Tres cosas sobre la “ultraderecha” alemana que quizá no lea en la prensa socialdemócrata
Las elecciones celebradas el pasado domingo confirmaron el ascenso del que viene gozando el joven partido Alternativa para Alemania (AfD) desde su fundación. Son ya nueve (uno más de la mitad) los parlamentos estatales germanos en que cuentan con escaños. El domingo, además, el éxito de AfD fue en especial sonoro. En primer lugar, porque logró que más de uno de cada cinco votantes del estado donde se celebraban los comicios, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, optara por ella. Además, porque se aupó al puesto de segundo partido más votado. Y, en tercer lugar, porque adelantó en votos al partido gobernante en Alemania, la CDU de Angela Merkel, que de hecho tiene su circunscripción ubicada en esa misma región. Aunque las dos primeras cosas ya las había alcanzado AfD en Sajonia-Anhalt el marzo pasado, la tercera es una novedad que ha preocupado lógica y hondamente no solo a Merkel.