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Una terapia experimental mejora la función cognitiva de personas con síndrome de Down

Un equipo con participación española ha inyectado a un grupo de participantes la versión sintética de la hormona GnRH con resultados prometedores

Una terapia experimental mejora la función cognitiva de personas con síndrome de Down

Pavol Štugel | Unsplash

Científicos europeos han desarrollado una terapia experimental basada en la hormona liberadora de Gonadotropina (GnRH), que ha mejorado las funciones cognitivas de un pequeño grupo de personas con síndrome de Down.

El estudio, cuyos resultados se publican esta semana en Science, ha sido liderado por el Laboratorio de Desarrollo y Plasticidad del Cerebro Endocrino de la Universidad de Lille (Francia) y el Hospital Universitario de Lausana (Suiza). También ha contado con la participación de la Universidad de Córdoba y del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer.

La terapia basada en la hormona GnRH ha mejorado las funciones cognitivas de un pequeño grupo de participantes con síndrome de Down

El síndrome de Down, que afecta a una de cada 800 personas, es la principal causa de discapacidad intelectual y provoca diversas manifestaciones clínicas, entre ellas el deterioro de la capacidad cognitiva. Con la edad, el 77% de las personas que lo padecen experimenta síntomas similares a los de la enfermedad de Alzheimer.

Además, las personas con este síndrome sufren la pérdida gradual de la capacidad olfativa -típica de las enfermedades neurodegenerativas- y posibles déficits de maduración sexual en el caso de los varones.

La hormona GnRH es una proteína esencial en la función reproductiva, «la señal con la que el cerebro controla el sistema reproductor», explica el coautor del estudio Manuel Tena-Sempere, investigador de la UCO y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición.

Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Lille descubrieron que en modelos de ratón del síndrome de Down esta proteína no funciona adecuadamente, lo que contribuye al deterioro cognitivo asociado a este síndrome. Es decir, GnRH también tiene un papel esencial en la función cognitiva.

A partir de este hallazgo, los investigadores realizaron una prueba de concepto en ratones para restablecer el sistema GnRH e intentar que funcionase correctamente. Mediante distintas aproximaciones y pruebas para revisar la función cognitiva y olfativa de los ratones, demostraron que al activar las neuronas GnRH se normalizaba el sistema y mejoraban ambas funciones.

Resultados prometedores, pero preliminares

Estos hallazgos se probaron después en una fase clínica que se llevó a cabo en el Hospital Universitario de Lausana, en un estudio con siete participantes varones con síndrome de Down de entre 20 y 50 años. Se les administró una terapia de GnRH pulsátil que cada dos horas les suministraba una dosis de la proteína, para así simular la secreción de esta hormona en niveles normales y conseguir un patrón fisiológico, como el que tienen las personas sin este síndrome.

Tras seis meses de tratamiento, los investigadores comprobaron que el tratamiento no había mejorado la función olfativa pero sí la cognitiva

Tras seis meses de tratamiento, los investigadores evaluaron los efectos de la terapia y, mediante pruebas cognitivas y olfativas y exámenes de resonancia magnética, comprobaron que el tratamiento no había mejorado la función olfativa pero sí la cognitiva. Según el estudio, seis de los siete hombres lograron una mejor representación tridimensional, una mejor comprensión de las instrucciones y del razonamiento, la atención y la memoria.

«El trabajo apunta la posible utilidad del compuesto para tratar problemas cognitivos derivados del síndrome de Down, pero también ha dado resultados prometedores en modelos de ratón de alzhéimer», comenta Tena-Sempere.

El investigador explica que aunque harán falta estudios clínicos más amplios que incluyan a mujeres con síndrome de Down, este compuesto «ya se usa en tratamientos de fertilidad, es decir, no es nuevo, se sabe que es seguro y se conocen sus efectos. Todo eso ayudará a recortar los tiempos si se aprueba para este uso».

Al margen de las implicaciones terapéuticas que este estudio pueda tener en el futuro, para Tena-Sempere el trabajo es importante para recordar que la ciencia básica puede conducir «a hallazgos inesperados» que pueden ser de gran utilidad para la investigación clínica.

En opinión de Mara Dierssen, neurobióloga experta en síndrome de Down del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, los experimentos en ratones que se han hecho en este estudio «respaldan las hipótesis de los autores».

«Posiblemente la parte más débil sea el estudio clínico, en el que los autores solo evaluaron a siete personas con síndrome de Down. Por lo tanto, aunque ciertamente interesante y prometedor, debemos tener cuidado de no generar demasiadas expectativas entre las familias» y tener en cuenta que el estudio solo se ha hecho en varones, apunta.

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