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Productores de tomate avisan a la industria de la pérdida de explotaciones si no pagan más

La pérdida de rentabilidad lleva muchos agricultores en Extremadura a dejar de cultivar esta fruta para transformación

Productores de tomate avisan a la industria de la pérdida de explotaciones si no pagan más

Los productores de tomate extremeños piden mejores precios a la industria. | Edwin Remsberg (Europa Press)

Los productores de tomate de Extremadura, principal productor de España de tomate para transformación, han avisado a la industria de que debe subir los precios que paga a los agricultores para que estos puedan cubrir los costes de producción, que continúan siendo más altos de lo habitual. Avisan de que si esto no ocurre, seguirán desapareciendo explotaciones, pues los agricultores comenzarán a plantar otros cultivos más rentables. 

«Hacemos un llamamiento a productores y a Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas (OPFH) para que cierren precios superiores a los del año pasado, a pesar de que es muy pronto y todavía hay incertidumbres por la climatología», dijo el secretario general de la organización agraria UPA-UCE, Ignacio Huertas, en una rueda de prensa. 

«De cara a la próxima campaña, los precios del tomate tienen que subir en relación a lo que ha sido la subida de costes, porque si no, al final hay una bajada permanente de la rentabilidad de la explotación», señala Huertas en una conversación con THE OBJECTIVE

«Tiene que haber una rentabilidad en relación al nivel de inversión y de riesgo», insiste Huertas, «y esto es lo que le trasladamos a las industrias, porque lo que estamos viendo es que si los precios no son los que tienen que ser, muchos agricultores se trasladan a otro tipo de sectores», advierte. 

«Básicamente lo que le decimos a la industria es que si en años de este tipo, donde realmente están teniendo beneficios importantes, no son capaces de reconocer la calidad y el trabajo que están haciendo los agricultores, pues obviamente los agricultores se van a dedicar a otros sectores», avisa Huertas. 

Un incremento, afirma, que no tiene por qué afectar a los consumidores de este tipo de productos, como salsas o sofritos. «En este ámbito, el precio del productor no tiene tanta importancia proporcionalmente, no influye tanto en el precio para el consumidor». 

Costes más elevados y menos producción por hectárea 

Los principales motivos que llevan a los agricultores a pedir este aumento de los precios son la subida de los costes de producción, que siguen siendo muy elevados, y las condiciones climatológicas que han reducido la capacidad de producción por hectárea. 

A la hora de firmar los contratos de compra-venta, los agricultores estiman tanto la cantidad que se producirá por hectárea como la inversión que supondrá. Sin embargo, a la hora de la entrega, estas estimaciones pueden no coincidir con la realidad final, por lo que los precios pueden no ser los más justos a juicio del agricultor. 

Esta campaña, se hizo un análisis de lo que podrían ser los costes de producción y se hizo una estimación de 138 euros por tonelada, pero finalmente han sido de 144 euros por tonelada, una subida de en torno a un 9%, según informa UPA-UCE. 

En cuanto a las toneladas por hectárea, en la última campaña se han obtenido 86,57 de media, «algo mejor que el año pasado, que fue un año malo», señala Huertas, pero lejos del rendimiento por el que se firman los contratos, que son 92,42 toneladas por hectárea. «Por tanto, hay una diferencia importante entre lo que se contrata y lo que se produce realmente y eso hay que ponerlo de manifiesto siempre, porque la horquilla es muy amplia», añade.

Por eso, aunque son conscientes de que en el momento de la firma de contratos todavía hay mucha incertidumbre, sobre todo en relación al clima y el efecto que este tendrá sobre las explotaciones, «tenemos que decir a la industria que los agricultores tienen que percibir precios que cubran la subida de costes que han tenido esta campaña», insiste Huertas. 

Más aún en un año en el que han tenido datos muy positivos. «Todo el tomate que han transformado está vendido a día de hoy, además con un incremento de los precios de entre un 20% y un 30% en relación con años anteriores». 

Los agricultores pasan a los cultivos leñosos

Aunque en la campaña de 2023 se ha recuperado superficie respecto a la de 2022 y se ha pasado de 19.500 a 22.000 hectáreas, desde UPA-UCE insisten en que esta cifra es todavía más baja de la superficie que tradicionalmente se ha dedicado a la producción de tomate en Extremadura, de unas 24.000 hectáreas. 

Esta pérdida de hectáreas dedicadas al tomate se ha visto acompañada de un aumento en otro tipo de cultivos, especialmente leñosos, como el pistacho, la almendra y el olivar, cuenta Huertas a este periódico. 

Por ejemplo, en la comunidad de regantes del Canal de Orellana han informado de que en los meses de verano se han puesto 3.000 hectáreas dedicadas al cultivo del olivar. «Una parte de ellas son de agricultores tradicionales de tomate, porque ven la estabilidad en los precios», apunta Huertas. 

Una decisión negativa para la industria, afirma, puesto que son cultivos de larga duración, que una vez plantados no son fáciles de cambiar por otro tipo de planta, explica. 

A esto se suma la falta de relevo generacional, que también puede provocar la desaparición de numerosas explotaciones que, al jubilarse los agricultores al cargo, no encuentren a nadie que quiera seguir con la labor. «El relevo generacional no se produce lo suficiente si no se incentiva y si no se ve que haya un futuro en este sector, los jóvenes no se van a incorporar», lamenta Huertas. 

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