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Cultura

Una exposición visibiliza la precariedad de las trabajadoras del hogar

La muestra en el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), que se inauguró este mes de noviembre, es un proyecto híbrido entra la narración gráfica y la investigación social

Una exposición visibiliza la precariedad de las trabajadoras del hogar

La directora del IVAM, Nuria Enguita, la investigadora social, Alba Herrero, y la artista e ilustradora Ana Penyas, Premio Nacional de Cómic 2018, presentan la exposición ‘En una casa. Ana Penyas y Alba Herrero. Genealogía del trabajo del hogar y los cuidados’ | Miguel Lorenzo-IVAM

La ilustradora Ana Penyas y la antropóloga Alba Herrero se han unido para realizar una investigación en torno a las trabajadoras del hogar. Fruto de las entrevistas realizadas a una gran variedad de mujeres que se dedican a los cuidados surge En una casa. Genealogía del trabajo del hogar y los cuidados, un proyecto a caballo entre la narración gráfica y la investigación social que propone un recorrido entre lo íntimo y lo político. Además de la exposición que se puede ver en la Galería 3 del IVAM, se ha publicado un fanzine titulado Derechos y dignidad en el que 14 trabajadoras del sector decidieron qué querían contar y cómo. 

La muestra surge de un encargo de Nuria Enguita, directora del IVAM. Aunque el tema del proyecto estaba sin definir, Herrero y Penyas tomaron el testigo y vieron que sus trabajos, desde disciplinas diferentes, habían abordado asuntos parecidos: historias en los márgenes de la historia universal. Ana Penyas venía de haber publicado el cómic Todas estamos bien, un homenaje a sus abuelas que le valió el Premio Nacional de Cómic 2018, y Alba Herrero había realizado Entre el dia i la nit no hi ha paret, un documental sobre la huerta de Valencia. Enseguida se dieron cuenta de que querían visibilizar la organización social de los cuidados, las transformaciones recientes y la situación actual del trabajo en el hogar.

El resultado es una exposición que recoge las voces de 35 mujeres nacidas entre 1930 y 1997 que residen en la Comunidad Valenciana y abarca un periodo que va desde antes de la guerra civil hasta la actualidad. Algunas de estas trabajadoras son valencianas, otras proceden de pueblos del interior de España y otras de latitudes más lejanas como América Latina, Rusia o Bulgaria. «Nos interesaban los cambios de escala, los movimientos de población y las mujeres que se mueven en busca de mejores condiciones», apuntan Herrero y Penyas. Esta amplitud tanto temporal como geográfica y cultural proporcionó heterogeneidad y una gran diversidad de experiencias y percepciones sobre un mismo tema. 

‘En una casa. Ana Penyas y Alba Herrero. Genealogía del trabajo del hogar y los cuidados’. Fotografía Miguel Lorenzo

De esta manera, la etnografía y el arte se dan la mano en una muestra que transforma en imágenes todo lo que afloraba en las entrevistas. Cada una de esas mujeres tiene una historia, un pasado y una manera de ver y entender la situación lo que contribuye a contar con un relato coral y poliédrico. A pesar de que la mayoría son trabajadoras, también hay empleadoras «porque nos interesaba el diálogo que se crea en torno a un mismo hecho, pues no es un lugar estático sino que hay movimiento», amplía Alba Herrero. 

Si bien se vieron sorprendidas por algunas historias comunes, «no se puede hacer un perfil concreto porque hay muchas maneras de llegar a este trabajo, que pasa de la precariedad y parte de un lugar de pobreza o de necesidad de mejora», apunta Ana Penyas. A las 35 entrevistas en profundidad se añaden otras muchas conversaciones informales que convergen en un gran relato repleto de otros muchos relatos. 

Para la directora del IVAM «la exposición traza una genealogía sobre las condiciones del trabajo del hogar en el último siglo, desde el servicio doméstico vinculado al éxodo rural durante el franquismo hasta el trasvase actual a las mujeres migrantes». Un trabajo, destaca, «feminizado, precarizado e invisibilizado al que, hasta ayer mismo, se le negaban derechos que se conceden a cualquier otro trabajador».

El trabajo del hogar y los cuidados a lo largo del tiempo

No hace falta decir que la percepción del trabajo del hogar y los cuidados ha variado a lo largo del tiempo, así como el papel de la mujer que lo ejerce. Sin embargo, sigue habiendo algunas reivindicaciones por hacer.  «A veces creemos que la historia es lineal y que va hacia adelante y a mejor pero en ocasiones es circular. Si comparamos la época de los posguerra con los años 80 vemos una clara mejora: en la posguerra se parte del hambre, de la necesidad de techo y comida. En ese contexto surge la figura de la interna, en ocasiones niñas menores de edad», recuerdan.

La exposición se organiza de manera cronológica y, así, las primeras etapas abordan los inicios del siglo XX, el hambre de la posguerra y las migraciones del campo a la ciudad durante el franquismo. «En los años 40 el imaginario mostraba una criada víctima, pobre y abnegada, sumisa», comenta Ana Penyas. Otro momento clave para el cambió llegó en la época del desarrollismo. A partir de los años sesenta las ‘criadas’ empiezan a denominarse ‘empleadas del hogar’ y se incrementa el número de trabajadoras por horas. «En los 60 el hambre deja de ser el motor de los movimientos de los pueblos a las ciudades y el motivo se convierte en la optar a otras posibilidades. Además, la entrada de la mujer al trabajo trajo cambios sociales muy grandes», profundizan. Ya en los años 80, con la idea del progreso en el horizonte, cambia la figura de la interna y sube la de empleada del hogar, una mujer que duerme en su casa y trabaja por horas

Los dibujos de Ana Penyas nos muestran algunas de las historias y experiencias de estas mujeres hasta llegar a la actualidad, una época en la que «se vulneran los derechos de las migrantes del Sur Global de manera parecida a lo que ocurría en la posguerra». En este sentido, tanto Penyas como Herrero denuncian que «muchas están en régimen de interna y en ocasiones solo les pagan con techo y comida o con un salario escaso». En definitiva, «tienen que hacer frente a una sociedad de acogida que sigue negando su pasado y una igualdad laboral y asistencial que como trabajadoras les corresponde». 

‘En una casa. Ana Penyas y Alba Herrero. Genealogía del trabajo del hogar y los cuidados’. Fotografía Miguel Lorenzo

Pero si hay algo que les ha sorprendido no son realmente los avances en la materia, sino las continuidades: «Sigue siendo un trabajo poco reconocido, poco valorado y feminizado en el que es fácil no cumplir las normas. Muchas familias no tienen la capacidad económica para que las trabajadoras tengan unas condiciones dignas». En este contexto, algunas de las reivindicaciones pasan por «cotizar para la jubilación, estar dentro de un régimen general que las ampare y que se cumplan las mismas condiciones laborales que en otras profesiones», apuntan. 

Nuria Enguita subraya que el trabajo doméstico pone sobre el tablero las contradicciones e injusticias sociales sobre las que se construye nuestra sociedad: relaciones de poder, cuestiones morales, diferencias de género, de raza, de clase. En sus propias palabras: «El trabajo remunerado en el hogar debe ser dignificado, reconocido afectiva, social y laboralmente. Hay que democratizar los cuidados por medio de una reorganización social. Y estas cuestiones no son ajenas a los museos que pueden contribuir a transformar los imaginarios, para transformar positivamente el presente».

 

 

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