«Si el fiscal tiene indicios sólidos de que ha habido, en la exculpación de la que fue presidenta de la Comunidad de Madrid, algún tipo de prevaricación, entonces pienso que debería presentar denuncia contra el tribunal y el jurado. Pero a la señora Cifuentes quizá ya es hora de dejarla en paz»
«Solo los relativos éxitos de Casado, en las elecciones municipales y autonómicas, en las que, gracias al apoyo de Ciudadanos y VOX, logró conservar Madrid, Castilla-León o Murcia, le han servido para apuntalar su precario liderazgo»
Que uno de los acontecimientos decisivos de la vida política es la repentina visibilidad pública de aquello que antes permanecía oculto, puede comprobarse en buena parte del cine político.
Nuestro colaborador Fernando Hernández Valls reacciona a la noticia de la dimisión de la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y analiza quién está detrás de las filtraciones que han terminado con su carrera política.
Sigue el escándalo del master de Cifuentes, prosperan los casos de políticos melancólicos de titulación que inflan sus trayectorias por escrito.
Ayer empecé una nueva serie de abogados made in USA titulada For the people (Por el pueblo). El título ya da todas las pistas. La cosa va de unos jovencísimos y preparadísimos abogados y fiscales de Nueva York que se incorporan al mítico juzgado federal donde fueron condenados los Rosenberg, apodado “The mother court”. Allí llegan los casos más épicos del estado, con lo que imagínense el proceso de selección y la brillantez de estos chavales para alcanzar semejante sueño. La cosa empieza con todos ellos jurando la constitución americana y después, unos se incorporan al turno de oficio y otros a la fiscalía del estado. Aunque ya estoy muy mayor para este tipo de series tan, tan, tan idealistas, en las que los aguerridos y preparadísimos letrados sueltan épicos discursos sobre la libertad de expresión y el modo de vida americano, quise probar a ver. Ya me había leído todos los nuevos giros del mástergatecifuentino y necesitaba ficción fresca a la que hincarle el diente.
Vaya por delante que escribo sobre una amiga de hace años, y ello puede condicionar mi opinión, y los lectores tienen derecho a saberlo. Cristina Cifuentes salió viva de su comparecencia.
El otro día leía el magnífico ensayo titulado «Contar es escuchar», que firma Ursula K. Le Guin y que ha publicado en España la editorial Círculo de Tiza, cuando en mitad del romance me encontré con una frase lapidaria: «El alfabetismo debe ser un principio y no un fin, pero en este país sólo sirve para leer las instrucciones de uso».
Es domingo, todavía, mientras escribo esto. Esta mañana bajé a la calle en pijama y abrigo -ejecutando el sueño ese de parecer cívica aun sin ropa interior-, me pedí un café para llevar, compré tabaco y me senté en un banco con la boca abierta al sol, como las abuelas disfrutonas.