THE OBJECTIVE
Ricardo Cayuela Gally

Ciudadanos en busca del centro perdido

«El centro no es una desiderata, sino la consecuencia de tener ideas propias al margen de los intereses, malabares y equilibrios de los dos grandes partidos»

Opinión
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Ciudadanos en busca del centro perdido

Carlos Pérez-Nievas e Inés Arrimadas. | Alejandra Svriz

Leo en este diario que Ciudadanos, a través de su coordinador nacional, Carlos Pérez-Nievas, está considerando renunciar al término «liberal» por sus «connotaciones negativas» al estar vinculado con la derecha, porque es su voluntad situarse en el centro del espectro político. Es verdad que lo que diga Ciudadanos ahora es casi irrelevante, dados sus resultados en las municipales de mayo y su consecuente decisión de no participar en las últimas generales. Más allá de eso, y de que no hace ni un año que fincaba sus esperanzas precisamente en el liberalismo al anunciar con bombo su refundación, la propuesta de Pérez-Nievas es un error doble, y mucho nos duele a sus fieles votantes.

La ideología liberal no es una etiqueta que te quitas y pones al ritmo de la mercadotecnia, sino una forma de entender la política (y la vida). El centro no es una desiderata, sino la consecuencia de tener ideas propias al margen de los intereses, malabares y equilibrios de los dos grandes partidos. Me preocupa la desorientación de Ciudadanos, porque creo que si algo le hace falta a España es un partido político que impulse la agenda liberal. Sin miedos, sin complejos y sin tabúes. 

La palabra «liberal» es una aportación del español a la cultura política mundial. El liberalismo es sinónimo de democracia representativa porque es inconcebible sin ella. Sus grandes enemigos fueron el comunismo y el fascismo que, bajo distintos ropajes, siguen impugnándolo hoy. El eje de acción del liberalismo no es el pueblo ni la grey ni la nación, sino el ciudadano. Por lo tanto, descree de cualquier colectivo que exija sacrificar derechos individuales en el altar de un quimérico nosotros, político, religioso o social. Ciudadanos nació como partido político para combatir el nacionalismo, el más perniciosos de los colectivos políticos, pero no el único. El necesario renacimiento de Ciudadanos pasa necesariamente por tener al menos claro este principio fundacional. 

Si la agenda liberal está en el centro no es porque pida agua tibia, sino porque comparte con la derecha la defensa de las libertades económicas e individuales y con la izquierda la defensa de los derechos sociales básicos. Es reformista, nunca revolucionario, y sabe que el fin no justifica los medios. Comparte con la derecha la pasión empresarial y con la izquierda el espíritu laico. La agenda liberal defiende la propiedad e iniciativa privadas, la competencia, la desregulación y la simplificación administrativa. Pero también la investigación con células madre, la despenalización del aborto y la maternidad subrogada. Ve en el mercado la solución a muchos problemas y exige que el gasto público sea transparente, fiscalizable y comedido. Todo lo contrario de lo que hace este Gobierno, que favorece, con el dinero de todos, a una creciente clase extractiva (a cambio de una probable lealtad). El liberalismo apuesta por la libertad individual en situaciones fronterizas, como la legalización de las drogas, la eutanasia o la prostitución. Su seña de identidad es la tolerancia.

«El liberalismo comparte con la derecha la defensa de las libertades económicas e individuales y con la izquierda la defensa de los derechos sociales básicos»

No me parecen malas credenciales para la España de hoy, atravesada de encono creado artificialmente desde posiciones de poder (la sociedad es mayoritariamente moderada), endeudada por generaciones y empeñada ciegamente en construir cárceles identitarias, de género y de bandera. De hecho, la igualdad ante la ley está hoy comprometida en este país por una triple vía. No es la misma si uno es hombre que si uno es mujer, en términos de violencia doméstica. No es la misma si uno vota en Madrid que en Baracaldo, en términos de representación política. No es la misma si uno está empadronado en Badajoz que en Vic, en términos de derechos y obligaciones. Para combatir estas desigualdades nació Ciudadanos. Ojalá que sus nuevos dirigentes dejen el cálculo político, condenado al fracaso (bastantes y más eficaces maquiavelos tiene ya España), y regrese a la batalla de las ideas, cimiento de su posible, deseable y difícil reconstrucción.

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