Fútbol femenino, dinero y machismo
El presidente de la FIFA acusa a las televisiones europeas de machistas por no darle lo que pide por retransmitir el Mundial. El caso de EEUU y la Fox sugiere otra cosa
El fútbol femenino insiste. La Eurocopa de en Inglaterra ya amenazó con saturarnos el verano pasado, RTVE mediante. Ahora llega el Mundial, y el ente, que también tiene los derechos, ha anunciado a bombo y platillo que emitirá hasta 25 partidos, uno por cada día de la competición, que arranca el 20 de julio en Australia y Nueva Zelanda: no tiene pinta de prime time.
Cecilia de la Serna analiza con detalle y agudeza el costado más puramente deportivo del evento, con especial atención a los fascinantes movimientos orquestales en la oscuridad de nuestra selección nacional. Aquí vamos a prestar atención al menos estético perfil económico de la cuestión.
Conspiranoias aparte, las grandes organizaciones internacionales no disimulan su predilección por el fútbol femenino. La ONU, por ejemplo, hizo coincidir expresa y explícitamente el comienzo de la pasada Eurocopa con el lanzamiento de su iniciativa «Fútbol por los Objetivos», que pretende «aprovechar la popularidad mundial de este deporte para dar más visibilidad a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible».
«También estuvieron los embajadores de los países anfitriones del Mundial, Clare Kelly de Nueva Zelanda y George Mina de Australia»
Otra organización con la misma genética, pero nervio financiero evidentemente más afilado, hizo lo propio hace poco con el Mundial. El mes pasado, la Organización Mundial del Comercio (OMC) organizó un evento titulado «Hacer el comercio para las mujeres», con las presencias estelares de la directora general Ngozi Okonjo-Iweala y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino. También estuvieron los embajadores de los países anfitriones del Mundial, Clare Kelly de Nueva Zelanda y George Mina de Australia. Dos países anglosajones con gran tradición en el deporte femenino.
Infantino sacó pecho con el éxito del Mundial de 2019 en Francia, «con 1.200 millones de espectadores en todo el mundo y más de un millón en los estadios. Esto muestra la magnitud de este evento». Y se mostró optimista con el de Australia y Nueva Zelanda: «Será aún más grande, con 2.000 millones de espectadores». Recordó, además, que la FIFA ha triplicado el premio en metálico del Mundial; de 50 a 152 millones de dólares. En 2015, apenas llegaba a los 15 millones.
En el evento se insistió en la necesidad de repartir los efectos benéficos del futbol femenino por todo el mundo. «Hay mucho dinero involucrado en la propiedad intelectual. Me gustaría que pensemos cómo los países en desarrollo pueden monetizar algunos de estos derechos de propiedad intelectual en la economía del fútbol», dijo Okonjo-Iweala. «A pesar del importante valor económico del fútbol, no se ha distribuido equitativamente entre los productores de los países en desarrollo, en particular las mujeres».
Las quejas se centraban en Europa, centro neurálgico de la economía del fútbol. «Europa devenga la mayor parte de los más de 220.000 millones de dólares generados por la economía mundial del fútbol. Podemos y debemos trabajar más para vincular a las mujeres con los nuevos mercados y las oportunidades remuneradoras de los bienes y servicios de alto valor. Tengo la esperanza de que, dentro de 10 años, los países en desarrollo miembros estén sacando una mayor tajada de esta economía», dijo la directora general de la OMC.
Esos 220.000 millones son una cifra poderosa, bien llamativa para una rueda de prensa. Pero se refieren a todo el fútbol, no específicamente al femenino, sobre el que aún se desconocen cifras globales. Quizá porque el volumen no es demasiado estimulante. Ni siquiera en esa Europa tan acaparadora…
El ya tradicional informe «Football Money League» de Deloitte ha incluido por primera vez las cifras de los equipos femeninos de los 20 clubes de fútbol más poderosos económicamente del Viejo (y avaricioso) Continente. De los 17 (85 %) que juegan en la primera división de sus respectivos países, 15 (88 %) proporcionaron información financiera. Y, de momento, las cifras están a años luz del equivalente masculino; una facturación media de 2,4 millones de euros en la temporada 2021/22.
El FC Barcelona lidera la tabla con ingresos de 7,7 millones de euros, tras llegar a dos finales consecutivas de la UEFA Women’s Champions League. Dice Deloitte que «genera una proporción significativa de sus ingresos a partir de márketing y publicidad». Le siguen el Manchester United (6 millones), el Manchester City (5,1), el París Saint-Germain (3,6) y el Arsenal (2,2). Actualmente, señala el informe, «existe una disparidad significativa entre los clubes de la misma liga»; frente a los 7,7 millones del FC Barcelona, el Atlético de Madrid se queda en… 100.000 euros. Y en Inglaterra, el Leicester City no pasa de los 400.000.
Ya explicamos por aquí las fragilidades estructurales del fútbol femenino europeo. Como explica María Piñeiro de la Esperanza, de la Universidad Pontifica Comillas, incluso el poderoso fútbol profesional femenino inglés en realidad «no es rentable», sino que «se sostiene, principalmente, gracias al apoyo financiero proporcionado por los clubes masculinos que compiten en la liga de primera división masculina, la Premier League».
Las buenas intenciones siempre se agradecen, pero la realidad se impone. El mes pasado, The New York Times contaba con detalle el lío en que se metió Infantino a cuenta de su particular cruzada feminista. Aunque el deporte profesional no deja de explorar nuevas fuentes de ingresos, los derechos audiovisuales siguen siendo la parte del león del negocio. Bastante más que las buenas intenciones, por ejemplo. Y el mandamás de la FIFA quiere que la versión femenina del fútbol se vaya asimilando a la masculina en este suculento apartado. Por las bravas. A la voz de ya.
Cuenta el NYT que, irritado con «las emisoras europeas por no satisfacer las exigencias de la FIFA de un aumento significativo de los derechos de televisión para el Mundial femenino», Infantino llegó a amenazar, «si las ofertas no mejoraban», con que «los partidos del torneo no serían televisados en muchos de los mercados más importantes de Europa». Y concluyó poniéndose muy estupendo: «Es nuestra obligación moral y legal no malvender el Mundial Femenino de la FIFA». Hace unos meses comentamos su muy moral relación con el Mundial de Catar, ese epicentro del feminismo global.
«Tras desgranar cifras no verificables», continúa el NYT, «Infantino calificó las ofertas por los derechos del Mundial de ‘bofetada en la cara’ no sólo a las jugadoras del Mundial, sino a las mujeres en general». O sea, que las empresas que no vean en el fútbol femenino el negocio suficiente como para invertir las cantidades que Infantino considera óptimas… son unas machistas de manual.
La cosa viene de largo: «Los comentarios de Infantino intensificaron una lucha que comenzó el año pasado, cuando él y la FIFA rechazaron las ofertas iniciales de varios países por los derechos del campeonato femenino por considerarlas demasiado bajas. Desde entonces, se ha posicionado como defensor del fútbol femenino, aumentando el premio en metálico para el torneo de este año y prometiendo igualarlo al del Mundial masculino para 2027».
Extendió un cheque la mar de pintón por la igualdad… y ahora la realidad se niega a pagarlo: «Necesitará cientos de millones de dólares de las cadenas de televisión y los patrocinadores para cumplir esas promesas, y su amenaza de que los partidos no se retransmitan en Europa, uno de los principales motores del crecimiento del fútbol femenino, conlleva graves riesgos», concluye el NYT.
«Por supuesto, las televisiones no se tragaron el farol y el Mundial se va a televisar también en Europa. Y veremos de dónde saca Infantino el dinero para pagar los premios »
Estados Unidos puede venir al rescate, al menos hasta cierto punto. Allí el fútbol femenino sí que tiene una larga tradición y está ya culturalmente integrado en la sociedad. Fox Sports, que tiene los derechos del Mundial, anunció recientemente que ya ha vendido el 90% de la publicidad de los días de partido. De hecho, los ingresos publicitarios en este espacio han aumentado un 50% respecto al torneo de 2019.
A la ya mencionada tradición de fútbol femenino se une una creciente afición a un deporte al que, hasta ahora, le ha costado prosperar en unos Estados Unidos saturados de baloncesto, fútbol americano, béisbol… La celebración del próximo Mundial masculino en el país (aunque compartido con México y Canadá), reforzada por el fichaje de Messi para la MLS, la liga nacional, podría ser la culminación de un largo proceso de adaptación. Mientras llegaba, no consta que los jerarcas del fútbol norteamericano tacharan de futbólfobo o algo parecido a las cadenas que preferían gastarse su dinero en emitir la NBA.
El fútbol, en general, ha estado esperando su oportunidad en EEUU, y ahora está pegando el estirón aprovechando las circunstancias. El femenino, también. Un análisis de Sportico recuerda que «hace tan sólo dos años, los equipos pagaban entre dos y cinco millones de dólares» para entrar en la liga profesional de fútbol femenino estadounidense, la NWSL. En febrero, el Washington Spirit fuer valorado en 35 millones de dólares en la adquisición de Michele Kang; poco después, el Gotham FC llegó a los 40 millones en una compra que dejó el club en manos de propietarios tan célebres como Kevin Durant, Sue Bird y Eli Manning, entre otros.
Y eso no es nada. El recién llegado Angel City, dicen en Sportico, había recaudado en abril, antes de hacer su debut en la NWSL, fondos como para alcanzar una valoración superior a los 100 millones de dólares. Christina Aguilera, Gabrielle Union, la diseñadora Rachel Zoe, el atleta Shawn Johnson East y el ex jugador de la NFL Andrew East fueron algunos de los nuevos socios. Entre los propietarios originales estaban Natalie Portman, Eva Longoria y Jennifer Garner, Serena Williams y varias ex jugadoras de la selección nacional de EEUU, como Julie Foudy, Mia Hamm y Abby Wambach.
En EEUU, invertir en fútbol femenino sí es sexy. Un negocio interesante.
¿Es menos machista la Fox (cadena conservadora por antonomasia, por cierto) que las televisiones europeas?