THE OBJECTIVE
Joaquín Leguina

Y ahora, ¿qué?

«No creo que a Sánchez le preocupe lo que pase en el PSOE porque no existe como partido, está a las órdenes de su líder, que ha eliminado toda discusión interna»

Opinión
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Y ahora, ¿qué?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Ilustración: Alejandra Svriz

No deseo incidir demasiado en la espantada sanchista a la cual asistimos la semana pasada. Pero me intriga que Sánchez montara el pollo que montó. ¿Con qué fin? ¿Buscar el apoyo de su gente contra ese invento de la fachosfera? Y me pregunto si alguien con dos dedos de frente puede creerse que estamos ante una amenaza de esa fachosfera, es decir, del PP y de Vox.

Me preocupa más, como socialdemócrata –que es lo que creo que soy-, que el Gobierno de Sánchez esté atado de pies y manos por los separatistas catalanes y vascos, que nos odian al resto de españoles y que lo único que quieren a corto plazo es seguir maniatando al Gobierno de España que preside Pedro Sánchez.

A propósito de los cinco días «de reflexión» leo en un editorial del periódico sanchista El País lo siguiente:

«Los cinco días que Pedro Sánchez se ha tomado para calibrar su continuidad al frente del Gobierno han situado al PSOE frente al espejo. En privado, hay dirigentes que reconocen que se le han ‘visto las costuras’ a un PSOE en el que el hiperliderazgo de su secretario general ha ocupado todos los espacios desde que Sánchez se impuso en las primarias de mayo de 2017, gracias al apoyo masivo de la militancia frente a Susana Díaz y todos los pesos pesados del socialismo en España».

Pues yo no creo que a Sánchez le preocupe lo más mínimo lo que ocurra dentro del PSOE porque el PSOE no existe como partido, y está a las órdenes de su líder, que ha eliminado cualquier discusión interna. No es factible aportar ninguna idea nueva o vieja dentro de ese partido que es propiedad de Sánchez y de sus seguidores. En otras palabras: allí dentro se ha perdido cualquier posibilidad de abrir la boca.

«En casa de Sánchez no hay nadie más que él y su grupo de aduladores»

En el editorial que acabo de citar puede leerse también lo siguiente:

«(Sánchez) ha declarado su voluntad de continuar como candidato en las próximas elecciones. Con este mensaje de confianza a su electorado y a las bases socialistas, el secretario general intenta frenar cualquier movimiento interno que pueda sembrar la inestabilidad en el partido».

En casa de Sánchez no hay nadie más que él y su grupo de aduladores, pero fuera ya de aquella casa aún vivimos algunos que tenemos la funesta manía de pensar. Por ejemplo, al inicio de esta semana se publicó un documento –Por un voto constitucionalista sin engaños– escrito por socialistas donde puede leerse:

«En el PSOE no sólo es imposible cualquier discusión política, también lo es que se disienta acerca de quién sucederá a Sánchez»

«Fruto de la desordenada ambición de un dirigente político, y sus alianzas con partidos que tienen como objetivo destrozar nuestro sistema constitucional para construir sus repúblicas imaginarias, corre un peligro evidente la convivencia pacífica y libre entre españoles. Hoy estamos más divididos que ayer, hoy la concordia necesaria para que el sistema democrático funcione ha desaparecido, hoy la sensación de estar ante las dos Españas beligerantes, cainitas, es una triste realidad que comprobamos continuamente en el espacio público español».

Concluyamos: dentro del PSOE no sólo es imposible cualquier discusión política, también lo es que se disienta acerca de quién sucederá a Sánchez. Me viene a la memoria una anécdota que se cuenta acerca del general Narváez, que en su lecho de muerte recibió al sacerdote que le iba a suministrar la extremaunción:

-General, antes de darle la extremaunción y los sacramentos tengo que pedirle que perdone a sus enemigos.

-No puedo, señor cura –contestó Narváez.

-¿Por qué no puede otorgar ese perdón? –reclamó el sacerdote.

-Porque los he matado a todos –fue la respuesta.

Pues eso.

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