Armar menos, amar más

(Del latín, arma,-orum, armas) Dícese de un instrumento, medio o máquina destinados a atacar o defenderse.

Partiendo de las calles a viva voz, pasean con carros hirientes portando ese hedor a hipocresía y muerte anunciada y ¡Boom!, de pronto se advierte lo peor; ráfagas de disparos y las cámaras se giran a grabar aterradas aquel panorama desolador, y las mentes aturdidas no atienden a razones; que les engañan las voces dormidas, que tenemos salida por muchas vallas que nos corten el paso.

Pero no se admiten armas.

No resulta válida la foto virtuosa simulando promesas de paz día tras día , parloteando un discurso infundido en el odio para intentar silenciar nuestros principios y no tener que revelar al verdadero enemigo. Mas a pesar de tanto artificio, merece la pena ver más allá; exigir respuestas. percatarse de esos trajes caros de los que brotan negocios sangrientos que acaban pagando aquellos que nunca pidieron conflicto.

Pero se equivocan. Aunque nos quiten la palabra no pueden enmudecer a cada víctima en medio de este campo de batalla; de Beirut a Palestina, de Raqqa a París, de Nigeria a Yemen.

Son mis muertos.

Y no es una mera cuestión de tierras robadas, ni de llamarnos refugiados y mirar por encima del hombro, sino de ser más coherentes por favor; de rezar menos y salir a la calle a señalar a los verdugos que nos sacrifican por cuestiones de poder. Quiero más manos levantadas clamando una verdad que no dejan de censurarnos.

Pobre el que piense que de una guerra pueda brotar la esperanza…

Pobre aquel niño que siga mirando con temor al cielo…