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Vejaciones y acoso en el fútbol femenino: el del Alhama de Murcia no es un caso aislado

El club murciano se encuentra en el centro de la polémica tras la publicación de unas informaciones que apuntan a su entrenador, Randri García

Vejaciones y acoso en el fútbol femenino: el del Alhama de Murcia no es un caso aislado

Randri García, el entrenador del Alhama, durante un partido de la Liga F. | LaLiga

Insultos, acoso y trato vejatorio en el vestuario de un equipo de la Liga F, la élite del fútbol femenino español. La noticia saltaba el pasado lunes a través de una exclusiva de Mundo Deportivo, que pasaba enseguida a ser replicada en las páginas de los principales diarios deportivos y generalistas de nuestro país. El artículo original rezaba: «Las jugadoras del Alhama CF estarían sufriendo de manera reiterada insultos machistas, faltas de respeto, trato vejatorio y un comportamiento más que inapropiado por parte del entrenador, Randri García». El entrenador del equipo murciano habría enviado una fotografía de contenido sexual a todo el equipo, incluida una jugadora menor de edad que forma parte de la plantilla, según publicaba Mundo Deportivo. Los insultos versarían sobre el físico y la orientación sexual de las jugadoras, principalmente.

En las primeras informaciones no había mayor detalle sobre lo acontecido, ni –por supuesto– sobre la identidad de las jugadoras que habrían denunciado a Juan Antonio ‘Randri’ García. La identidad anónima de las denunciantes de cara a la opinión pública es un aspecto fundamental y que se ha visto amenazado por el choque de declaraciones posterior al estallido de la noticia del que hablaremos más adelante.

Poco después de la publicación de las supuestas vejaciones por parte del entrenador del Alhama, el club murciano salía en su defensa. No había nada de nada. Una versión oficial, la del club, respaldada más tarde por 17 jugadoras de la plantilla. No debemos obviar que el técnico es hijo del presidente del club, marido de la directora deportiva, y lleva al mando del equipo desde que este se fundó, en el año 2004.

Cruce de versiones, comunicados y sindicatos enfrentados

Un día después de la publicación de la exclusiva de Mundo Deportivo, el sindicato FUTPRO –integrado únicamente por futbolistas mujeres– emitió un comunicado en el que expresaba su preocupación por la posible vulneración de los derechos laborales de las jugadoras del Alhama por parte del entrenador del equipo. Según el comunicado, varias denuncias han sido presentadas ante Inspección de Trabajo, la Federación Española de Fútbol (RFEF) y el Consejo Superior de Deportes (CSD), y se han iniciado otros procedimientos. FUTPRO también destacaba en su comunicado que, en cuanto se tuvieron pruebas de lo sucedido, se informó al club para que se activara el protocolo del convenio colectivo y se protegiera a las jugadoras, apartando al entrenador de manera provisional e inmediata.

Tras la intervención de FUTPRO, era el turno de las Asociación de Futbolistas Españoles, sindicato mayoritario de nuestro fútbol. El escrito de la AFE, rubricado por 17 jugadoras del Alhama, rezaba lo siguiente: «Es falso que hayamos denunciado un supuesto comportamiento inapropiado por parte del entrenador. No estamos de acuerdo en acusar al entrenador como un acosador sexual, algo que es de una enorme gravedad», subrayando que «en ningún momento nos hemos sentido acosadas con gestos o hechos que pudieran vulnerar nuestra dignidad e intimidad personal y profesional. Si estos hechos se hubieran producido, los habríamos denunciado de inmediato en todas aquellas instancias que fueran necesarias».

Este cruce de versiones ponía de manifiesto, por un lado, el enfrentamiento entre ambos sindicatos, un conflicto que no vive ahora su primer capítulo. Y evidencia, por otro, la división en el seno del vestuario del equipo. La firma de este comunicado por parte de 17 jugadoras –en un vídeo publicado más tarde ya eran solo 15– dejaba al descubierto a las otras cinco integrantes de la plantilla, que no firmaron y que, con esta acción, se exponen como potenciales víctimas en toda esta historia.

Las cinco jugadoras que no formaron parte del comunicado exculpatorio emitido por el resto de la plantilla, respondían unos días después: el pasado viernes ofrecían unas declaraciones a Europa Press en las que reflejaban su «decepción» con el resto de compañeras y confirmaban haber visto «barbaridades», sufrido «vejaciones», sido «humilladas» o sentido «miedo». Estas jugadoras, que prefieren guardar su anonimato –a pesar de que el comunicado firmado por sus compañeras las señale–, han tenido la valentía de dar un paso al frente nada fácil en estas circunstancias. Hablan de coacciones, vejaciones, humillaciones… aunque, de momento, no hay ejemplos explícitos.

Hay que destacar que, a raíz de esta polémica, la exjugadora del Alhama CF, Nazaret Segura, hacía públicas las vejaciones de las que fue víctima cuando jugaba a las órdenes de este entrenador. «Randri me llamaba gorda, me hacía sentir que no servía para nada. Me fui porque el entrenador pasaba por encima de mis valores, nos trataba con unas formas que no eran buenas, nos infravaloraba, me sentía que no servía para nada, psicológicamente era complicado. El club es de él y no puedes ir contra él, te vas», dijo en una entrevista con Onda Cero, una de las varias que ha ido concediendo a diversos medios de comunicación.

No sabemos quién tiene razón, la Justicia tendrá que actuar y dirimir qué ha ocurrido. Más allá de lo que termine pasando en este caso –al cierre del artículo, Randri García sigue en su puesto y la división en el equipo sigue siendo notable–, lo cierto es que, de confirmarse esta situación, no sería un hecho aislado en el mundo del fútbol femenino. Tampoco del fútbol en general, sin apellidos, pero en el que juegan las mujeres, los episodios de acoso son más frecuentes de lo que son en el caso de los hombres.

«Acoso sistemático» en Estados Unidos

En las páginas de THE OBJECTIVE ya hemos advertido de algunos casos recientes de vejaciones y abusos en el seno del fútbol femenino. Empecemos por uno al otro lado del Atlántico, una polémica que sacudió una de las mejores ligas del mundo: la estadounidense. En octubre del año pasado, una investigación independiente –aunque encargada por la Federación estadounidense– sobre las denuncias de mala conducta en la NSWL revelaba una situación de «acoso sistemático». Tanto el abuso verbal y emocional como la conducta sexual inapropiada estaban en el corazón de estas revelaciones. La investigación, realizada por la exfiscal general de Estados Unidos Sally Yates y el bufete de abogados King & Spalding, saca a la luz un patrón de «comentarios con carga sexual, insinuaciones sexuales no deseadas y contacto sexual coercitivo».

Para realizar el informe, de 172 páginas, los investigadores entrevistaron a más de 200 jugadoras de la liga –muchas de ellas, además, integrantes de las diferentes selecciones nacionales de EEUU–. Lo que se encontraron: fórmulas de abuso por parte de los entrenadores, manipulación y represalias para quienes osaban levantar la voz. Y, también, acoso sexual. Uno de los casos que más repercusión tuvo fue el de Christy Holly, entrenador del Racing Louisville (Kentucky). Holly llamó en una ocasión a su despacho a la defensora del equipo, Erin Simon. La jugadora sabía lo que podía ocurrir, por lo que se vistió con prendas que le harían difícil alcanzar sus partes más íntimas. Al llegar, Holly le avisó: iban a visionar el último partido y le iba a tocar cada vez que ella perdiera el balón. Unos hechos para nada aislados.

27 años de abusos en la Selección: la historia de Ignacio Quereda

En España, tenemos varios ejemplos recientes. Carlos Santiso, entrenador del Rayo femenino, pidió a su equipo técnico «hacer una como los de la Arandina» en un grupo de WhatsApp, recordando a los jugadores de este equipo burgalés que fueron condenados por abusar sexualmente de una joven de tan solo 16 años. Un caso sonado, ese, y también el de Santiso, cuyos comentarios –«hay que coger a una y cargárnosla todos juntos»– le valieron una fuerte polémica. Pidió perdón por la «broma». Siguió en su puesto, también defendido por su club.

Si nos remontamos unos años atrás, hay un nombre propio que sobresale sobre todos los demás. Es el de Ignacio Quereda. El exseleccionador nacional se fue en 2015 –le relevó el actual, Jorge Vilda–. Su marcha se produjo tras 27 años en el cargo y la rebelión de una serie de jugadoras, encabezadas por Vero Boquete, que en aquel momento esgrimieron argumentos únicamente deportivos contra el por entonces seleccionador. Años más tarde, la periodista Danae Boronat describió en su libro No las llames chicas, llámalas futbolistas las vejaciones que sufrieron las jugadoras durante esas tres décadas.

Ignacio Quereda, exseleccionador femenino español. | Foto: UEFA

Tal y como recordaba Álex Ander en una entrevista con la autora del libro en este mismo periódico, el entrenador más longevo del fútbol español mostraba a menudo actitudes homófobas, machistas y misóginas, y durante años les dio un trato bastante vejatorio y condescendiente. «Quiero erradicar el lesbianismo y los malos hábitos», cuenta Vicky Losada que le advirtió un día Quereda en una charla. «Hacía muchos chistecillos del tipo ‘Esta lo que necesita es que le metan una guindilla por el culo’», relata por su parte Mar Prieto. Un capítulo especial en Informe+ también dio cuenta de estos abusos.

El exseleccionador pudo mantenerse tanto tiempo al frente del equipo, a pesar de su abuso de poder, gracias a la connivencia de la RFEF, por un lado, y a que el fútbol femenino no tenía el poder mediático y económico del que goza hoy en día. La visibilidad permite también ver el lado oscuro de las cosas, y aclararlo.

Corinne Diacre, la caída de la seleccionadora francesa

No solo los hombres abusan de su poder. También lo hacen algunas mujeres. Otra exseleccionadora acusada de vejar a sus jugadoras es Corinne Diacre, cuyo caso recordamos hace unas semanas en THE OBJECTIVE. Diacre, una leyenda del fútbol femenino francés, fue sustituida recientemente tras el plantón de varias de sus jugadoras. Las futbolistas galas acusaron a su seleccionadora de comportamiento inapropiado, acoso y discriminación. Estas acusaciones incluían comentarios sexistas y racistas, algo que llevó a la Federación gala a iniciar una investigación.

futbol femenino
Corinne Diacre, exseleccionadora de Francia. | Foto: AFP

Como decíamos, la visibilidad que tiene hoy en día el fútbol femenino permite arrojar luz sobre lo que antes se escondía. Las futbolistas de élite son deportistas profesionales, no soportan –ni tienen por qué hacerlo– situaciones de acoso. Y aunque no lo fueran, tampoco. Seguiremos de cerca el caso del Alhama de Murcia, un caso que no es, ni de lejos, un hecho aislado.

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