THE OBJECTIVE
Rebeca Argudo

Qué bien tan mal

«Para algunos lo peor de que la izquierda haya abandonado causas como la separación de poderes o las libertades es que la derecha se ha apropiado de ellas»

Opinión
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Qué bien tan mal

Ilustración de Alejandra Svriz.

Leo mucho últimamente que la derecha defiende las libertades, en especial la de expresión, porque la izquierda ha abandonado esa defensa. También que lo peor de que la izquierda haya desertado de determinadas causas es que la derecha se ha apropiado de ellas. Esas causas a las que se refieren suelen ser la separación de poderes, el respeto a la democracia, a la pluralidad política, etc. Son ideas esas, que esgrimen como si se tratara de argumentos irrefutables, algunos de los intelectuales que participan en la conversación pública, vayapordelantistas que critican a esta izquierda desde la izquierda verdadera sin dejar de ser de izquierdas. Pese a la brecha entre ideal y método. Y me inquieta que lo hagan con tanta soltura. Considero que contienen algo de deshonestidad, un pelín de sesgos, parte de prejuicios y ciertos complejos. Vamos, todo aquello que, me gustaría que así fuese, debería tratar de evitar alguien a quien podríamos enmarcar en aquello que, en tiempos, dimos en llamar «élite intelectual».

Afirmar que la derecha defiende esas causas porque ya no lo hace la izquierda implicaría, por pura semántica, que de seguir haciéndolo la izquierda no lo haría la derecha. Es decir, no solo su defensa de derechos y libertades no se considera honesta y desinteresada, sino que dependería directamente de una postura previa de la izquierda. La derecha, por lo tanto, se limita a oponerse a la izquierda. Es, como poco, una visión un poco simplista de lo que sería ser de derechas hoy en día.

No solo eso, se devaluaría la defensa de unas causas justas en caso de hacerlo desde una facción ideológica, pero no desde otra: la defensa desde la izquierda es legítima; desde la derecha, lo es mucho menos. Y, de paso, suavizaría los ataques: atacar la libertad de expresión desde la izquierda es menos grave, puesto que lo verdaderamente grave de hacerlo es permitir que sea la derecha quien ejerza su defensa. ¿No es suficientemente grave un ataque a la libertad de expresión? ¿De no defenderla la derecha no habría ningún problema en que la izquierda continuase con su acoso a la misma? Porque si lo verdaderamente grave de atacarla desde esas posiciones es que sea la derecha quien se vea en la obligación (contra todos sus principios y sin ganas casi) de defenderla, si no lo hiciera no sería grave. Digo, por pura lógica.

«Se es de izquierdas sin atender a principios concretos, solo sujetos a la voluntad de serlo. Puritito pensamiento mágico»

Es cierto que incluye el sintagma un reconocimiento y un lamento: la izquierda, esta izquierda, ataca la libertad de expresión, la separación de poderes, los más elementales principios de la democracia, la igualdad entre ciudadanos… Algo es algo. Pero también incluye una especie de axioma que es que todas las causas justas son patrimonio moral de la izquierda, la de verdad, y la derecha no tiene legitimidad para ejercerla de ningún modo.

Como yo lo que quiero es entenderlo, he preguntado a amigos que utilizan tal afirmación con cierta frecuencia en los medios si verdaderamente están convencidos de que la derecha no defiende con convencimiento esas causas. Si creen ciertamente que la derecha, si defiende eso, lo hace únicamente porque la izquierda ha dejado de hacerlo. Si creen que en realidad su impulso, el de todos los ciudadanos que defienden esos valores, es defender todo lo contrario (la desigualdad entre ciudadanos, acabar con la democracia, la discriminación de las mujeres). La respuesta no es muy enriquecedora y es siempre la misma: tradicionalmente, la derecha no ha defendido eso.

Bueno, pues si por tradición debemos dar por supuesto que la derecha no puede legítimamente defender la democracia, si tradicionalmente no puede estar a favor de la igualdad real entre hombres y mujeres y entre ciudadanos, si no está legitimada para protestar ante tropelías si estas son perpetradas desde la izquierda, porque solo esta puede hacer con buena fe y la mejor de las intenciones todas las cosas buenas, ahorremos tiempo y digámoslo directamente: solo es moralmente aceptable ser de izquierdas. Y se es de izquierdas sin atender a principios concretos, solo sujetos a la voluntad de serlo. Puritito pensamiento mágico. Desde la izquierda siempre se hace el bien, sea como sea, y, si no se hace el bien muy bien, la peor de las consecuencias es que vendrá la derecha. Y eso sí sería terrible. Mientras tanto, mientras sea la izquierda y no la derecha la que atente contra libertades y derechos, qué bien tan mal.

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