Salve, Yolanda de los sumares
«En la largas colas de entrada al polideportivo, una amalgama de jubiletas, universitarios, yolandistas conversos y desencantados de la fe pablista»
Adolfo Suárez legalizó el PCE un Sábado Santo. Yolanda Díaz ha elegido el Domingo de Ramos para anunciar –sí, señora, aun no lo había hecho– que sí, que va a ser candidata a la presidencia del gobierno por Sumar. Los caminos del señor –y la izquierda- son sinuosos. Era Madrid una jauría de soles y nos fueron a encerrar, legalmente, en el pabellón Antonio Magariños de la calle Serrano para escuchar el salmo, que diga, el discurso de la vicepresidenta que susurra a los votantes.
El público ha respondido. En la largas colas de entrada al polideportivo, una amalgama de jubiletas, universitarios, yolandistas conversos, desencantados de la fe pablista, socialistas de mediana edad, y quién sabe si algún «popularcurioso» que entre los churros y el vermut, optó por Díaz como pasatiempo lúdico de la mañana del domingo. Una señora con el pelo tintado a juego para el acto, espetó a la prensa el ya clásico lema «luego diréis que somos cinco o seis». Lo que gusta una buena rima.
En la previa, al respetable se le amenizaba con una playlist variada que respondía al son de Chanel, las Tanxugueiras y Alaska. Desconocemos si ya estaba Jorge Javier Vazquez, invitado premium del acto, en la sala, y ha amenazado con irse al escuchar a esta última. Ya en la espera se sabía que era un acto donde importaba casi tanto quién estaba, como quienes no iban a hacer acto de presencia. Por decirlo de otro modo, hubiera sido menor sorpresa que Macarena Olona descendiera de los cielos del Magariños colgada de un arnés, que Pablo Iglesias, Irene Montero o Ione Belarra, se hubieran acercado a saludar.
La llegada de Yolanda Díaz
La entrada de Yolanda Díaz, la fashionaria, para ser una cita con la historia quedó algo desangelada. Se sabía que habría aplausos, pero «las citas con la historia», requieren de mayor pompa. Le precedieron cinco teloneros ante el discurso yolandista definitivo; Helio Roque, un joven extremeño de 20 años, la sindicalista Teresa Fuentes, la novelista Gioconda Belli (que apodó a Díaz como la cuidadana) y la antigua socialista y referente del colectivo trans, Carla Antonelli. Fue ella, que tenía cogido el modo mitinero, quien se robó a la audiencia. Con esas pausas de tonadillera dando una entrevista.
No hubo oraciones a lo Yadira Maestre, pero sí un poema: «Consejos para la mujer fuerte», que Belli le recitó a Díaz. O lo intentó, porque fue interrumpida por un conato de protesta. Se oyeron insultos en un fondo cuando Belli estaba a mitad de poema. Ya están aquí los pablistas», expresó, quejosa, una señora entre dientes. Abucheos. Quedó en un susto. Respiró Yolanda. No le robaron los titulares. «Protégete de las alimañas que querrán almorzar tu corazón» decía uno de los versos del poema. Y todos los allí presentes, las mentes en ocasiones se pueden leer, pensaron en una persona. O unas pocas.
Artistas vs autónomos
Se glosaron los méritos de la vicepresidenta. Clásicos que se han ido cantando a lo largo del evento: reforma laboral, ley rider, subida del salario mínimo, cesta de productos básicos…Se les olvidó–es un modo de hablar–mencionar la ley del solo si es si. Ley que si bien no impulsó Díaz, sí apoyó cuando votó en contra de la reforma que propuso el PSOE. Sirva como resumen somero, se habló del estatuto de los artistas, pero no se habló de los autónomos. Que practican otro tipo de arte. El de sobrevivir. A todos los elogios Díaz respondía de la misma forma, sonreía y echaba el cuerpo para atrás. Ha aprendido aquella enseñanza inmortal de Isabel Pantoja, «dientes, dientes, que es lo que les jode».
«Este es un país que tiene sed de cambio», dijo la vicepresidencia del Gobierno de España, en el inicio de su discurso. Serán mis cortas entendederas, pero si un país tiene sed de cambio y tú estás en el gobierno, se entiende una cosa diferente a lo quieres decir. Lo que empezó en una tarde de julio, hace 9 meses, en Matadero, acaba –empieza– en Magariños. De Madrid a Madrid. Luego a los políticos se les llena la boca hablando de la España vacía. Estuvo la política gallega, vestida de un blanco de día grande, muy agradecida a los presentes. Colau, Ribó, Maestre, Garzón y Errejón. Fue con él con quien ya hubo el primero de los rejonazos a Podemos, «gracias por saber dónde hay que estar». Podía haber añadido, «no como otros», y se hubiera seguido entendiendo igual de claro.
«Estamos cansados de tutelas»
Siguió. «Estamos cansados de tutelas, yo no pertenezco a nadie». Pablo, Irene, Ione, daos cuenta. Pero no aclaró cuál es su idea para sumar con Podemos. Díaz hablaba de las sumas, de escuchar, de que la política o se hace con ternura o no es política (a saber qué quiere decir esto), que ella está en esto para hacer que la gente sea feliz. Sumar disputando a Podemos el patrimonio de las sonrisas de la izquierda. Nombró, momento emotivo que siempre funciona, a su hija Carmela. «Yo por mi hija su-mo». Ya con Jorge Javier presente, podría haber emulado a Belén Esteban.
Y lo que todo el mundo esperaba se cumplió. «Quiero ser la primera presidenta de España». Aplausos. Abrazos. «Podeís ir en paz». Ya van a por el papado de la izquierda a la izquierda del PSOE. Faltó un grito de aclamación popular. Un «sí, se suma» a lo morado. Al «Yolanda, presidenta» le falta gancho. Eché de menos, en el inicio de la Semana de Pasión, un «salve, Yolanda de los sumares». Ya coronada la coruñesa. Aprovechando que ya están los palios en la calle. Aprovechando que ya está, qué ahora sí, que no duden, que ha terminado el proceso de escucha. El podcast más largo de la historia. Ya habló ella y dijo sí. Porque de ella, al fin y al cabo esto es la política, se trata.