Francisco de la Torre: «La inflación trae pobreza y populismo y puede acabar con la democracia»
El inspector de Hacienda desgrana en su libro ‘Y esto,¿quién lo paga?’ la situación económica en la que nos encontramos y las salidas y obligaciones de los poderes públicos
Economista, licenciado en Derecho e Inspector de Hacienda, Francisco de la Torre (Madrid, 1972) se ha sentado con THE OBJECTIVE para profundizar en la situación económica que ha desencadenado la pandemia, lo que ha supuesto un enorme desembolso para los países. Número uno de su promoción, disecciona las consecuencias de una elevada y preocupante tasa de inflación que deteriora todo el sistema económico, acompañados de un déficit y de una deuda pública que se siguen manteniendo en porcentajes muy altos para las instituciones públicas. Mientras, crece el gasto público y los bancos no dejan de subir los tipos de interés. Sin reforma fiscal, la batalla dialéctica y el populismo están ahí. Y De la Torre habla de ello sin pelos en la lengua, e incluso subraya cuestiones que pueden ser muy incómodas. Como aperitivo en esta conversación nos deja una cita de Benjamin Franklin: «En este mundo solo hay dos cosas seguras, la muerte y pagar impuestos».
PREGUNTA.- Señor De la Torre, usted ha escrito un libro que se titula , Y esto, ¿quién lo paga? Economía para adultos. ¿Qué le ha motivado a escribirlo?
RESPUESTA.- Bueno, yo escribí este libro porque el mundo y España han pasado la peor pandemia en varios siglos. Sobre todo, cuando todavía no nos habíamos recuperado de la crisis anterior, y después hemos tenido una crisis energética, y ya para terminar, hemos tenido el terrible último jinete apocalíptico de la guerra, con la invasión rusa de Ucrania de Vladimir Putin, originando el peor conflicto bélico que hemos tenido en las últimas décadas en Europa. Y bueno, en efecto, todo esto se paga económicamente. Y al contestar a la pregunta de y esto quién lo paga y cómo se paga he dedicado un libro con muchas horas de investigación de datos, con varias redacciones, porque las circunstancias económicas han ido cambiando.
PREGUNTA.-Pero, ¿quién lo paga? ¿Quién lo está pagando?
RESPUESTA.– Bueno, lo estamos pagando todos de una forma o de otra, y evidentemente, cuando se pasa una de las peores pandemias, la peor pandemia en un siglo, después de la mal llamada gripe española, lo pagamos los que afortunadamente estamos vivos, como no puede ser de otra forma. Y por supuesto que una sucesión de circunstancias adversas acaba teniendo una repercusión global, y todos, de una forma o de otra nos vemos afectados. En este sentido, lo que se hizo durante la pandemia, que fue inyectar masivamente dinero, llevar los tipos de interés todavía más a negativo fue diferir ese coste. Y ahora empezamos a pagarlo. De alguna forma, lo que pasó es que se dio una patada a la pared, pero la pared estaba más cerca y nos ha rebotado antes. Y, ¿de qué manera?, pues en forma de inflación. El coste económico más relevante que hemos tenido de la pandemia y de la crisis energética y de la aceleración de transición ecológica también es la inflación. Una inflación, que como decía Keynes, es un impuesto.
PREGUNTA.- Así es, se dice que la inflación es el impuesto de los pobres
RESPUESTA.- Bueno, los pobres sufren más la inflación. Pero al final, la inflación es la pérdida del valor de la moneda. Y esto supone el deterioro de todo el sistema económico. Y eso lo paga todo el mundo sin excepción. Todos hacemos operaciones económicas. Lo hemos visto en países como Venezuela o en Zimbabwe, donde ha habido hiperinflación, y lo ha sufrido todo el mundo. Ocurrió en la República de Wiemar (entre 1918 y 1933, en Alemania), que fue el final de la democracia en aquel país y, la llegada del nazismo. Países como Argentina, que han tenido una inflación muy elevada, casi de manera permanente, lo han pagado en crecimiento económico. Por lo tanto, la inflación no solo es el impuesto de los pobres. Es que además deteriora todo el sistema económico, crea situaciones de injusticia y de ineficiencia. En mi opinión, lo política que todos los poderes públicos tenemos que desarrollar, especialmente el Banco Central Europeo es reducir esta inflación a niveles aceptables. Porque con inflación alta, pobreza y justicia, tenemos el caldo del populismo, y eso puede llevar incluso al final de la democracia.
PREGUNTA.- Pero esta inflación se está pagando con impuestos. Y mi pregunta es, ¿qué impuestos se deben pagar, y cuáles son confiscatorios y hasta inflacionistas? Usted habla a menudo de populismo de izquierdas y de derechas
RESPUESTA.- Efectivamente, los impuestos son el precio que pagamos por la civilización. Y, efectivamente, en la selva no existen. Y esta es otra cita de Oliver Wendell Holmes. Evidentemente, hay que pagar impuestos, y en ningún momento se vio más claro que en la pandemia. Por ejemplo, si queremos financiar la investigación y el tratamiento de las vacunas y tratamiento contra el covid, es evidente que eso hay que pagarlo. Y ese coste hay que distribuirlo entre todos los beneficiarios, puedan pagarlo o no puedan pagarlo. Me explico, por una circunstancia de pura salud pública, si una persona tiene un cáncer y no se le trata, morirá solamente ella. Pero, si tenemos el caso de una enfermedad contagiosa, y esa persona no la vacunamos, y eso se extiende, y la cepa se hace resistente a las nuevas vacunas, tenemos un auténtico problema. Luego, no podemos limitar la vacunación a que una persona pueda pagarlo o quiera pagarlo. Por lo tanto, hay que financiarlo con cargo a impuestos. De modo que, los impuestos son necesarios. Y no podemos tener unos servicios públicos en condiciones si no tienen una financiación suficiente. No es real la idea de que sin pagar impuestos se puedan tener buenos servicios públicos. Pero, por otra parte, lo que también es verdad es que, incrementar los impuestos tiene un coste para las personas que efectivamente los pagan y también de cara al crecimiento económico. Y también es cierto que, tampoco es verdad la idea de que subir impuestos, esto no tenga ningún efecto en el crecimiento económico ni en el bienestar. En el populismo de izquierdas se dice que los impuestos solo los pagarán los ricos, pero es que no es así, porque así no se financian los servicios públicos del siglo XXI. Así que, evidentemente creo que es necesario un sistema fiscal, pero sin dejar de aceptar que supone un sacrificio. Y es que subir impuestos tiene como efecto mayor recaudación, pero también tiene efectos negativos sobre el crecimiento económico. Por eso hay que valorarlo todo.
PREGUNTA.- Ahora tenemos más recaudación que nunca, y el crecimiento económico no es especialmente boyante. La gente está asfixiada y eso lo nota prácticamente todo el mundo cuando tiene que hacer la compra
RESPUESTA.- Hemos pasado una serie de circunstancias económicas muy negativas. Y es evidente que la España de 2023 no es la España de 2019. No solo es cuestión de que el Producto Interior Bruto puede ser más o menos parecido. Pero sí que tenemos mayores índices de inflación. Y hacía 20 años que no teníamos un nivel similar, que era menor. Evidentemente, la población tiene menos recursos en términos medios. Y también es cierto que hemos tenido que afrontar un mayor gasto público, porque ha habido que sostener las rentas sin que hubiera actividad económica, durante el periodo de la pandemia. Por tanto, esto hay que pagarlo. Pero hay que ser conscientes de que no es una opción no pagar las cosas. Porque esto, a lo que conduce es malestar económico, al caos… Y sí, insisto, es evidente que la cesta de la compra ha aumentado y que tenemos un problema de inflación que empezó en la energía y que ahora tenemos en los alimentos. Sí, todo esto es verdad. Pero repito, son las consecuencias de haber padecido una terrible sucesión de crisis económica.
PREGUNTA .- Y, ¿no es mejor alternativa un uso razonable del gasto público improductivo, un gasto que hasta la propia AIReF ha detectado?
RESPUESTA.- Sí, claro. Si lo que hacemos son programas de mayor eficiencia del gasto público, de mejor control y de forma planificada, claro que el resultado puede ser mejor que si al final llegas a situaciones en las cuales se tienen que producir recortes abruptos en el gasto público, porque no se pudiese pagar. De todas formas, creo, y aunque el modelo español es mejorable, estamos muy lejos de esa situación de recortes abruptos.
P.- Usted ha dicho recientemente, que España ha rebajado su presión fiscal
R.- Sí, en el 2022, la presión fiscal ascendió al 38,7% del PIB, tres décimas menos que la presión fiscal de 2021. Esta ratio de presión fiscal es la suma del total de ingresos de las administraciones públicas por impuestos y cotizaciones sociales. Pues bien, los impuestos y las cotizaciones sociales han aumentado ligeramente por debajo del PIB nominal. Y nominal quiere decir por la subida de precios internos que hemos tenido. El producto interior bruto en España aumentó un 10%, mientras que los impuestos y las cotizaciones sociales aumentaron ligeramente por debajo. Y, esto, ¿ por qué ha ocurrido? Bueno, pues porque por una parte es verdad que los impuestos que gestiona la Agencia Tributaria, como es el IVA y el IRPF sí que han crecido por encima. Pero hay otras cuestiones, como puede ser por ejemplo, que en el caso de los impuestos que administran las CCAA o los ayuntamientos, se ha recaudado bastante menos -por ejemplo, por el impuesto municipal de plusvalía-; además, las cotizaciones sociales sí que están creciendo por debajo del PIB-. Resultado, la situación es parecida a la de 2021. Se ha reducido el déficit, porque, aunque han aumentado los gastos, estos gastos lo han hecho por debajo del PIB. Por eso ahora tenemos un déficit del 4,8%. Pero ese déficit va a requerir un esfuerzo para seguir bajando esta cifra que sigue siendo demasiado alta.
P.- Luego, usted es partidario de subir los impuestos, al menos en momentos como éstos
R.- No. Yo lo que estoy diciendo es que tenemos que reducir el déficit. Vamos a tener que plantear algo. Hasta ahora, la reducción del déficit, antes de la pandemia, se ha podido hacer sin subir impuestos ni tampoco con recortes especiales de gastos.
P.- Tampoco teníamos reglas fiscales. Había cierta licencia para el gasto público
R.- Sí. Pero el hecho es que el déficit, afortunadamente se ha reducido. Pero, a futuro, y dada la situación en la que nos encontramos, no va a ser, entrecomillas, tan fácil. Esa es la sensación que da cuando miras los datos.
P.- Y, en este marco, ¿habría sido partidario de deflactar el IRPF como ha pedido el Partido Popular en varias ocasiones?
R.- Yo hubiese sido partidario de algún nivel de deflactación. Aunque tengo que reconocer que, con cierto nivel de deflactación se le da el dinero al contribuyente, y sobre todo, cuanto más baja es la renta de ese contribuyente, lo más probable es que ese contribuyente se gaste el dinero, lo que a su vez genera efectos inflacionarios.
P.- Pues vaya mala suerte. Encima que tienes menos recursos tienes que sufrir la rémora de ser inflacionista
R.- Bueno, es que la vida no es justa. Determinadas medidas que tomamos para paliar la inflación, lleva a que haya a su vez más inflación. Por eso insisto en que la medida más importante de todas es reducir la inflación a niveles razonables, porque al final, distorsiona tanto el sistema económico, a todos los niveles. Si es que, además, aunque adaptemos el IRPF a la inflación, aún así, las familias seguirán sin llegar a fin de mes, porque sigue habiendo muchos problemas. Por eso hay que tomar medidas compensatorias como reducir el gasto público.
P.- Le parecen justos los impuestos a las energéticas y a la banca
R- Bueno, teóricamente no son impuestos… Son gravámenes. Lo razonable es que el beneficio de todas las empresas se grave en el impuesto de Sociedades. Siempre es preferible tener un viejo impuesto, como el del Sociedades, con todos los problemas que tiene, pero que sabemos cómo funciona, a crear ad hoc nuevos gravámenes, supuestamente temporales. Por otra parte, lo que hay que tener en cuenta es que, uno establece ese tipo de imposición especial cuando considera que una actividad no es deseable socialmente y hay que reducirla. Por ejemplo, el juego; porque socialmente se cree que no es una actividad deseable. Pero necesitamos actividad financiera y, consumimos energía; por tanto, son imprescindibles. Y yo creo que ha habido beneficios adicionales, pero también mantengo que hubiera sido preferible arreglar algunos problemas que tiene, por ejemplo, la imposición de la actividad financiera, de los bancos en el impuesto de Sociedades, antes que crear ad hoc un impuesto, un gravamen que tiene carácter de impuesto. Y es cierto que en el caso de la banca ha habido un rescate, que ha sido más bien a los depositantes, y que fundamentalmente proviene de la actividad de las Cajas de Ahorro. Pero yo sigo sin ver, y creo que aquí hay otro problema adicional, y es que, muy probablemente, cuando se pueda observar el resultado del impuesto, veremos como buena parte, si no toda la carga de estos gravámenes, la ha acabado pagando el consumidor. De hecho, en esta cuestión, hay una cosa que se puede ver con bastante claridad, y es que los tipos de interés han aumentado en toda Europa, y la banca se lo ha repercutido a todos los nuevos créditos y a todos los créditos en variable. Por tanto, ahí los clientes han pagado más. Pero, no deja de ser curioso, que sin embargo, la banca española sea la que menos esté pagando intereses por los depósitos de su cliente. Y en general, la banca ha aumentado márgenes en toda Europa, pero en general, en España, más que en otros sitios. Y es porque hay un problema, sinceramente de falta de compentencia… en el caso de España. Y esto coincide con que tenemos menos grupos bancarios. Claro, es que se nos ha caído más de la mitad del sistema financiero.
P.- Usted dice que ‘no’ en su libro a la idea del economista francés, Thomas Piketty, de que el Banco Central Europeo perdone la deuda pública
R.- Sí, es una cosa que escribo en mi libro. Estoy en desacuerdo con lo que dice Piketty de perdonar la deuda que tenía entre sus manos el Banco Central Europeo. ¿Por qué? Porque se inyectó liquidez, fundamentalmente comprando títulos públicos a cambio de nueva creación de depósitos bancarios y, luego, cuando haya que reducir esa deuda, habrá que vender esos tipos de deuda o, cuando se amorticen esos tipos de deuda, no comprar otros nuevos. Así que, si se hubiese cogido la idea de Piketty, que tuvo cierto predicamento en toda al izquierda europea, y hubo quien firmó este manifiesto, pues ahora mismo hubiera sido imposible retirar la liquidez, porque el Banco Central Europeo no tendría los títulos para poder retirar esta liquidez. Dicho esto, yo creo que el BCE tenía que haber empezado a retirar la liquidez mucho antes, y que tenía que haber empezado mucho antes con las subidas de tipo y, que se equivocó gravemente, en la idea de pensar que la inflación, como cito a la presidenta del BCE, «venía de ninguna parte… Inflation doesn’t come from nowhere». Pero no, la inflación viene fundamentalmente de la inyección masiva de dinero que se hizo, en parte en la pandemia, pero que venía ya de antes. Y es verdad que, mientras esto estuvo parado por la pandemia, esto no se inició. Pero en el momento en el que la demanda se recuperó, antes de que la oferta pudiese hacerlo, tuvimos un momento de inflación. Por eso creo que el Banco Central Europeo debería haber sido más rápido y más diligente y no creerse sus previsiones de inflación, cuando otros las estaban desmintiendo. No obstante, soy partidario de que haya autoridades independientes en el control del dinero, porque, pese a que el BCE y la Reserva Central y muchos bancos se equivocaron, creo que si no hay independencia de los bancos centrales, y ahí hay algunos ejemplos, podría haber sido bastante peor.