vidas, al pensar de manera creativa y diferente sobre el mundo.
Wired, ¿habría esperado que el próximo Steve Jobs fuera una niña de doce años de una escuela donde apenas hay suficiente comida, y mucho menos computadoras portátiles, para todos? ¿Que el próximo Steve Jobs apareciera en una comunidad donde la seguridad alimentaria es más preocupante que la conectividad a Internet? Si, para Wired, el próximo Steve Jobs era Paloma Noyola Bueno, nacida y criadra Matamoros. Paloma Noyola Bueno nació y creció dentro de la comunidad conocida como “El Basural”. Paloma vivía al lado de un vertedero. Gracias a Sergio Correa, Paloma obtuvo la puntuación más alta en matemáticas en el examen nacional de logros de México, la prueba Enlace.
Paloma logró obtener el primer lugar nacional en la prueba Enlace, a pesar de que se tenían pocas esperanzas dentro de su propia escuela de que pudiera conseguirlo. Pero Sergio había confiado en ella.
Cuando Paloma apareció en portada de la revista Wired, se convirtió en una celebridad nacional en México. Hasta que suspendió el examen del Concurso Nacional de Cálculo Mental del Campus Ciudad de México del Tecnológico de Monterrey. Y pasó de estrella nacional a decepción nacional. Y eso sucedió precisamente porque habían depositado en ella tantísima presión y tan poca confianza, que el Efecto Pigmalión se disolvió. Ella lo ha contado más tarde en varias entrevistas.
Paloma Noyola finalmente estudió Derecho y actualmente es candidata a diputada en el distrito 11 (en Tamaulipas, dónde se encuentra Matamoros) por el partido acción Nacional.
Una de las partes más emocionantes, inspiradoras y sorprendentes de la historia de Paloma es que su vasto potencial para prosperar en un mundo de alta tecnología se desató mediante un método de enseñanza novedoso en un centro que no tenía acceso a la tecnología.
A Sergio Juárez Correa, que tenía treinta años años cuando llegó a Matamoros, se le atribuye haber descubierto y nutrido el potencial de su talentosa alumna.Como he dicho, Paloma obtuvo el puntaje más alto en matemáticas de todo México, pero no fue la única que desafió las expectativas. Juárez Correa convirtió a su clase en uno de los estudiantes con mejor desempeño en todo el país, algunos de los cuales obtuvieron puntajes competitivos internacionalmente en pruebas estandarizadas.
Juárez Correa aprovechó algo con lo que los educadores han estado experimentando durante siglos, desde la antigua Grecia. Colocó a sus alumnos en el centro de su propio aprendizaje, permitiéndoles explorar temas de su propio interés e idear sus propias soluciones para abrir preguntas a través del pensamiento crítico y el trabajo en equipo.
Al igual que Sócrates, al igual que María Montessori antes que él, Juárez Correa utilizó un método de enseñanza que promovía el aprendizaje activo y autoregulado. Quizás lo más importante es que adoptó un paradigma educativo alternativo que desafiaba los roles tradicionales de profesores y estudiantes, así como el uso tradicional del tiempo de instrucción.
En la clase de Juárez Correa, ninguna persona tiene el monopolio del conocimiento, todos pueden aprender unos de otros y el maestro cumple el papel de facilitador de ese aprendizaje. Puede que el método de Juárez Correa no sea tan nuevo (ya he dicho que es el que Sócrates usaba con sus discípulos) pero la implementación de esta estrategia en la era digital abre muchas posibilidades nuevas. El acceso a Internet, por limitado e irregular que fuera, apoyó la filosofía de Juárez Correa, cuando el profesor consiguió que le donaran ordenadores para la escuela, y le permitió explorar una amplia gama de temas –más allá del alcance de su propia formación– con sus estudiantes.
Ahora los estudiantes con una conexión básica a Internet pueden aprender de profesores, sin mencionar de sus compañeros, de todo el mundo.
El aprendizaje en la era digital también puede transformar la forma en que se emplea el tiempo en clase al permitir a los estudiantes ver las conferencias en casa y aplicar y practicar activamente lo que han aprendido durante el tiempo de clase con sus compañeros y profesores.
Los dones de Paloma eran extraordinarios, pero lo que tenemos que aprender de su historia puede que lo sea aún más. Lo que nos muestra Paloma, y lo que creía su maestro Sergio, es que si bien las oportunidades y los recursos son desiguales, el potencial es universal. Su experiencia en el aula muestra que una educación de calidad puede ser el gran igualador, nivelando el campo de juego en un mundo desequilibrado, al liberar el potencial de los estudiantes, y brindarles las habilidades de pensamiento crítico y creativo de alto nivel necesarias para prosperar en una economía global.
Pero creo que lo más importante de la historia no es que los alumnos consiguieran pasar pruebas de rendimiento académico, sino que consiguieron aprender el respeto unos a otros. En Radical al principio de la historia las niñas acosan a Paloma. Al final de la historia toda la clase está unida y todo se apoyan unos a otros. Han aprendido a respetar a los demás.
En un clima tan tóxico como nuestro clima político, en el que un ministro se permite insultar a un medio de comunicación y darle un nombre denigrante, y en el que se nos han olvidado las más ambientales reglas de educación básica, quizás Radical debería ser una película de visionado obligado en todas las escuelas españolas. Para intentar frenar el ciclo de violencia y prevenir casos de acoso.