El Gobierno francés de Emmanuel Macron ha mostrado su disposición a dialogar con los nacionalistas corsos, que obtuvieron una gran victoria en las elecciones regionales de este domingo, con vistas a la puesta en marcha del nuevo entramado institucional de la isla que abre la vía a un estatuto de autonomía.
La xenofobia y el narcisismo tuvieron un papel trascendente en la votación del Brexit, refrendado por la población británica el 23 de junio de 2016, según un estudio publicado por la revista científica Frontiers in Psycology publicado este lunes.
Este domingo trascendía la noticia de que Rosa María Sardà ha devuelto la Cruz de Sant Jordi, la máxima condecoración que otorga la Generalitat. Como los verdaderos artistas, la catalana le debe poco o nada al poder público, y menos a un poder público que ha abandonado la neutralidad y excluye a los que no comulgan con su plan. Por eso, como remarcó durante la devolución, tampoco quiere que este poder le “dedique una esquela en los periódicos” tras su fallecimiento. No le deben nada.
Uno de los intelectuales que mejor puede explicar lo que le está pasando a la izquierda española, resquebrajada y enfrentada a causa de los sucesos que han ocurrido en los últimos tiempos en Cataluña, es Jaime Pastor (Valencia, 1946). Por tres mot
Bajo el lema ‘Libertad presos políticos. Somos República’, miles de personas se concentran esta tarde en Barcelona para pedir la libertad de los líderes soberanistas encarcelados desde el pasado 2 de noviembre.
Si el nacionalismo sigue adelante con su idea de suspender o boicotear el alumbrado navideño, la efeméride se verá inexorablemente contaminada por la retahíla de mentiras sobre la que se ha levantado el procés, al modo en que un vertido tóxico contamina el agua de toda una comarca o un gramo de ficción arruina un alijo de verdad.
¿Existe el nacionalismo español? Sí, sin duda. Cuarenta años de dictadura franquista lo enquistó como amenaza latente con ocasionales brotes de bestialidad.
Un alemán acusado de pertenecer al movimiento extremista ‘Ciudadanos del Reich’ –Reichsbürger, en alemán-, que no reconoce a la República alemana, ha sido condenado este lunes a cadena perpetua por el asesinato de un policía en 2016. El tribunal de Nuremberg-Fürth ha sentenciado a Wolfgang Plan, de 50 años, por asesinato, intento de asesinato y heridas corporales graves.
Para desintoxicarme de los nacionalistas catalanes leo a dos catalanes no nacionalistas, trenzados en un libro: el ‘Josep Pla’ de Arcadi Espada (ed. Omega). El libro era inencontrable, pero lo encontró Manuel Arias Maldonado en Palma de Mallorca. Lo trajo a Málaga, me lo prestó, yo me lo llevé a Madrid y de allí a Barcelona para la manifestación del 8 de octubre.
El procés jamás ha sido pacífico, como voceaban sus promotores en una de sus añagazas propagandísticas. Las sesiones parlamentarias de los días 6 y 7 de septiembre, sin ir más lejos, con el silenciamiento de la oposición, el desdén del reglamento y el menosprecio de la más mínima elementalidad democrática evidenciaron una notable carga de violencia institucional, como violento ha sido el achique de espacios que el nacionalismo ha practicado no ya con sus adversarios, sino con el más nimio de los desafectos. Menos simbólicos han sido los ataques que las hordas independentistas han acostumbrado dirigir, con la inexorabilidad de una llovizna, contra las sedes del PP, C’s y PSC.
Como no habían sabido hacerlo mejor, se han sentido forzados a hacer lo que no querían hacer. Lo peor, es que tenían muy buenas razones para no querer hacerlo. Porque el problema de hacer un uso tan extendido de la violencia, incluso de la violencia legítima, es que en estas circunstancias la gente ya no se moviliza para luchar por lo que cree sino por lo que quiere.Y no me refiero a sus valores ni a sus instituciones, que también, sino a sus familias, amigos y amados. En estas circunstancias, la violencia no atemoriza sino que moviliza y demuestra hasta qué punto ninguna “trama de afectos” que constituye una nación o sociedad es superior a la trama de afectos que constituye una familia.
Horas antes del referéndum del 1-O, Andrea Mármol, ciudadana catalana y columnista de elSubjetivo comparte con nosotros su opinión acerca de un proceso que no es completamente sorprendente, ya que se había anunciado «por activa y por pasiva», pero que aún así logra desconcertarnos en el día a día.
Horas antes del referéndum del 1-O, Andrea Mármol, ciudadana catalana y columnista de elSubjetivo comparte con nosotros su opinión acerca de un proceso que no es completamente sorprendente, ya que se había anunciado «por activa y por pasiva», pero que aún así logra desconcertarnos en el día a día.
De niño, Jorge Luis Borges eran tan tímido que, cuando acompañaba a su padre a la Biblioteca Nacional, no se atrevía a pedir ningún libro. Tenía que conformarse pues con leer las enciclopedias que estaban a la mano de todos para consultas. Fue así como un día se topó con el volumen “DR” de la Enciclopedia Británica. Y leyó de una tacada los artículos dedicados a los druidas, a los drusos y al poeta John Dryden.
Es una de las consignas falsas que más habrá esforzarse por desmentir ahora que los separatistas intentan obviar su asalto a la democracia parlamentaria consumado hace ya tres semanas. El nacionalismo catalán, esto no es nuevo, reviste un proyecto político excluyente con la coartada de un referéndum que no es el objetivo de quienes lo promueven, todos independentistas convencidos. De hecho, creen tanto en la milagrosa fórmula plebiscitaria que ya tramitaron de forma antidemocrática una ‘ley’ fundacional de la República catalana.
Desde que el nacionalismo catalán emprendió su huida hacia delante ha proporcionado sobradas muestras de su afán por interceder en el máximo número de eventos y espacios comunicativos, institucionales y sociales posibles. Las fuerzas políticas declaradas independentistas han acrecentado una constante politización de la vida civil catalana. Una politización, cabe decir, esencialmente orientada a alentar un debate binario al que van a morir la práctica totalidad de los asuntos públicos. Sin embargo, no es la ausencia de matices el componente más iliberal del ‘procés’ y su actual deriva.
Solo un relato mítico que posea gran fuerza simbólica puede atravesar la historia humana y permanecer en el lenguaje con que nos comunicamos acerca de las realidades que nos atañen. Es el caso de la caja de Pandora, cuyo abuso no ha menguado su atractivo.
El hasta ahora director del servicio de Emergencias 112 de la Generalitat de Catalunya, Fede Adan, ha presentado este martes su dimisión, según han adelantado varios medios catalanes. Se trata de la tercera renuncia en cadena en el Departamento de Interior de la Generalitat, tras la salida de Jané el viernes pasado y la dimisión este lunes del director de los Mossos d’Esquadra, Albert Batlle. Estas renuncias se producen en medio del proceso soberanista para la celebración del referéndum el próximo 1 de octubre.
Quienes nos oponemos a la consideración de España como un ente plurinacional hemos de admitir que nuestra postura contiene un ángulo ciego o, al menos, un zona de inconsistencia que ha de aclararse. Al fin y al cabo, nuestra actual Constitución sí habla, de manera enfática y en lugar prominente, de una nación, que es la española. ¿Por qué, a fin de cuentas, esta sí y las otras no? Algunos de nuestros conciudadanos –sospecho que no tantos, pero eso importa menos– están convencidos de la existencia sentimental y material de otras naciones, sean la vasca o la gallega o la catalana. ¿Por qué preterirlas a favor de la española?
Por las calles de Cataluña ya han aparecido los primeros carteles en los que se califica de “enemigos del pueblo” a aquellos que sólo buscan el noble ejercicio de la legalidad democrática. Los protagonistas son políticos –líderes de sus respectivos partidos en Cataluña– del PSOE, PP, CSQP y Ciudadanos. El cartel dice así: “Los que nieguen el derecho democrático de la autodeterminación son enemigos del pueblo”. Esa etiqueta de “enemigos del pueblo” suele ser un lema común entre los que no poseen argumentos, sino retórica. Cuando estos perciben que el cómputo general–y ni eso, suficiente con lo parcial– de una sociedad sostiene razones, motivos, con los que rebatir sus propuestas, se dedican a la difamación, al insulto, a la tergiversación. A seguir con su único destino, el de siempre en el terruño de la mentalidad nacionalista, aunque en esta tesitura no sólo pasen los límites de la democracia –algo a lo que ya nos acostumbran–, también los del civismo, al transformar la condición de adversario político en enemigo.
Los principales dirigentes políticos del Reino Unido han acudido a primeras horas de la mañana a votar en las elecciones generales empañadas por el terrorismo yihadista y en medio de fuertes medidas de seguridad.
‘This is England’ era una expresión que utilizaban los skinheads británicos en los años 80. Cuando la decían, señalaban al suelo, luego a su corazón y por último a la cabeza para recrearse en su nacionalismo exacerbado. Era como una especie de demostración al más puro estilo ‘a ver quién la tiene más larga’ del amor por la nación y la patria. Shane Meadows utilizó esa expresión para titular a la película que describe una parte turbulenta de su vida. Y ahora que el Brexit está en primera línea de la agenda mediática convendría recordarla, para que no aparezcan los fantasmas del pasado de la xenofobia y el nacionalismo en forma de cóctel, que ya sabemos por mano de la historia a qué puede conducir y la explosión que puede ocasionar.
Un 48.5% de los catalanes está a favor de la permanencia de Cataluña en España, frente a un 44.3% que apoya la opción contraria. Son los datos que arroja el primer Baròmetre d’Opinió Política de 2017, elaborado por Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) de la Generalitat. La diferencia de 4.2 puntos porcentuales triplica la cifra del último barómetro, de diciembre del año pasado. Entonces, un 45.1% de los catalanes estaba a favor de la permanencia, frente a un 44.9% que apoyaba la secesión.
No será fácil que Europa se aproxime a los ciudadanos. Se trata de un proyecto racional que no se deja sentimentalizar fácilmente. A su favor están los datos; en contra, la facilidad con la que simboliza el status quo cuyo derribo promete acceso a la nación soberana y protectora. Es una ilusión, pero de ilusiones se vive.
Martin McGuinness ha fallecido este martes en el Hospital Altnagelvin de Derry acompañado por sus familiares. El viceministro principal de Irlanda del Norte desde 2008 hasta enero de este año y uno de los principales dirigentes del Sinn Fein, tenía 66 años y había sido diagnosticado en diciembre de una rara enfermedad, informan medios locales.
Escribo estas líneas sabiendo que este lunes se hará público en El País un artículo firmado por Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. Desconozco aún su contenido, pero todo apunta a que será el enésimo intento de la Generalitat de pedir diálogo e intentar salvar los pocos muebles que le quedan. Y a la antigua Convergència, una salida digna para el atzucac donde se ha metido.
El parlamento húngaro ha aprobado la detención sistemática de todos los migrantes que entren en el país, una medida suprimida en 2013 bajo presiones de la Unión Europea, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La nueva ley, adoptada por 138 votos a favor, 6 en contra y 22 abstenciones, prevé que los inmigrantes sean llevados a «zonas de tránsito» en las fronteras con Serbia y Croacia, donde permanecerán retenidos a la espera de una decisión definitiva sobre su solicitud de asilo.
Y otra vez la verbena del 11-S. Y otra vez la estatua a Casanova; un día le cagan las gaviotas y otro le llueven flores, que Barcelona es «rosa de foc», y desde que sabemos hay tradición de Juegos Florales a la sombra de un austracista y de un burgués. «Mort al Borbó», gritaron por la noche, con capuchas y mechero. Cataluña, 2015. La gente de Barcelona, la pura gente de Barcelona que escribiera alguna vez Azúa, cuando evocaba su infancia y ese nacionalismo que tuvo ‘cuarenta años’ de conformismo en los palacetes de la Bonanova. El ‘avance.cat’ está en que el anarcocatalanismo haya absorbido a los hijos de Pujol. La CUP y la democracia cristiana que se lo llevaba crudo a Andorra, previo rezo en Montserrat.
Cualquiera que tenga a sus bisabuelos enterrados en Cataluña sabrá de lo que hablo. Cuando un catalán quiere defender a su país, en general tiende a humillarse. Naturalmente, me refiero solo a los últimos tres siglos. La humillación puede ser una estrategia civilizada cuando la alternativa es pegar tiros o liarse a puñetazos. La humillación incluso es una estrategia inteligente cuando está claro que los tiros y los puñetazos no van a marcar la diferencia.
¿Os creías que iba a dar marcha atrás, eh? Pues os vais a enterar, porque voy a hacer mi consulta. ¡Toma! ¡Toma! A ver con qué cara os quedáis ahora. Esta es mi traducción libre al castellano de inicio del discurso del President.
Más de un millón y medio de personas formaron una V gigante, colorista y pacífica el pasado 11 de septiembre en dos de las vías principales de Barcelona. Las imágenes dieron la vuelta al mundo por su plasticidad y sobre todo por su significado.
El cielo de Shanghai me recuerda un poco a Cataluña estos días. Seguro que entienden muy bien por qué. En ningún circo han crecido más enanos que en el puesto en marcha por Artur Mas.
Ahora que todo el país vitorea a un genuino héroe deportivo nacional como es el gran Rafa Nadal, Rafael IX de Francia, según un buen titular de ‘El Mundo’, no está mal echar la vista atrás cuatro meses, a la presentación del Trofeo Godó.
Ya lo decía Jorge Pujol en 1985: que Cataluña no es Quebec y que el asunto de la independencia debía tratarse dentro de la Constitución, que de consultas populares nada de nada.
Ha anunciado que se va. Que se va del Barcelona. Que rescinde un contrato que le garantizaba ocho o nueve millones anuales hasta el 2016. Se va después de haberlo ganado todito, todo.