El inmovilismo de ERC
Nuestra colaboradora Laura Fàbregas analiza los movimientos –o la ausencia de los mismos– por parte de la política independentista catalana. Lo hace comparando ...
Este sábado se celebra Eurovisión y no son pocos los medios de comunicación que están intentando, de forma descarada, sacar alguna frase antipatriótica del dúo formado por Amaia y Alfred que representa a España en el certamen europeo.
En el pasado he criticado la poca coherencia y compromiso con las propias ideas que demuestran algunos de estos triunfitos, que lo quieren todo sin renunciar a nada. He puesto el ejemplo de Joan Manuel Serrat, que rechazó ir a Eurovisión porque no le dejaban cantar en catalán. Estos alumnos de la Academia de canto más célebre del país, sin embargo, se prestan a ser productos comerciales, pero luego les remuerde la consciencia y tienen necesidad de sacar su alma rebelde. Una rebeldía podemita, es decir, de gestos. Nunca acompañada de una conducta acorde para cambiar realmente las cosas.
Esa rebeldía, que empieza y termina en la vacuidad de la queja, se evidenciaba en una entrevista en El Mundo de este viernes. Alfred comentaba —después de otra pregunta con trampa— que estaría bien poder cantar en catalán, euskera o aranés en Eurovisión. Algo que comparto. Pero, ¿por qué no lo comentó cuando estaba dentro de la Academia y todavía no habían escrito las canciones candidatas a Eurovisión? Se podría haber abierto un debate sobre la falta de representación de las lenguas cooficiales en estos certámenes. Sin duda, hubiera sido mucho más efectivo que el actual lamento.
Más allá de eso. Creo que son muy válidos para ejercer de embajadores patrios porque han sido los mejores de Operación Triunfo. Y en el certamen se mide el talento —o el esperpento—, no el sentimiento nacional. El otro día, en las mañanas de Televisión Española, la periodista Isabel San Sebastián forzaba sus preguntas para obligar a Amaia y Alfred a significarse sobre si sentían o no “orgullo” por representar España en Eurovisión. Amaia, que es lista aunque no lo parezca, respondió que sí, sin perder la sonrisa. La navarra dijo que se sentían orgullosos, pero matizó que hay muchas formas de querer a un país. Dejando entrever que no le van a imponer ninguna desde el centralismo madrileño.
Ahora estaría bien que, además de poner su voz, pusieran su voto.
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