El voto de Segoviano será clave para elegir al nuevo presidente del Tribunal Constitucional
El favorito es Cándido Conde-Pumpido, pero el apoyo de los magistrados conservadores puede aupar a la también progresista María Luisa Balaguer
El nombre del nuevo presidente del Tribunal Constitucional está en el aire. Dos candidatos progresistas se disputan el puesto. El favorito es Cándido Conde-Pumpido, pero el denominado sector conservador le ve demasiado alineado con las tesis del Gobierno. THE OBJECTIVE avanzó hace meses que estaban barajando votar a la otra aspirante, María Luisa Balaguer, que se postuló en verano. Pese a la holgura de la nueva mayoría progresista, la votación será reñida. El voto de la recién estrenada magistrada María Luisa Segoviano será clave para elegir al sustituto de Pedro González-Trevijano al frente de la institución.
Los magistrados nombrados por el Gobierno y el Consejo General del Poder General (CGPJ) han alterado la mayoría. El nuevo Constitucional contará con siete miembros progresistas y cuatro conservadores. La plaza de Alfredo Montoya, que renunció en julio por enfermedad, continúa vacante y existen pocos visos de una solución rápida en el Senado.
A pesar de esa superioridad, no está claro quién ocupará la presidencia, una figura vital. Entre otras funciones destaca incluir los asuntos a tratar en el orden del día. Además, cuenta con voto de calidad en caso de empate, algo que volverá a producirse cuando sea relevado Montoya. Conde-Pumpido es el que cuenta con más opciones, pero no las tiene todas consigo.
Pugna en el Constitucional
Los magistrados conservadores atisban su promoción con recelo. Fue fiscal general del Estado con José Luis Rodríguez Zapatero y lo consideran más politizado. De hecho, es el favorito del Gobierno. En julio de 2021 llegó a descalificar a sus compañeros por votar en contra de los decretos del estado de alarma decretados por el Ejecutivo, aunque luego se disculpó.
Ese encontronazo y los temas de especial relevancia sobre los que deberá pronunciarse el Constitucional en los próximos meses (la ley Celáa, la de eutanasia, la del aborto, la de Memoria Democrática, la reforma de la sedición y la malversación o la norma catalana que ataca el uso del español en las aulas) han motivado que el sector conservador esté barajando votar a la otra aspirante, María Luisa Balaguer.
A pesar de declararse marxista, feminista y republicana, consideran que puede facilitar consensos. De hecho, valoran positivamente que a principios de diciembre se opusiera al órdago de otros tres compañeros progresista que solicitaron tratar la idoneidad de los candidatos designados por el Gobierno sin esperar a que el CGPJ eligiera a su par. El puesto se dirimirá por un solo voto.
Conde-Pumpido, miembro de una saga de juristas, cuenta a priori con el apoyo de sus colegas progresistas Ramón Sáez Valcárcel, Inmaculada Montalbán y los nuevos Juan Carlos Campo y Laura Díez. Los cuatro magistrados conservadores votarían por Balaguer: Ricardo Enríquez, Concepción Espejel, Enrique Arnaldo y el recién nombrado César Tolosa. Los candidatos no participan en el proceso. Con ese escenario el resultado sería de empate a cuatro.
Sugerencia de voto
El apoyo de Segoviano se antoja clave para decidir el nuevo presidente del Constitucional. La magistrada, que tomará posesión en el Pleno de este lunes, no ha adelantado el sentido de su voto. Hace una semana, en una entrevista en Onda Cero, afirmó que debía desembarcar en la institución para tomar «el pulso».
La nueva magistrada reconoció que ha escuchado opiniones sobre cuál debería ser el sentido de su voto, pero que no había recibido ninguna «sugerencia». No obstante, dejó alguna pista al asegurar que lo importante era «limar asperezas entre los miembros que componen el tribunal, tratar de acercar posiciones, ser capaz de calmar los ánimos y suavizar».
En las filas progresistas están preocupados. Creen que los vocales conservadores del CGPJ incluyeron a Segoviano en su propuesta al Constitucional a cambio de una contrapartida: el compromiso de no apoyar a Conde-Pumpido. De haber promocionado José Manuel Bandrés habría apoyado sin reservas al jurista gallego. Segoviano descartó esa hipótesis y afirmó que en su elección pesó más «la necesidad de llegar a un consenso» tras meses de desencuentros.
Segoviano conoce a Conde-Pumpido, pero no a Balaguer. No obstante, comparte con la magistrada almeriense opiniones como la autodeterminación de Cataluña, el discurso feminista y la convicción de romper techos de cristal, como hizo ella misma al convertirse en 2020 en la primera mujer que presidía una Sala del Tribunal Supremo. Su apoyo convertiría a Balaguer en la segunda mujer que preside el Constitucional, tras María Emilia Casas, que lo hizo entre 2004 y 2011.
La pugna acabará con un progresista como presidente. No es la primera vez que sucede. En 1992 dos candidatos de ese sector ya se disputaron el cargo: Miguel Rodríguez-Piñero, que había sido profesor de Felipe González, y Luis López Guerra. Ambos habían sido propuestos por el Gobierno seis años antes. Como hubo empate en la votación acabó llevándose el gato al agua Rodríguez-Piñero. López Guerra fue nombrado vicepresidente. El contexto invita a un enlace parecido.