La cosecha de arroz valenciano, en riesgo por culpa de los flamencos de Doñana
El último censo de aves en La Albufera incluye una población de flamencos mucho mayor de lo normal que está causando daños en los arrozales
La desecación de los humedales del parque nacional de Doñana está provocando problemas al arroz valenciano. En La Albufera, los arrozales están sufriendo los efectos de una población mucho mayor de flamencos, en parte debido a la falta de alimento en otros humedales, como el de Doñana.
Este año, el censo de aves es de unas 114.000 parejas, una cifra récord que incluye una población de flamencos fuera de lo habitual, que han acudido buscando alimento a una zona que se encuentra en mucho mejores condiciones que otras como Andalucía.
Una situación que está suponiendo un quebradero de cabeza para los arroceros, que están viendo cómo estas aves causan serios daños en sus parcelas al buscar alimentos en ellas, lo que acaba con parte de su plantación antes de que las plantas crezcan.
«Este año, debido a la sequía, a la desecación de las zonas de manera artificial, estas aves son oportunistas y se van moviendo y buscando sitios donde que se encuentren relativamente bien», explica en una conversación con THE OBJECTIVE Enric Bellido, responsable sectorial de arroz de la Unió Llauradora i Ramadera de la Comunidad Valenciana.
Por primera vez, explica Bellido, los flamencos han anidado en La Albufera, por lo que se han establecido en la zona de una manera que antes no ocurría. «Ahora el problema lo tenemos los agricultores, porque están saliendo todas las noches y están haciendo mucho daño en los arrozales».
Esto ocurre porque los flamencos, para buscar alimento, generan barro con las patas y luego con el pico filtran los nutrientes. Así, no se alimentan del arroz, pero cuando la planta todavía no ha crecido y no tiene la fuerza suficiente para soportar estos movimientos, cuando remueven la tierra acaban enterrando la planta. «Si se concentra una gran bandada, hace muchísimo daño», afirma Bellido.
Ayudas a los arroceros
En vista de esta situación, los arroceros de la zona pidieron a la Consejería de Agricultura de la Comunidad Valenciana que designara ayudas para compensar estos daños causados por la avifauna. Finalmente, tras reunirse con la Unió Llauradora y Ava-Asaja, se comprometieron a buscar la manera de compensar los daños de este año y restablecer en 2024 una línea de ayudas como las que había hace años.
«Para comprobar los daños originados esta campaña por la avifauna, fundamentalmente los flamencos, aunque también otras especies, se creará un censo de parcelas dañadas. En unas semanas se analizarán los resultados y se plantearán las compensaciones para los productores», explican desde La Unió.
Y es que los daños se están viendo ya, pero no se pueden cuantificar todavía, explica a este periódico Bellido. Los perjuicios se producen cuando la planta aún no ha terminado de crecer, por lo que no se podrán calcular con seguridad hasta al menos dentro de dos o tres semanas, explica el agricultor, que apunta, no obstante, a que «dependerá del comportamiento de estas aves».
«Ellos se mueven en esta superficie de barro muy flojo, muy agradable para ellos, pero poco a poco el barro se va asentando, cada vez es un poco más duro, la planta va sacando sus raíces y lo va cubriendo todo, y es a partir de ahí cuando ellos van a tener más problemas, pero ahora siguen ahí todas las noches», explica Bellido.
Una situación sin fecha de fin
Los flamencos que han modificado recientemente el paisaje de La Albufera se han desplazado de otros lugares donde las condiciones climáticas no son tan favorables, principalmente debido a la sequía, y no se sabe si esta situación cambiará, si estas aves volverán a migrar o si se establecerán colonias en este parque natural.
El problema, explica Bellido, es que más allá de las ayudas para compensar los daños, no existe una solución para los agricultores además de tratar de evitar que los flamencos entren en sus parcelas.
«Podemos espantarlos, siempre dentro de unos ciertos límites», dice Bellido. «Solo la presencia humana ya les molesta, hace que se muevan, pero claro, si yo los expulso de mi campo y se van al tuyo, yo me puedo haber salvado durante un rato, pero a lo mejor vuelven mañana», añade.
Por eso se ha pedido a la consejería no solo que se den ayudas esta campaña, sino que se establezca una línea de ayudas por estos daños a partir del año que viene para ayudar a cubrir los costes que supondrá el hecho de tener que volver a sembrar o plantar los campos afectados, «una tarea adicional sin garantía de que estas especies de avifauna no vuelvan a comerse o hacer desaparecer lo que se ha sembrado de nuevo», dicen desde La Unió.