THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

¿Cuándo se jodió...?

«España se jodió cuando llegaron gobernantes a los que España les importaba un bledo, con Pedro Sánchez como su principal representante, y también Vox»

Opinión
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¿Cuándo se jodió…?

Santiago Abascal, líder de Vox, comparece ante los medios tras los resultados electorales. | EFE

En Conversación en la Catedral de Vargas Llosa, se pregunta Zavalita cuándo se jodió el Perú, frase que se ha utilizado desde entonces en infinidad de acontecimientos jodidos, y perdón por utilizar una palabra para muchos  malsonante. 

Tengo para mí, aunque seguro que son multitud los que no coinciden con mis reflexiones, que España se jodió cuando llegaron gobernantes a los que España les importaba un bledo, con Pedro Sánchez como su principal representante. Y se jodió también cuando llegó la derecha extrema o ultraderecha de Vox, el partido que más presume de patriotismo pero que es incapaz de pensar en España con sentido patriótico sino que, como tantas otras formaciones políticas, se mueve por las ansias de ocupar un cargo en el gobierno. No cualquiera, sino  ministros. Como poco. 

Ese empecinamiento que han llevado hasta el extremo, tiene mucho que ver con lo ocurrido el pasado domingo. 

La obsesión de Vox por colocar a su gente en ministerios y consejerías, ha dejado en segundo plano lo importante, un proyecto solvente, riguroso, bien estructurado, que ilusione a multitud de españoles. No lo tienen, sino que esgrimen tres  o cuatro directrices: el cambio climático no es un peligro, los inmigrantes magrebíes son responsables de la mayoría de los asesinatos y violaciones, no al aborto y la eutanasia, y no existe la violencia de género.

«Los políticos de corta trayectoria exigen ministerios antes incluso de concurrir a las elecciones»

Los buenos políticos preparan un buen programa elaborado por profesionales de distintos sectores. Se  presentan a las elecciones tratando de seducir al mayor número posible de ciudadanos, y con los resultados en la mano gobiernan o ayudan a gobernar. Los políticos de corta trayectoria exigen ministerios antes incluso de concurrir a las elecciones, lo que, aparte de frivolidad, demuestra también que les interesan más los cargos que estudiar cómo resolver los problemas de los españoles. Por no mencionar que su exigencia de ministerios es prueba palpable de que conocen poco la administración pública. Hay ministerios con menos poder y menos capacidad de cambiar el mundo, y dejar huella, que varias secretarías de Estado o direcciones generales  infinitamente más atractivas y con mayor proyección. Por no mencionar empresas públicas que, al igual que las secretarías de Estado, están mucho mejor pagadas que los ministros e incluso el presidente de gobierno.

Vox ha sido una tragedia para el PP, donde Feijóo no ha podido parar algunas iniciativas que tendría que haber evitado. La precipitación de Carlos Mazón por acordar el gobierno de coalición en Valencia, cuando la única urgencia era presentar en plazo la candidatura de un dirigente de Vox al Congreso, ha sido un enorme error. Podía haber aplazado la composición del gobierno hasta después de las generales, como hizo prudentemente López Miras en Murcia o María Chivite en Navarra. El primero, para no perjudicar el 23-J por su posible acuerdo con Vox; la segunda, para no perjudicar al PSOE por su posible acuerdo con Bildu.

Hoy por hoy es imposible prever qué va a ocurrir con el gobierno. Las elecciones las ha ganado Feijóo, pero Sánchez puede sumar más apoyos. Indeseables la mayoría de ellos, y sorprende que sean tantos los españoles que se escandalizan por unos pactos con Vox pero no con los  pactos con sucesores de una banda terrorista, o con independentistas que exigen lo que no acepta la  Constitución —amnistía y un referéndum vinculante—,  como pretende Junts sin que hasta ahora se haya escuchado una palabra de rechazo por parte de Pedro Sánchez. 

«Mejor solos que mal acompañados. Y va no solo por Feijóo, sino también por Sánchez»

Así somos, a la extrema izquierda se le perdona todo, pero no a la extrema derecha. Pero sabiendo Vox, y el PP, que ese es el sentimiento generalizado de los ciudadanos, como se ha visto el pasado domingo cuando el rechazo a Vox ha dejado al PP en una situación impensable, lo patriótico por parte de Vox sería, en vez de chantajear permanentemente a Feijóo con exigencias que Feijóo ha repetido que no desea cumplir, que se presente a cuerpo descubierto a ver cuáles son sus auténticos apoyos, que parecen decrecientes según los resultados últimos.  

En cuanto al PP, es evidente que ha perdido posibles votantes que daba por seguros —de Ciudadanos y del propio PSOE— por rechazo a posibles vínculos posteriores con el partido de  Abascal. Partido en el que mandan algunas personas que provocan auténtico miedo solo de pensar que puedan formar parte del gobierno. 

Siempre se ha dicho en esta España refranera que mejor solos que mal acompañados. Pues eso. Y va no solo por Feijóo, que ha repetido hasta la saciedad que aspira a gobernar sin Vox, sino que va también por Pedro Sánchez, que tantea a unos posibles socios que son como para salir corriendo hacia la frontera.

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