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Alcàsser o la cara B de España

Alcàsser o la cara B de España

El documental El caso Alcàsser que acaba de estrenar Netflix –dirigido por Elías León– ha comenzado a generar comentarios desde primera hora. No tanto en relación al crimen que acabó con la vida de las tres niñas de dicha localidad valenciana como por el retrato de una época. España había consolidado su democracia y salía al mundo de nuevo con los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. “1992, el año de España”, presumía un Felipe González al que los casos de corrupción ya marcaban un declive que aún se demoraría otra legislatura. Eran los años de la llegada de las cadenas privadas y del auge de la telebasura, un fenómeno que tuvo en los sucesos de Alcàsser de noviembre de 1992 una presa fácil para explotar los peores instintos y hacer caja. El retrato del documental es, por eso, demoledor. La cara B de aquel tiempo mágico para España.

Camps asegura que nunca adjudicó nada y que el Bigotes no era su amigo

Camps asegura que nunca adjudicó nada y que el Bigotes no era su amigo

Apenas un día después de que el cabecilla de Gürtel Álvaro Pérez, más conocido como El Bigotes, cargara contra Francisco Camps, el expresidente valenciano  ha contestado y ha asegurado que él nunca ha adjudicado nada a ninguna empresa, que no sabía qué era Orange Market, la filial de Gürtel en Valencia, y ha negado que fuera amigo del Bigotes, pero que si fue a su boda fue porque se lo pidió Ricardo Costa. El ex secretario general del PP valenciano Ricardo Costa ya había responsabilizado a Camps de la creación de un sistema irregular de financiación en el partido.

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