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Golda Meir en su hora más oscura

El filme narra la actuación de la primera ministra israelí, interpretada por Helen Mirren, durante la guerra del Yom Kippur

Golda Meir en su hora más oscura

Escena de la película. | Qwerty Films

Antes de Margaret Thatcher hubo otra «dama de hierro»: Golda Meir (1898-1978), primera ministra de Israel entre 1969 y 1974. Le tocó vivir momentos duros: acciones de terroristas palestinos de Septiembre Negro como el secuestro del avión de Sabena en 1972 y el asesinato de los atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich ese mismo año. Pero sobre todo lo que se conoció como la guerra del Yom Kipur, debido a que se desencadenó en esa festividad. El 6 de octubre de 1973 tropas egipcias y sirias armadas por los soviéticos atacaron Israel por dos flancos, los Altos del Golán y la península del Sinaí. El conflicto armado duró 19 días y los israelíes salieron victoriosos, pero por momentos pareció que el país sucumbiría, porque el ataque les pilló casi por sorpresa. Es en estos inciertos días bélicos en los que se centra el biopic Golda, dirigido por el cineasta israelí residente en Estados Unidos Guy Nattiv. Y resulta que con lo que está sucediendo en estos momentos, la película proyecta por momentos un curioso espejo de la actualidad.

Arranca un año después de estos sucesos, cuando Golda Meir compareció ante la llamada Comisión Agranat, encargada de dictaminar quien fue responsable de los errores de seguridad que llevaron a esa situación límite, y a partir de ahí se evoca lo sucedido. Tras el aplastante triunfo en la Guerra de los Seis Días, los israelíes estaban excesivamente confiados, y además resultó que los servicios de escucha estaban desactivados en los días previos al ataque. Meir fue exculpada y el dedo acusador señaló al comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel, David Elazar, al que se forzó a dimitir. Él es uno de los personajes históricos que aparece en la película como miembro del gabinete de guerra. También tiene un papel destacado el entonces ministro de Defensa y antiguo héroe de la Guerra de los Seis Días Moshe Dayan (el del parche en el ojo), ahora dubitativo y en horas bajas. Y el entonces comandante Ariel Sharón, con muchas ganas de protagonismo épico en el campo de batalla, porque ya se estaba labrando una carrera política.

Imagen de ‘Golda’

Cita con Kissinger

Durante esta crisis, la dama de hierro al frente del país se estaba tratando de un cáncer, pese a lo cual seguía fumando como un carretero, detalle que se subraya, porque encadena un cigarrillo detrás de otro. Este contraste entre la septuagenaria enferma, que sufre mareos y vahídos, y la líder que debe tomar decisiones dramáticas para el futuro del país sin obviar los equilibrios de la política internacional, es uno de los resortes dramáticos que maneja la película. En el frente diplomático debía manejarse con tacto con Estados Unidos, que apoyaba a Israel, pero necesitaba el petróleo de los países árabes. Por eso, pese a las alarmantes sospechas descubiertas muy tarde de movimientos de tropas egipcias y sirias, Meir no podía ordenar un ataque preventivo, que hubiera puesto en apuros a su aliado. Estas maniobras políticas dan pie a la mejor escena de la cinta, en la que la primera ministra recibe en su casa a Kissinger y le prepara un borsch como elemento de seducción. Se produce entonces un diálogo muy ingenioso: sobre los compromisos que puede asumir, Kissinger le dice: «Primero soy americano, después secretario de Estado y por último judío», a lo que ella responde: «De acuerdo, pero no olvides que en Israel leemos de derecha a izquierda».

El grueso de la película se desarrolla en despachos y salas de mando. El espectador conoce el desarrollo de la guerra a través de mensajes de radio, informes de inteligencia, mapas y fotografías aéreas, a lo que se suman unas pocas imágenes de archivo de la época, y al final una escenificación de la histórica visita de Golda al frente. Este planteamiento genera una estructura peculiar, ya que en el centro de la trama hay una guerra que apenas entrevemos. Se puede crear y mantener la tensión con estos planteamientos. Buenos ejemplos serían Espías desde el aire, sobre el ataque con drones a un terrorista islámico contado a través de una sala de monitorización (una de cuyas protagonistas es, por cierto, Helen Mirren, que aquí interpreta a Golda). Otro ejemplo todavía más radical es el estupendo thriller danés The Guilty -del que los americanos hicieron un remake– en el que todo lo que sucede se narra a través de en un agente que atiende una llamada de emergencia pidiendo socorro y monitoriza un caso del que jamás vemos ni una sola imagen. Para conseguir mantener la tensión con este tipo de narración tangencial hay que ser un director con pulso muy firme y en eso Guy Nattiv no acaba de dar la talla y por ahí la cinta hace aguas, pese a que trata de reforzar la intensidad dramática con la subtrama de una secretaria cuyo hijo está combatiendo en el frente y con las visiones premonitorias de pájaros sobrevolando el cielo que angustian a Golda.

Cartel promocional de ‘Golda’

Fuerza interior

Asume, como he apuntado, el papel protagonista Helen Mirren, con kilos de maquillaje y prótesis faciales que obran el milagro de que no veamos a la actriz sino a la primera ministra. Mirren dota de gravitas a Meir y si ven la película en versión original comprobarán que además le da un acento americano, dado que, aunque nacida en Ucrania (entonces imperio ruso), Golda se crió en Estados Unidos antes de instalarse en Israel. En el mundo anglosajón, el hecho de que Mirren no sea judía ha generado polémica sobre si era la actriz idónea, la misma polémica que ha rodeado a Bradley Cooper por interpretar (¡encima con una prótesis de nariz!) al también judío Leonard Bernstein en la recién estrenada producción de Netflix Maestro. En fin, polémicas tontainas de estos tiempos, porque si aplicamos esta lógica va a resultar que a un astronauta solo lo puede interpretar un astronauta y a un psicópata otro psicópata.

El planteamiento de Golda está en las antípodas del Napoleón de Ridley Scott. Si este opta por contar la vida entera de su personaje, con el riesgo de acabar presentado una colección de cromos, Golda se centra en un momento de gran intensidad dramática para retratarla, como hacía también El instante más oscuro con Churchill (interpretado por Gary Oldman) en los momentos más críticos de la Segunda Guerra Mundial. En ambos casos tenemos el perfil de un líder que carga sobre sus hombros nada menos que con el destino de un país.

Helen Mirren logra transmitir la fuerza interior, la habilidad política y las dudas del personaje (ya tenía experiencia con este tipo de papeles, recordemos que interpretó a Isabel II en The Queen). Sin embargo, durante los créditos finales aparece una filmación de la Golda Meir real firmando la paz con el presidente egipcio Sadat y la mujer que vemos en estas imágenes es una suerte de abuela indomable, de anciana dicharachera y tabernaria, con un ímpetu arrollador pese a su edad y su enfermedad. Confrontados con la auténtica Golda, nos entra la duda de si la película realmente le hace justicia.

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