«Lo único que hizo aquella mujer fue extender el certificado oficial de defunción de un orden social y económico, el del corporativismo británico nacido tras la Segunda Guerra Mundial, que los propios laboristas de la época, encabezados por Callaghan, habían reconocido ya inviable»
El filósofo Michael Oakeshott solía decir a sus discípulos que durante su larga vida había logrado mantener a raya el principal vicio de los seres humanos, en especial de los intelectuales: la propensión a tomarse demasiado en serio.