Juanjo, presidenta de la asociación de militares trans: «Vamos a acabar con el patriarcado»
Trans No Normativos ya aglutina a más de doscientas integrantes, pero no se conforman: «Llegaremos a ser miles»
A simple vista, uno no diría que Juanjo es mujer. Militar, barba, esposa, hijos… Pero las apariencias engañan: gracias a la ley trans impulsada por Irene Montero su sexo es femenino en el Registro Civil. Juanjo se define como un «trans no normativo», que es justo el concepto que alumbra el nombre de la asociación, TNN, que ella misma preside. Esta nació como una idea de un grupúsculo de militares, policías nacionales y guardias civiles, pero ha crecido exponencialmente hasta el punto de que en dos semanas ya son doscientas integrantes. Y su presidenta no ve aún el techo: «Llegaremos a ser miles».
Su objetivo a largo plazo es «acabar con el patriarcado», que es lo que sucederá cuando «todas seamos mujeres». Es por eso que desde la asociación ofrecen asesoramiento legal para que varones lleven a término el cambio de sexo registral. Desde su constitución, el pasado 22 de febrero, no han parado de recibir peticiones y correos, y eso que aún no han abierto su página web. Están saturadas. «No nos da tiempo a atender todas las solicitudes», confiesa la lideresa de la asociación.
Saturadas por las muestras de apoyo, pero también por los ataques. Y es que desde que salieron del armario han sido acusadas de «aprovechados» y de estar cometiendo un presunto «fraude de ley». Pero Juanjo anuncia en su entrevista a THE OBJECTIVE que denunciarán a quienes les acusen de ello: «Nos vamos a poner muy serias con este tema porque la transfobia está penada con multas cuantiosas, y los medios de comunicación pueden incluso perder subvenciones del Estado».
«¿Por qué fraude de ley?», pregunta indignada la presidenta de TNN, que explica que «la ley sólo me pide que para cambiar de sexo registral yo lo diga de manera libre y presente una solicitud»: «El preámbulo de la ley dice que lo que busca es que se pueda vivir en libertad la expresión de género, la identidad y la orientación sexual. A mí nadie me tiene que andar preguntando si me gustan las mujeres, los hombres o por qué visto como visto. No tengo que justificarme ante nadie».
La hostilidad con la que algunos políticos y medios de comunicación han recibido su constitución, y que atribuyen a que «el feminismo dominante es el transexcluyente», lo hacen también extensivo a algunos jueces: «Algunos registros automáticamente deniegan el cambio de sexo registral porque la expresión de género es masculina o porque no hemos cambiado nuestro nombre. La politización del feminismo llega hasta algunos jueces de los registros».
¿Qué es una mujer?
Juanjo, como mujer, responde a la pregunta que divide al feminismo: «Es un constructo social». Por eso agradece a Irene Montero que haya generado un «cambio de paradigma»: «En la sociedad binaria una persona que es transexual tiene disforia de género y se termina hormonando y/o operando para que su sexo previo se parezca al contrario, pero eso perpetúa el binarismo de género. No es necesario. Una persona trans es la que se identifica con el sexo contrario al que tiene registrado. Por eso nos ha venido bien la ley, estamos muy agradecidas».
Tiene, eso sí, una crítica a la norma, que es la cuestión relativa a los menores de edad. En eso es muy tajante: «Los niños no se tocan». No le gusta que se haya eliminado el acompañamiento psicológico en aras de la «despatologización»: «Si tocas a un niño antes de tiempo le estás produciendo un cambio que quizá no le corresponde. Hay que dejar que la persona sea libre para autopercibirse. Hay gente que tiene disforia y necesita la transición, pero necesita de un guía. Hay psicólogos que pueden detectar que quizá no sea disforia, sino otra cosa. Ya hay casos de transexuales que se operaron de jóvenes y en edad adulta se arrepienten».
Las integrantes de la asociación Trans No Normativos son tan sólo 200 de las 3.160 personas que en 2023 cambiaron su sexo registral de varón a mujer. Más que a la inversa: 1.979. Pero los datos son parciales por la escasa digitalización del Registro Civil. «150.000 hombres que habrían pedido el cambio de sexo el año pasado», calculan. Si la inercia continúa, creen que «conseguirán acabar con el patriarcado».